MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

viernes, 29 de junio de 2012

PÉRDIDAS QUERIDAS


Para poder escribir sobre todo lo que quisiera, tendría que disponer de más tiempo libre y al no contar con períodos más amplios dedicados a este blog, dejo sin comentar muchas cosas que me provocan compartir con quienes casual o causalmente, pasan por aquí.
Últimamente, una gran parte de este espacio, lo he dedicado a grandes personajes que fallecieron y no es nada grato, despedir desde aquí amigos, artistas y gente que he tenido la suerte de conocer a lo largo de la vida.
En la última semana, las muertes de Ethel Rojo y Juanito Belmonte, dos personas del ámbito artístico argentino que marcaron su camino con fuerza y dejaron huella, provocaron tristeza y nostalgia en mí.
Ethel, fue una gran profesional, vedette sobresaliente, que se destacaba por su físico escultural junto a su hermana Gogó y capacidad creativa; que además de actuar, conducir y producir, marcó con su nobleza personal a quienes compartieron trabajos y momentos vividos. En el plano personal, he compartido programas y eventos, ha tenido trato directo con mi padre en su etapa como pareja de Héctor Ricardo García, amigo personal de mi viejo y dueño del diario Crónica, Canal 11 y Crónica TV; más adelante, cuando formalizó su relación con mi querido Gerardo González, tuve el gusto de compartir, además, variadas ocasiones donde pude disfrutar de su respeto y calidez humana.


Juanito Belmonte, todo un personaje del ámbito nocturno de la farándula argentina, que supo crear una profesión de la relación de contacto profesional, del acercamiento amistoso, del trato agradable, del humor constante y de su gran bondad. Lo han identificado como el primer agente de prensa, también supo representar figuras del espectáculo y fundamentalmente fue el centro de alegría en cuanto lugar estuviera, creando siempre una corriente de buena energía y diversión, desde su llegada a Buenos Aires de su Rosario natal junto a Francisco “Pancho” Guerrero y Alberto Olmedo en los años ´50 hasta su ya histórica e inolvidable “pasarela de cristal”, centro de sus célebres fiestas a las que todos los artistas argentinos hemos estado invitados.
Le tuve un gran cariño, heredado en primer término, también, por la relación de amistad con mi padre, que para aquellos que desconocen mi historia familiar, era empresario, publicista, productor y hombre multifacético del medio, y después por su permanente trato afectuoso en mi carrera como cantante, habiéndome conocido desde niño y presenciando con el transcurso del tiempo, mi crecimiento profesional dentro del mundo de la música.
Seguramente, Juanito, quedará en el corazón de todos los que lo conocimos por su humor, generosidad y bondad. “Apláudanme, que me voy”, decía cuando se despedía de sus desfiles, eventos y entregas de premios, así que cumpliendo con su sello histórico, yo lo aplaudo simbólicamente desde aquí, en su partida terrenal, con todo mi cariño.
Hoy, a 12 minutos de comenzado el día, falleció Juan Alberto Badía, un hombre que marcó época en radio y televisión, locutor de voz pausada, armónica, templada, tan identificable como su estilo de conducción, respetuoso, amigable y destacadamente profesional. Una persona emprendedora, activa y decidida, que dedicó su vida a crear programas radiales y televisivos, anteponiendo la música como excusa primordial y generando espacios distinguidos, elegantes y sumamente cuidados a nivel artístico. 
Empezando por “Imagínate Flecha Juventud” en radio Del Plata en la década del ´70, que yo sintonizaba desde mis 11 o 12 años, antes de dormirme, porque me gustaba la música que pasaba y podía escuchar a Los Beatles, que eran su pasión musical y también la mía a esa temprana edad, pasando por “A mi manera” y “Piedra Libre” en la FM de Radio Rivadavia en los años ´80, donde desde la media mañana me informaba y entretenía con estilo cordial y gusto musical, hasta su “Badía y Cía” en televisión, que además de marcar una época, se transformó en emblema de los músicos argentinos que podíamos mostrar nuestro arte, tocando en vivo con buen sonido al aire (algo no muy común en nuestra tele por aquellos años ochentosos), dentro de un marco de respeto y calidad profesional, como también “Imagen de radio”, que se transformó en un clásico de la medianoche televisiva por los años ´90. Repasando otros ciclos de TV, puedo mencionar “Una buena idea”, “Badía en concierto”, “Estudio País”, sin dejar de remarcar su iniciativa de la propia radio, FM 98.1 Estudio Playa, que hizo realidad en la ciudad de Pinamar y hace poco más de 1 año, una radio cibernética, Jab Radio, que transmitía desde un estudio armado en su casa.
Personalmente, tengo muchos momentos compartidos a lo largo de sus 42 años de trayectoria y mis 27 de cantante, entre los que recuerdo con afecto sincero su personal voz, mencionando mi nombre al presentarme en distintas ocasiones, temporadas de verano en Mar del Plata, coincidiendo en eventos y fiestas, teniendo el privilegio de compartir con él, la presentación de ternas en el Festival Oti de la Canción en Argentina, encontrarlo en Pinamar conduciendo su programa radial, en fin… momentos que se vuelven inolvidables, potenciados por su pérdida física de este mundo terrenal, pero que se mantendrán sostenidamente en el tiempo por su gran valor profesional y humano que dejó en espíritu y alma.
Gracias por todo lo que nos diste, Juan Alberto. Por tu respeto a la profesión, por respetarnos también a nosotros como músicos, por tu pasión y por dignificar el medio artístico. Gracias.

