MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

lunes, 9 de febrero de 2015

IRSE

No hay remedio, no existe la marcha atrás, no es posible el retorno, no queda otra opción que la sumisión y desolación, no se haya otra alternativa más que la resignación, la impotencia y el desconsuelo cuando llega el momento…
Irse. Irse definitivamente. Irse físicamente. Irse corpóreamente. Irse…
Aunque se piense afirmativamente en el más allá, en la reencarnación, en la vida después de la vida, los que vamos quedando en el plano terrenal, sufrimos el dolor de perder a la gente querida, de no volver a verlos, besarlos, abrazarlos, tocarlos, sentirlos, escucharlos…
La muerte siempre es horrible, siempre lo fue y lo será eternamente porque no tiene regreso, no hay reparación, es crudamente penosa, desoladora y cruel.
Cuando era niño, el fallecimiento de alguien cercano era una circunstancia extrema, fuerte, conmovedora, impresionante… hoy, lo sigue siendo, pero la gran cantidad de hechos trágicos que suceden en el mundo y la cotidianeidad de las noticias policiales, más la repetición informativa de los medios periodísticos que replican esos sucesos una y otra vez, hacen que nos vayamos acostumbrando cada vez más a la muerte, que lo procesemos de distinta forma quizás y que esa “habituación”, nos adormezca o aplaque la terrible sensación de la pérdida.
Cada vez más, la revelación de la muerte es menos convulsionante, más ligera, y por ende, mucho más breve y acotado el trastorno emocional… no sé, es una sensación que tengo al respecto… quizás no sea así, pero últimamente lo percibo de esta forma.
Diariamente pierden la vida cientos o miles de personas en accidentes, en robos, por enfermedades… y lamentablemente es la ley de la vida, aunque sea una frase frecuente y reiterada, pero es así; También están los que nacen y eso permite que la naturaleza, de manera sabia, compense pesares y júbilos, y que toda la angustia que muchos viven por las pérdidas, otros tantos se animen con la felicidad de la llegada de los bebés. En cuanto al efecto mediático que produce la partida física de una personalidad popular, también creo que cada vez es más fugaz la pena, la congoja, el impacto y la trascendencia.
Hoy se fue el actor Jorge Sassi, mi querido Jorge Sassi, ayer, el productor televisivo Jacinto Pérez Heredia, hace tres días falleció el gran ilusionista de las barajas, René Lavand, la semana pasada, el brillante y talentoso actor Juan Carlos Galván, más el famoso economista Tomás Bulat, unos días más atrás el humorista Joe Rígoli y el cantante Demis Roussos, y podría continuar haciendo mención de una importante cantidad de personajes más, conocidos por la gente, representativos, masivamente populares, que durante el transcurso de los últimos años han desaparecido en Argentina y en otras partes del mundo. Factiblemente, la vorágine de las noticias y la gran cantidad de información que existe a diario, origina que el hecho triste y conmocionante de la muerte, pase rápidamente, haciendo de esa triste circunstancia final, un raudo adiós periodístico también. No quiero decir con esto que se debería hacer una despedida aletargada y un eterno lamento mediático, sino que me refiero al hecho del olvido ó efímero homenaje de quienes han sido significativos y trascendentes notables de su trabajo.
No sé…, quizás peco de excesivo respeto o tonta consideración para con los que nos han marcado el camino, pero creo que la fugacidad con que se toman las cosas, sumado al ingrato desinterés de  la liviandad actual, hacen que el recuerdo de esas personas y personajes valiosos y relevantes en distintas áreas se transforme en un recordatorio breve, lacónico y anecdótico ó en simples comentarios al pie de portales cibernéticos que permiten dejar alguna apostilla.
Una gran pena que esto suceda y una enorme tristeza que gente buena como el querido Jorge Sassi, un tipo alegre, sensible y talentoso, a quien pude tratar y conocer bastante en una etapa de nuestras vidas, se vaya tan joven. Mi cariñoso recuerdo para él, que siempre estará presente en la memoria de quienes tuvimos la oportunidad de verlo trabajar en distintos roles artísticos y la suerte de compartir con él diferentes momentos, amenos, divertidos e imborrables. “Pechito Argentino”, ese ‘latiguillo’ que hizo popular junto al Gran Tato Bores en sus míticos programas de los días domingo, la veintena de  telenovelas donde participó, de las cuales puedo mencionar “Amo y señor” y su Félix inolvidable ó “Dulce Amor”, donde interpretó al querible mayordomo Emilio, por destacar dos de ellas y la variada galería de personajes que ha representado a lo largo de su trayectoria, quedarán perpetuados en su simpática y encantadora figura.
