MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

lunes, 22 de febrero de 2021

GEORGE SAND PUEDE QUE TENGA RAZÓN

 

Todos los que ya recorrimos cinco décadas de vida o más, en mayor y/o menor medida, hemos sido testigos de diferentes cambios sociales en cuanto a tecnología, pensamientos y costumbres, y, por ende, nos vamos adaptando a la era que nos toca transitar, de la forma que mejor sentimos y nos sale. Personalmente, celebro con entusiasmo las variaciones y los avances al respecto, porque muchas cosas han evolucionado, otras se han transformado y otras más, modernizado provechosamente. Bienvenido sea. Como en todos los órdenes de la vida, cuando algo se modifica, innova y/o varía, se concretan antagonismos que producen opiniones a favor y en contra, que a veces sirven para componer y otras, para descomponer. En la música, específicamente, la mutación más notoria, según mi punto de vista, ha producido distintas “rarezas” que engendraron personajes chabacanos, lindantes con lo más bajo que hemos podido recibir, en cuanto a multiplicidad artística (si es que algo de arte tiene, lo que escriben y graban algunos individuos). Hablo desde la indignación, desde la irritación, desde el enojo y desde la imposibilidad por modificar algo, que supera mi postura de artista, ciudadano y padre. Nunca es bueno generalizar, porque siempre hay excepciones a la regla, pero, más allá del ejemplo que compartiré, existen otros elementos que podrían estar en su lugar, ya que existen varios intérpretes, autores, compositores, productores, arregladores y directivos de la industria que forman parte del grupo de personas que, desde hace un buen tiempo a esta parte, generan un contenido prosaico en cuanto a letras e imágenes figuradas.

Puntualizo mi análisis en Maluma, que se caracteriza por ser un fiel exponente del marketing mediático y discográfico, que obtiene los resultados buscados por sus creadores, ya que logra convocatoria popular y millones de reproducciones en You Tube y aplicaciones cibernéticas varias, lo que equivaldría en épocas pasadas, a ventas siderales de discos y negocios paralelos con grandes beneficios comerciales.

Sus canciones contienen músicas variables, limitadas armonías, menguadas melodías y un lenguaje procaz, que a muchos debe atraer y a otros tantos, enrojecer. No juzgo sus ritmos, tampoco su estilo, ni siquiera me entrometo en gustos y preferencias, solo hago hincapié en el contenido de algunas de sus letras, que, además de dejar mucho que desear a nivel intelectual, limita bastante con la grosería, con un atrevimiento desbordado y por momentos, con la obscenidad.

Si hay algo que no soy en mi vida, es ser pacato, y mucho menos, moralista, todo lo contrario; me identifico con la libertad en su más absoluto estado, ya sea de pensamientos, actitudes y elecciones, pero tengo el suficiente discernimiento para saber que existen cosas que, si no se tratan con cuidado, o, por lo menos, con atención y miramiento, pueden rozar el mal gusto y el mal ejemplo, sobre todo, para niñas y niños en crecimiento, en estado adolescente o en formación sexual.

Tengo muy en claro que los adultos podemos “hacer de nuestro culo, un pito” (para estar en sintonía con el léxico utilizado por estos protagonistas rítmicos e irreverentes), pero también, tenemos que ser conscientes de la responsabilidad que conlleva ser mayor de edad, sobre todo, cuando, supuestamente, se es un “referente” de los jóvenes. Existen diferentes grados de compromiso cuando uno se convierte en “tótem”, “ídolo” y/o emblema de multitudes; una de ellas, es tratar de no incentivar malos actos, vicios y/o sinvergonzonerías.

Muchos de los seguidores de estas canciones, aún no son mayores de edad y hasta que lo sean, están en plena formación personal, entre ellas, la sexual. Nos vamos acostumbrando (chicos y grandes) a los ritmos del reggaeton, pero no todos le prestan atención a las letras que acompañan la cadencia en cuestión. Que una niña de 10, 11, 12, 13 o 14 años, baile y repita (aunque sea sin pensarlo, solamente, por la difusión reiterada y el marketing publicitario) frases o conceptos como estos, no está bien… nada bien.