jueves, 14 de junio de 2012

GARGANTA DE BLUES


La vida es muy corta y en cualquier momento se puede interrumpir abruptamente, por eso tenemos que aprender a disfrutarla día tras día y poner en práctica lo que muchas veces repetimos de la boca para afuera, pero no llevamos a cabo cotidianamente, cuando hacemos referencia al aprovechamiento de los lindos momentos, de las buenas compañías, de la familia, los amigos y la gente querida.
Adrián Otero, gran cantante, talentoso artista argentino, falleció súbitamente hace dos días en un accidente automovilístico y produjo un vacío más dentro del golpeado mundo de la música argentina. Los golpes a los que me refiero, no solo son profesionales, ya que la industria musical de nuestro país, viene siendo bastante vapuleada desde hace un largo tiempo a esta parte, sino también emocionales, porque en un lapso corto de tiempo, hemos perdido físicamente a varios importantes representantes artísticos argentinos.
Otero fue un vocalista muy personal, de gran calidad y distinguida presencia, que dejó su sello marcado a fuego como cantante de Memphis, La Blusera, una banda de blues y rock nacida en el año 1978, de la cual fue voz mandante y compositor de gran parte de su repertorio desde 1980 hasta 2008.
Tuvieron muchos éxitos en su extensa trayectoria, entre los cuales puedo recordar “Blues de las 6 y 30”, “La flor más bella”, “La Bifurcada”, “Rodar o morir”, “Irresponsables”, “Un montón de nada” y “Moscazo, pizza y fainá”, entre muchos otros.
Se dieron el gusto de tocar en el Teatro Colón de Buenos Aires, acompañados por la Orquesta Sinfónica Nacional, con quienes reversionaron sus canciones para la ocasión en mayo de 2002. Hicieron más de 2.300 presentaciones en vivo y grabaron 13 discos. Se destacaron siempre por mantener una coherencia musical y respetar su ideología artística, además de transformarse con los años, en un sello indiscutido del blues argentino.
Adrián Otero, porteño de ley, hincha fanático de Vélez Sarfield y particular personaje, se caracterizó siempre por su talento vocal, estilo personal y solvencia escénica, que acompañaba con un estilo bohemio y frontal, en su forma de ser.
Es doloroso perder artistas de su talla y mucho más cuando todavía tenía mucho para entregar y compartir con todos los que lo admiramos.