Una mención especial para el productor Jacinto Pérez Heredia, cálido y afectivo, generador de proyectos que van desde “El amor tiene cara de mujer” y “Estrellita, esa pobre campesina” en la década del ‘60, pasando por “Alguien como usted” con Irma Roy en los ‘70 ó “Situación Límite”, emblemático programa donde los actores más renombrados querían actuar, emitido por ATC en los años ’80. Trabajó mucho en Canal 13, comandado por el cubano Goar Mestre, vivió en Estados Unidos, conoció estrellas de la talla de Greta Garbo y Bette Davis, fue amigo íntimo de Tita Merello y Mona Maris; le dio oportunidades laborales a infinidad de actrices y actores, derrochó toda la plata que ganó en su vida como ‘gastador compulsivo’ que era y terminó viviendo en ‘La Casa del Teatro’ en Buenos Aires, manteniendo su espíritu alegre y relevante.
Mi reconocimiento respetuoso y de admiración para Juan Carlos Galván, un actor de raza que se desenvolvió con enorme solvencia y capacidad tanto en el drama como en la comedia. Con una larga trayectoria que abarcó el teatro, el cine y la televisión durante varias décadas y gran cantidad de títulos, entre los que puedo mencionar “El zoo de cristal”, “La clase del Marqués de Sade”, “La malquerida” y “Chicas católicas” en teatro, “Hombre de la esquina rosada”, “Humo de marihuana”, “Don Segundo Sombra” y “Chiche bombón” en cine, “Matrimonios y algo más”, “El chupete”, “El pulpo negro” y “La extraña dama” en televisión. Galván fue un primer actor argentino que desplegó su histrionismo de manera magistral y que mi querido amigo Roberto Antier tuvo el placer de dirigir en “El nieto de Tevie”, obra que además del regocijo que le produjo comandarlo en el escenario, me decía Roberto, fue una satisfacción disfrutar de su 'tiempo' de comedia, el estilo para actuar y su personal forma de decir que lo asemejaba al colosal actor italiano Vittorio Gassman.
No quiero dejar afuera de esta humilde evocación al cómico actor Joe Rígoli, siempre recordado por ‘Coquito’, su papel del novio de “La Nena” junto a Marilina Ross y Osvaldo Miranda, pero también por sus personajes en “Viendo a Biondi” ó “La Tuerca”, donde representaba graciosamente a una víctima de la corruptela en una oficina pública pasando de firma en firma, simbolizando el sketch de “El arbolito” al lado de Tino Pascali. Vivió y trabajó mucho en España, obteniendo gran popularidad con Felipito Takatún, personaje que hizo célebre la frase ‘Yo sigo’.
Un párrafo aparte para el fantástico ilusionista René Lavand, irrepetible artista de las barajas o los naipes, como más les guste, que con su impronta tan personal y su inmenso talento y capacidad, recorrió el mundo generando sorpresa, asombro y admiración a través de la  ‘lentidigitación’ (palabra que creó e impuso en contraposición a la ‘prestidigitación’), que define a la ilusión ejecutada muy lentamente a fin de llevar la imposibilidad a su máxima expresión, acuñando la frase “No se puede hacer más lento”, que lo identificará eternamente.
Y en este preciso momento que estoy escribiendo, me entero de la ida del destacado músico Osvaldo Berlingieri, mayúsculo pianista que integró la orquesta de Aníbal Troilo y llevó adelante una extensa carrera artística dentro del mundo del tango, tocando con Héctor Stamponi, Leopoldo Federico y Atilio Stampone, entre otros y conformando una sólida y exitosa dupla junto a Ernesto Baffa, con quien llevó adelante su propia orquesta donde cantó Roberto Goyeneche.
Irse… irnos… en realidad, en algún momento determinado, a todos nos llegará la hora de irnos, por eso, como siempre digo desde hace un tiempo a esta parte, lo único que importa es aspirar a vivir la vida de la mejor forma posible, intentando minimizar los problemas (en la medida de lo factible) y disfrutar todo lo que se pueda mientras la salud nos acompañe.
Como dice Jorge Drexler en su canción ‘Sanar’:
“Morir, también es ley de vida”.