MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

martes, 21 de agosto de 2018

EMPEZAR POR UNO MISMO


Desde hace un largo tiempo, me empeño en no hacer comentarios que rocen la política; me esfuerzo, lo intento y me digo internamente: "No tiene sentido, nadie va a cambiar su opinión por leer un comentario mío", entonces, lo paso por alto, lo dejo pasar, trato de persuadirme para evitar cualquier confrontación estéril... Pero, más allá de querer evitar la compulsa y posibles agresiones, no puedo dejar de expresar mi sentimiento de pena, desconsuelo y amargura por lo que estamos viviendo. La política es sucia, pero la forma en que la sociedad se desarrolla, nos hace cómplices de esa política hipócrita y sus componentes. Nosotros, los ciudadanos comunes, que todos los días proyectamos trabajar de manera honrada, somos responsables de ir formando el país que pretendemos, y además de elegir a los funcionarios que nos tocan en suerte, muchos de ellos, indignos y amorales, nos esforzamos poco por modificar ciertos preceptos incorrectos que el sistema de vida comprende. Escuchamos decir insistentemente que “la corrupción mata”, y es cierto, mata, pero tampoco hacemos mucho por tratar de corregir esa corruptela. Es más cómodo dejar las cosas como están, permitiendo la denigración social, cada día, un poco más. Si nos hacen una infracción con el auto, probamos de sobornar al policía para que no la haga, si podemos evitar pagar ciertos impuestos, felicitamos al contador por conseguirlo, si está prohibido vender alcohol a menores, le encuentran la forma de quebrar esa regla, sin importar las consecuencias posteriores de los chicos que se emborrachan, si aceptamos dar ‘‘comisiones’ ‘cometas’ y/o ‘coimas’ para acelerar un trámite o tener alguna ventaja en cualquier transacción, lo hacemos en pos de lograr el objetivo, sea como sea, y así podría enumerar infinidad de ejemplos que evidencian nuestra culpabilidad al respecto. No soy ejemplo de nada, al contrario, formo parte de la estructura comunitaria y me caben los mismos desaciertos que a cualquiera, eso sí, en un grado netamente insignificante e insustancial. ¿A dónde quiero llegar con esta reflexión? A compartir mi pensamiento sobre nuestro rol en lo que nos sucede, en lo que toleramos, en lo que sufrimos, en lo que sobrellevamos… Nada es porque sí, todo tiene un por qué, un motivo, un fundamento. Creo que nosotros somos los únicos que podemos modificar la triste realidad que nos circunda, los que tenemos el poder de transformar lo que está mal, pero a conciencia, sin dobleces, sin hipocresías. No quiero que mis hijos, ni los hijos de nadie, piensen que la mejor manera de lograr objetivos en la vida es a través de la trampa, del ‘arreglo’, de la ‘transa’, no lo deseo bajo ningún concepto. Y la forma de revertir esa idea instalada como “inevitable”, es a partir de nuestras acciones. Si paso un semáforo en rojo, lo afronto y me hago cargo de la infracción sin querer ‘coimear’ al cana; si queremos evitar que los pibes terminen ‘dados vuelta’ en las previas a las fiestas en los boliches, no hay que venderles alcohol si son menores de edad; si me dedico a traer contenedores de mercadería desde el exterior, declaro lo que realmente hay dentro del depósito y pago lo que corresponde, si me presento a una licitación por algún negocio o emprendimiento, espero la decisión de la empresa interesada, sin ‘adornar’ a ningún gerente o funcionario, y si un medicamento es más eficaz que otro, no espero a que el laboratorio brinde un porcentaje de sus ganancias para recomendarlo. No puedo dejar de mencionar el grado de incumbencia que cargan los políticos en todo esto, que, al fin y al cabo, son los que proclamamos para que nos representen y gobierno tras gobierno, se encargan de tirar por la borda nuestras ilusiones, proyectos, ideas, aspiraciones y sueños. Estoy generalizando y muchas veces, universalizar, no es correcto, porque, más allá de ideologías y pareceres, hubo unos que hicieron mucho más por el pueblo que otros, a pesar de las ambiciones desmedidas y supuestas malversaciones. No justifico en absoluto ese procedimiento, solo hago mención que siempre estaré a favor de los que piensan en la gente y respetan los derechos de las personas, aunque esas acciones se lleven a cabo por interés o conveniencia, e invariablemente, despreciaré a los que anteponen sus negocios propios y beneficios personales a través del lugar de poder que los votantes les conceden.
En fin… voy cerrando estos pensamientos y para ser honesto, tengo la triste sensación de pecar de ingenuo, ser demasiado crédulo, o pasar por tonto, porque es demasiado impetuosa la idea de que “todo está podrido”, pero me consuela pensar que algunos de los que lean estas líneas, y coincidan conmigo, sientan que no están solos, y esta introspección, aunque sea, ayude a considerar la alternativa de, por lo menos, empezar por uno mismo y ver si con el tiempo, algo se transforma en favor de todos.