MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

martes, 16 de junio de 2020

CUANDO LLEGUE LA HORA DE EMPACAR Y PARTIR

El día que ya no esté físicamente, mi familia, mis amigos y afectos más cercanos, seguramente, me mantendrán presente en su memoria por el lazo emocional, de cariño, de amor, que nos unió. Imagino que los que no me conocieron personalmente, pero alguna vez oyeron sobre mí, quizás, muchos lamentarán mi ausencia y en contrapartida, otros la ignorarán. Es una obviedad lo que digo, sí, y pienso, también, que la gran mayoría de los que trabajaron conmigo, a lo largo del trayecto profesional, me cruzaron en un evento, canal de televisión, radio, editorial, reunión social, estreno teatral, grabación, o quizás me vieron en un show, asistieron a una fiesta, a un festival donde canté, me esperaron a la salida de un show o una entrevista, se sacaron una foto, conservaron un autógrafo o intercambiaron conversaciones, un gran porcentaje de ellos, me recordará por alguna anécdota, alguna risa, algún impulso, algún suceso… En mayor o menor medida, a todos los que nos hemos dedicado a la profesión artística, nos ocurrirá algo similar, lo vemos, permanentemente, cuando alguien popular deja este plano terrenal; en mi caso personal, tengo la certeza de que la gran mayoría de las personas que alguna vez escucharon temas míos, me evocarán, esencialmente, con “Clásico” y “Recién te conozco y te quiero”. Todos los cantantes tenemos canciones que nos identifican; las mías, indudablemente, además de algunas otras, son estas dos. Me enorgullecen, me representan y me perpetúan, porque estoy seguro que cuando me mencionen o alguien se acuerde de mí, lo hará con una de ellas. El mayor reconocimiento para un artista es permanecer en la gente, y hacerlo a través de la música es una satisfacción suprema, mucho más, cuando ese lazo afectuoso se mantiene por décadas. Agradezco al destino, la posibilidad de haber logrado mis sueños profesionales, de recibir el cariño del público durante tantos años y de saber que, como decía mi querido Leonardo Favio, “cuando llegue la hora de empacar y partir”, en algunos rincones de varios países, se escucharán estas baladas de amor cantadas por mí.
                                            

