martes, 20 de abril de 2021

COMPADECIMIENTO

Como casi todos los que circulamos por las redes sociales, de vez en cuando, me pongo a leer los comentarios de algunas publicaciones que repaso, mientras deambulo por el éter. Es increíble la agresividad, la provocación y la crueldad que emplean algunos seres infames que, amparados tras nombres de fantasía o entidades anónimas (algunos, también, con nombre y apellido), vomitan pócimas del excremento que deben llevar por dentro, no solo es sus esfínteres, sino, también, en sus mentes. Aunque a esta altura de la vida, pocas cosas pueden sorprender, me asombra la podredumbre que muchos tienen en su interior y la necesidad de volcarlo en Twitter, Facebook o Instagram. Imagino sus repulsivos regocijos por decir cualquier cosa de cualquiera, y creer que así, logran el indigno objetivo que intentan, bastardeando, denigrando, difamando, calumniando, deshonrando y defecando por internet. En todas las épocas hubo gente maligna y rastrera, pero tan notoriamente repulsivos y expuestos como ahora, creo que pocas veces. Los compadezco, sinceramente, porque además de cargar con sus miserables subsistencias, deben tener que sobrellevar el peso de saberse, íntimamente, despreciables. Y no está solo circunscripto al ámbito político, hablo en general. Los compadezco, de verdad.

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