No sé con cuál quedarme
Todas saben en la cama maltratarme
Me tienen bien, de sexo me tienen bien

Estoy enamorado de cuatro babies
Siempre me dan lo que quiero
Chingan cuando yo les digo
Ninguna me pone pero

Dos son casadas
Hay una soltera
La otra medio psycho y si no la llamo se desespera

Estoy enamorado de cuatro babies
Siempre me dan lo que quiero
Chingan cuando yo les digo
Ninguna me pone pero

Dos son casadas
Hay una soltera
La otra medio psycho y si no la llamo se desespera

La primera se desespera
Se encojona si se lo hecho afuera
La segunda tiene la funda
Y me paga pa' que se lo hunda

La tercera me quita el estrés
Polvos corridos, siempre echamos tres
A la cuenta de una le bajo la luna
Pero ella quiere con Maluma y…

Reitero, no me sorprendo, no me espanto por nada de lo que dicen las canciones de Maluma, ni las de tantos otros compañeros suyos que abordan una temática similar, centrando sus mensajes en distintas improcedentes situaciones sexuales, pensamientos obscenos, postales indecorosas y abusivas descripciones, solo trato de reflexionar y preguntar públicamente, qué pasó en la industria de la música para que productores, directores artísticos, ejecutivos discográficos, músicos, críticos especializados, creativos publicitarios, empresas televisivas y compañías radiales, sean cómplices de tamaña bajeza especulativa.

Este año, en los premios “Lo Nuestro”, Maluma fue el ganador a “La mejor canción del año” en Pop-Balada; otra canción titulada “La Jeepeta”, protagonizada por varios intérpretes, es elegida como “Mejor Remix”, con versos que recitan: “… Arrebata’o, dando vuelta en la Jeepeta, al la’o mío tengo a una rubia que tiene grande las tetas, quiere que yo se lo meta…” Otra fracción que narra: “… ¿Por qué no hacemos una porno como Ozuna?, Bebe, dame ese culo, por fa’ quítame la hambruna, es que yo como toto, por eso Anuel no ayuna…”, y una más que enuncia: “… Fumando hachís (RealG, RealG), Estoy tan arrebatao que veo a Lilo & Stich, Mami, yo quiero la combi completa, ¿Qué?, Chocha, Culo, Teta…”. El año pasado, Bad Bunny fue galardonado por ASCAP (American Society of Composers, Authors and Publishers) como “Mejor Compositor del Año”, más por sus elevados números de reproducciones y visualizaciones en plataformas, a nivel mundial, que, por el contenido literario de sus creaciones, estimo yo.

Es muy posible que, con este comentario, todos los que sean fanáticos de estos personajes, se vuelvan en mi contra y quizás me bastardeen, como, muchas veces, suele pasar en las redes sociales. Y también es factible que Maluma, Bad Bunny y la gran mayoría de sus colegas y seguidores, no tengan la menor idea de quién soy y lo que he realizado en mi humilde camino musical. “Caminante no hay camino, se hace camino al andar" (Antonio Machado).

Hace 36 años que estoy en el ámbito de la canción, la creación y la producción, y sé, fehacientemente, que, más allá de todo hecho artístico bien intencionado, existe un interés comercial que, muchas veces, trastoca las prioridades culturales, y forma parte de las reglas del juego en el que estamos inmersos. A todos los artistas nos gusta sentirnos reconocidos, y si esa trascendencia, es acompañada por grandes ventas discográficas y masivas convocatorias de público, mucho mejor; pero que esos logros deseados, sean el único fin y nada importe con tal de alcanzarlos, incluso, por medio de la chabacanería y el mal gusto, no me parece el mejor ejemplo a seguir.

La gran mayoría de las canciones que forman parte de mi repertorio, están basadas en el amor y el desamor, y también, como en muchos temas reggaetoneros, menciono pasiones, frustraciones, enamoramientos, rechazos, atracciones y aversiones, pero intentando mantener una línea de respeto intelectual, aunque sea simple y sencilla, sin pretender nada más que llegar a las personas que me escuchan con afecto, cortesía y consideración. Como decía mi entrañable Leonardo Favio: “Soy un cantante y compositor de vuelo rasante. Neruda no tiene nada que temer de mis poemas, ni Tárrega de mi guitarra”. Supongo que tampoco, nada de Maluma y el numeroso grupo de protagonistas que provocan con su estilo, no solo un importante negocio comercial, sino también, un deterioro bucólico que, en definitiva, va en desmedro del público que los consume.

Una cita bastante conocida, hace mención de que el mal gusto, como el buen gusto, son conceptos sociales subjetivos con definiciones contradictorias y la escritora francesa George Sand, consideraba a Dios como único artista existente, creador de la mayor obra de arte: la naturaleza, y afirmaba que el hombre común, no es más que un obrero del mal gusto. Puede que tenga razón. 

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