lunes, 8 de junio de 2020

MENOS EGOÍSTAS E INDIVIDUALISTAS, MÁS SOLIDARIOS Y EQUITATIVOS

Entiendo que el mundo que nos espera después de la Pandemia que estamos atravesando, será complejo, extraño y, seguramente, en muchos aspectos, desconocido; además comprendo que habrá muchas cosas a las cuales nos deberemos adaptar y tendremos que acostumbrar, según las ocupaciones y actividades de cada uno, pero también pienso que, más allá de las profesiones y distintas alternativas, no podemos dejarnos manejar como ovejas de corral, aceptando y acatando órdenes por el solo hecho de que “el sistema así lo impone” o “es lo que hay que hacer” o “no queda otra que acceder”. No hablo de cuarentenas, aislamientos y cuidados personales, eso no está en discusión, hay que resguardarse para tratar de no contagiarnos, ni contagiar a otros; me refiero a ciertas resoluciones y exigencias que estoy empezando a vislumbrar en ciertos ámbitos, uno de ellos, el que me incumbe, el artístico, donde se comienzan a consignar métodos y normativas que se deciden, según las conveniencias e intereses, sin consultar o, por lo menos, comentar, con quienes son los protagonistas en cuestión. El refrán dice “A río revuelto, ganancia de pescador” y, según las noticias que hablan sobre un acuerdo de la Asociación Civil de Managers de Música Argentinos con el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, se perciben algunos ‘pescadores’ astutos y sagaces que toman el río como propio y avanzan por sus aguas con botes que no le pertenecen a la pesca de gente en circunstancias difíciles, muchos, en situaciones extremas y angustiantes, en cuanto a economía se refiere. Hablan de protocolos estipulados, de formas para implementar la iniciativa, de organigramas, tareas y presentaciones, orgullosos por haber logrado el permiso para realizar actividades musicales por ‘streaming’, pero no hacen referencia con quién o quiénes hablaron de los artistas para llevar adelante esta decisión. Un segmento de personas que conducen no son todos, una fracción de integrantes, no es la totalidad de componentes. Hace 35 años que soy cantante, he grabado 12 discos, trabajo por muchos países de Latinoamérica, también soy productor, realizo espectáculos en mi país y en otros lugares del mundo, y a esta altura de la vida, si bien, hoy, no tengo la trascendencia masiva en cuanto a ventas discográficas y convocatoria popular que tuve en años anteriores, hecho que quizás para algunos es motivo central para requerir explicaciones, tengo orgullo personal y suficiente amor propio para no dejarme manipular por terceros. Quizás nunca haga un show por internet, quizás sí grabe un disco nuevo, no sé, pero más allá de las circunstancias, los artistas en sí, los músicos, los cantantes, los ingenieros, los técnicos, los operadores, todos los que conformamos el mundo del entretenimiento, tenemos el derecho de disponer y determinar cómo actuar, de qué manera hacerlo y dónde llevarlo a cabo, siempre cumpliendo las reglas que haya que formalizar, por supuesto, pero con real autonomía para trabajar, y no por dictamen de un grupo de personas que representan a otros, que, en definitiva, son los ejes de la profesión musical. En definitiva, si se puede ensayar, grabar y tocar en vivo, pero sin público, con especificaciones un poco confusas, como el distanciamiento entre personas de dos metros de distancia en lugares que no tienen el espacio suficiente para tal fin, necesitando asistentes y técnicos, además de los músicos participantes, conformando un grupo de personas mayor a lo que supuestamente debería haber presente, estipulando, también de forma presunta, la limpieza correspondiente en instrumentos, equipos, consolas, zapatos, ropa y sitio en cuestión, según el protocolo, hecho bastante complejo de llevar a cabo con la rigurosidad que correspondería y otro cúmulo de requerimientos de enigmático cumplimiento, que demandaría mucho dinero para concebirlos, entonces, las preguntas son: ¿Qué se hace? ¿Dónde se ensambla? ¿Cómo se cumple? Todo muy difuso, poco claro y bastante incierto. Con el interrogante mayor: ¿Es productivo para quién o quiénes, esta nueva estructura ‘pandémica’ de encarar el trabajo artístico? Por lo que alcanzo a discernir, para muy pocos, por lo menos, para la gran mayoría de los artistas es casi absurdo el hipotético honorario que recibirían. No tengo las respuestas ni las soluciones. No estoy en contra de nadie, ni va dirigido a alguien puntual esta inquietud, al contrario, trato de reflexionar y hacer considerar a favor de los que formamos parte del ámbito artístico para encontrar alternativas que realmente sean efectivas, válidas y provechosas para todos en general, no solamente para un sector selecto y minoritario. Si esta situación extrema que atravesamos no sirve para darnos cuenta que es hora de empezar a ser menos egoístas, menos individualistas y más solidarios y equitativos, seguiremos inmersos en la misma senda ingrata y mezquina que venimos acarreando por décadas.

viernes, 5 de junio de 2020

EXENTOS DE NADA

Es totalmente irrisorio, casi grotesco, observar, escuchar y leer comentarios de personas que creen tener la verdad de lo que afirman y no darse cuenta que, justamente, lo que critican, juzgan y/o reprueban es lo que precisamente ellos hacen y son en esencia. Hablo de políticos, periodistas y votantes, a los cuales el odio y el rencor los puede, los supera y los delata. La poca objetividad y la falta de ecuanimidad sobre sí mismos, hacen que se transformen en patéticos personajes, dignos de sus almas cicateras y espíritus minúsculos. No se dan cuenta que esta compleja situación, va más allá de las antinomias y/o antipatías; esta crisis mundial, que, en mi parecer, fue provocada deliberadamente, no distingue banderas, ideologías, ni posiciones. Es casi estéril pensar que van a cambiar sus pensamientos y acciones desdichadas y mezquinas, pero, al menos, deberían intentarlo por una vez, porque nadie está exento de nada, menos de una Pandemia.