Tenía solo 53 años y hacía 4 que había reestructurado su vida personal y también su carrera artística, grabando su disco debut como solista titulado “Imán”, motivo por el cual tuve oportunidad de relacionarme más asiduamente de lo que lo había echo en años anteriores, coincidiendo circunstancialmente en eventos, reuniones y festivales. Mi labor como productor general durante dos años de una radio de rock nacional dirigida por Gustavo Lutteral (RPN 93.7), permitió el contacto más directo entre nosotros y que descubriera a un tipo muy cordial, afable y afectivo, además del conocimiento que ya tenía sobre su calidad artística.
Lamentablemente, un accidente automovilístico en la autopista Rosario-Córdoba, tras una imprudencia o descuido por apagar un cigarrillo, según contó su sobreviviente acompañante Analía Miguel, provocó el fallecimiento, después de varios trompos y volcar en su Honda Accord, modelo ´94, que él mismo manejaba.
Para cerrar este sentido recuerdo en su memoria, quiero compartirles una autodefinición que Adrián hizo en una entrevista de 2001 sobre sí mismo: - “Siempre fui un hombre muy popular, fui a colegios del Estado, paré en la esquina, soy un muchacho de barrio. Cuando aparecí en la tele, todos los vecinos dijeron: “¿Mirá vos?… Trabaja”, sino nadie sabía qué hacía yo volviendo casi siempre a las dos de la mañana”. -
Quedará su recuerdo imborrable en todos los amantes del blues y su voz única, con ese toque característico rasposo y personal, permanecerá inalterable de aquí a la eternidad.

jueves, 7 de junio de 2012

ESTELA RAVAL: BONDAD, TALENTO y GENEROSIDAD


Ayer, a los 77 años, falleció Estela Raval, una de las artistas más importantes de Argentina y una de las personas del medio artístico con más bondad y generosidad que he conocido.
Tuve la suerte de compartir mis primeros años como profesional de la música en la misma compañía discográfica (CBS) y desde el primer momento que nos presentaron, sentí su bonhomía y delicadeza. Tengo el registro gráfico de ese momento y con él, su recuerdo latente de la gran persona que era Estela. Una mujer buena, noble, genuina, que siempre transmitía buena energía.
Artísticamente hablando, una de las más grandes de nuestro país, con una vasta y exitosa trayectoria internacional, que la ubica entre las figuras más significativas del mundo artístico.
Desde muy niña, se destacó por sus aptitudes vocales y a los 12 años, junto a su hermano Manuel Ravallo, bandoneonista, apodado “El Colorado”, empezó a cantar de manera profesional, interpretando temas folclóricos. A comienzos de los años ´50, integró el trío “Las Alondras”, con quienes visitó algunos países limítrofes. En 1956, formó parte de un cuarteto vocal llamado “Los Cuatro Bemoles” y con ellos grabó algunas canciones y siguió realizando presentaciones. Un año más tarde (1957), junto a Ricardo Romero, padre de sus 3 hijos, formaron un quinteto denominado “Los Cinco Latinos”, donde compartía escenario con el mismo Romero, Héctor Buonsanti, Mariano Crisiglione y Jorge Pataro; a los dos años, Pataro fue reemplazado por Carlos Antinori, quien formó parte del grupo hasta la actualidad.
Tuvieron una gran repercusión y grabaron discos que marcaron época, no solo en los países de Latinoamérica sino también en los de Europa y Estados Unidos. Una de las canciones más emblemáticas del grupo vocal es “Balada de la trompeta”, que recorrió todo el mundo durante décadas.

En 1970, Estela inició su carrera como solista, siempre acompañada por su marido Ricardo Romero, que además de asesorarla musicalmente, se hizo cargo de su manejo profesional. Grabó dos discos con el “Trío Los Panchos” y completó una discografía como solista de 12 producciones, a la que se suman 22 Long Plays con “Los Cinco Latinos” (desde el ´58  al ´69) y 18 discos más en su última etapa desde 1982 como “Estela Raval y Los Cinco Latinos”. También realizó un disco doble con Alberto Cortez y muchas participaciones junto a otros cantantes en duetos donde siempre se destacaba su fresca y afinada voz.
Tengo muchos momentos atesorados junto a Estela y siempre han sido marcados por su calidez, cobijo y simpatía; menciono estas tres características porque siempre ha sido cálida conmigo en sus charlas y consejos, me he sentido cobijado por su generosidad y espontaneidad y he disfrutado también de su simpatía y humor. Mientras escribo estas líneas, comparto con ustedes algunos instantes que retrotrae mi memoria donde he disfrutado de ella y con ella. Puedo citar el verano de 1988 en Mar del Plata donde compartí casi cotidianamente esos meses con ella, que trabajaba en el Hotel Hermitage junto a mi querida Dorys Del Valle, Emilio Disi, Raúl Lavié y gran compañía, los que después de las funciones y la cenas post teatro, se quedaban en grupos jugando a las cartas, al bingo, a la ruleta o simplemente charlando, pasándola bien; yo hacía base en Mar del Plata, saliendo de gira por distintas localidades de la costa y mi amistad con Martín Guerrero, hijo de Dorys, hacía que estuviera mucho tiempo con ellos y con Estela.
Recuerdo su presencia en mi camarín, después de brindarme el honor de su visita como espectadora en un show mío que daba en Tío Curzio, encuentros en distintos eventos, en estrenos, en espectáculos, en festivales musicales que hemos compartido como invitados, en la grabación del ya mítico tema "Argentina es nuestro hogar", donde varios artistas argentinos nos juntamos en pos de juntar fondos para los damnificados de las inundaciones ocurridas en 1985, en fin… infinidad de coincidencias profesionales y por qué no también personales, ya que sus hijos fueron al Instituto Lange Ley, colegio al que también fui yo, ubicado a la vuelta de su linda casa de la calle Ugarteche en el barrio de Palermo.
Haciendo honor a su nombre, Estela, dejó estelas diversas en todos los que la conocimos. Estelas de cordialidad, de bondad, de generosidad, de humanidad, de calidez y en su faceta artística, las estelas de talento, de respeto, de permanencia y calidad, continuarán por siempre en el recuerdo del público que la admiró, admira y admirará, ya que Estela Raval, forma parte de la galería “estelar” de artistas argentinos que se mantendrán eternamente en el cariño de la gente.

viernes, 1 de junio de 2012

ARGENTINIDAD AL PALO


La argentinidad al palo, además del título de una canción de Bersuit Vergarabat, es una frase que nos posiciona en nuestra idiosincrasia en tiempo y espacio, ya que es una compacta y concreta idea de nuestra forma de actuar como sociedad, como país, que sirve para cualquier orientación política, partidaria.
La argentinidad que muchas veces confundimos con irracionalidad, irritabilidad o irresponsabilidad, hace que estemos al palo en distintas ocasiones, porque muchas otras veces a lo largo de la historia, nos damos con un palo a nosotros mismos, o generamos que esos palos nos atemoricen y nos callen.
No voy a hacer un análisis social de nuestra identidad argentina y tampoco repartiré palos para describirnos como país, como nación, sino que simplemente quiero reflexionar sobre la complejidad que nos caracteriza como ciudadanos de esta tierra bendita en tantos y tan amplios aspectos.
Desde que tengo uso de razón, o por lo menos, desde que empecé a tomar conciencia del significado y la importancia que tiene para todos la política, soy testigo de las antinomias, de las ideas enfrentadas, de las distancias ideológicas y esos eternos enfrentamientos, lo único que logran es más alejamiento entre los que piensan diferente.
Estoy totalmente convencido de que la mejor forma que tiene un país para vivir es el sistema democrático, donde todos puedan expresarse, donde todos tengamos la libertad de decir lo que pensamos, todos vivamos en comunión, más allá de los disímiles puntos de vista de unos y otros.
Antes, eran los partidos políticos los que generaban movilizarnos, ahora son las personas elegidas las que nos apasionan o irritan, pero siempre somos nosotros, los que habitamos nuestro territorio, los únicos beneficiarios o perjudicados de nuestro propio accionar ciudadano.
No soy partícipe de la discusión ni de la pelea; creo que ninguna confrontación que contenga una cuota de agresividad, es positiva, aunque casi inevitablemente es lo que vivimos hoy y lamentablemente, hemos transitado reiteradamente a lo largo de los doscientos dos años democráticos que estamos cumpliendo en este 2012 (con algunas interrupciones forzosas de períodos oscuros, nefastos que nunca más debemos soportar).
No voy a referirme a los que se alinean de un lado de quienes nos gobiernan, creyendo que todo está bien y tampoco de los acérrimos contras, que todo lo ven con malos ojos y “fogonean” insistentemente para que todo esté mal; voy a dar mi opinión de ciudadano común que quiere de todo corazón que a TODOS nos vaya muy bien.


No es fácil lograr la unidad de pensamientos en su totalidad, ciento por ciento, nada fácil, siempre existieron, existen y existirán diferencias, pero me parece que es momento de darnos cuenta que lo mejor para TODOS es ser más contemplativos, más abiertos, más moderados y menos pasionales, menos extremistas, menos inflexibles. Quizás es utópico lo que pido, quizás sea casi imposible, pero tengo la sensación de que es lo más inteligente para el bienestar común.
Un punto central, vital para que Argentina mejore definitivamente es cumplir realmente con lo que se dice. Los políticos acostumbran a prometer cosas que después, muchas de ellas, quedan en el camino, inconclusas, sin realizar y empiezan a  mediar presiones, conveniencias del sistema ya establecido que hacen inviable las buenas intenciones transmitidas. A lo mejor, el comienzo real de un cambio a lo ya establecido, sea terminar con la corrupción, con los “arreglos”, con los “curros” y también con la hipocresía, no solo de los funcionarios públicos sino también de nosotros mismos, los ciudadanos, que le damos nuestro apoyo mayoritariamente a un candidato/a y después pareciera que nadie lo/a votó.
Coincido en muchos aspectos y decisiones de este modelo que nos gobierna desde 2003 y soy consciente de que existen muchas cosas por hacer, corregir y mejorar; también creo que aquellos que no comparten las formas y el manejo político actual, están tan fanatizados en denostar el esquema como los que lo defienden a rajatabla. No comparto ni una cosa, ni otra. Nada que tenga relación con la intransigencia, la intolerancia y la "bravuconada", me gusta y sí apoyo el apasionamiento y el entusiasmo desde la mesura y la prudencia.  
Argentina es nuestra patria, la tierra donde descansan nuestros antepasados y en la que criamos a nuestros hijos, el lugar que nos despierta un sentimiento difícil de explicar muchas veces, pero que es parecido al amor. Un amor difícil, voluble, cambiante, sensible, que nos tiene que hacer notar la importancia de la razón, del entendimiento, dejando de lado los egoísmos, anteponiendo la dignidad fundamentalmente, que trae consigo educación, salud, seguridad, servicios sociales, todo lo que nos merecemos los que trabajamos honestamente para crecer y progresar con libertad y sin complejos.
Reitero, corrupción hubo siempre y lamentablemente es uno de los principales males que nos impiden crecer como país, cosa que si pudiéramos corregir, otro sería el cantar, pero también el enfrentamiento permanente es otro gran mal que nos aqueja, la manera de llevar a los extremos cualquier discusión, poniéndonos de una vereda sin siquiera pensar en cruzar a la otra para intentar un acercamiento, una concertación. No quiero más que mi país, nuestra bendita Argentina, sea un espacio donde no se puede acordar, donde la destrucción sea una forma de construir política, y lo digo, nuevamente, por los de un lado y por los del otro, sin diferencias. Deseo abiertamente y desde las mejores intenciones y pensamientos que de una vez por todas, nos demos cuenta que tenemos TODO para ganar, pero desde el acercamiento, la comprensión y la amplitud de criterios.


Argentinidad al palo, con nuestras contradicciones, exitismos, decadencias, maravillas, tragedias, alegrías, con nuestros alimentos para brindárselos al mundo que los necesita, con nuestros recursos naturales, nuestra buena gente, solidaria, pacífica, de buena voluntad, con esos argentinos al palo que deberían ser igual de inteligentes, pero menos “chantas”, igual de hospitalarios, pero más solidarios, igual de creativos, pero más disciplinados, igual de emprendedores, pero más respetuosos de la ley, con todos esos valores muy nuestros que van de la mano de un disvalor que nos contrapesa.
Argentinidad al palo, pero a favor de nuestro bien común.