MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

jueves, 24 de diciembre de 2009

SHOW EN EL VELMA


Es un placer presentar mi show en un lugar como el Velma Café porque es un refugio artístico cálido, cuidado, ameno y con estilo, que posibilita al público asistente sentirse cómodo y bien atendido, si eligen algo para comer y/o beber, placentero por estar rodeado de una bella arquitectura y muy a gusto por compartir con el artista un espacio íntimo, cercano y bien ambientado en luces y sonido. Uno, sobre el escenario es contenido por esa cercanía con la gente y por saber que se encuentra en un teatro que prioriza el buen arte.
A nivel personal, es un gustazo reencontrarme con los espectadores de Buenos Aires y dar el puntapié inicial a mi labor musical del año 2010 con todos aquellos que quieran compartir las canciones que identifican mi camino artístico desde mediados de los años ´80´s como “Clásico”, “Recién te conozco y te quiero” o “Es mejor así”.
Tendré la oportunidad de presentar algunos temas del espectáculo que aún no estrené, en homenaje a mi querido y admirado Leonardo Favio, recorrer también ciertas melodías compuestas por el ya mítico Sandro y compartir con todos aquellos contemporáneos que asistan al espectáculo, muchas de las canciones de rock nacional que nos marcaron en nuestra adolescencia y primera juventud.
Por tener la suerte de contar entre mis amigos más cercanos, varios artistas reconocidos, queridos y respetados por la gente, tendré la satisfacción de invitarlos a compartir conmigo, algunos segmentos del show.
Y como el entretenimiento, además de poder disfrutarlo auditivamente, se complementa también a nivel visual, habrá algunas imágenes proyectadas que acompañarán la música que haremos con la banda en vivo.
Los espero el sábado 23 de enero de este nuevo año que está comenzando para intercambiar afectos y pasar un agradable momento juntos.
Lugar: Velma Café
Dirección: Gorriti 5520 – Palermo Hollywood – Capital Federal
Fechas: Sábados 23 y 30 de Enero
Entrada: $ 60
Informes y Reservas: 4772-4690 –
Venta por Ticketek: 5237-7200

lunes, 7 de diciembre de 2009

A MARIO MASELLI


Nadie sabe dónde te encontrarás ahora, Mario querido, pero al mismo tiempo todos los que te conocimos en esta vida terrenal, sabemos dónde estarás de aquí en adelante: en el centro del corazón de todos los que alguna vez compartimos con vos un momento, una grabación, un show, una comida, un café, un chiste, un viaje, una pizza, un “piringundín”, un verano, un invierno, una primavera, un otoño...
Estoy quebrado por el dolor, como tantos más, pero tu espíritu alegre y tu alma bonachona, no permitirían bajones ni palabras tristes en este momento, así que con una sonrisa, mi cariño eterno por vos.
Seguramente, muchos amigos tuyos sentirán lo mismo que yo; hasta podría afirmar que una gran cantidad de ellos, a partir de hoy, sufrirán profundamente tu ausencia como un fuerte vacío que no se podrá reemplazar ni compensar con nada. Es que tu esencia de ser humano, bueno, noble y puro, no es común en nuestros días y el hueco se agranda aún más cuando pienso que ya no te vamos a poder escuchar tocar el piano como vos lo hacías, con inmenso talento, natural estilo y espontánea gracia.
Fuiste un gran músico y también una enorme persona, que te brindabas a los demás fiel a tu forma de ser, sincero, gentil, inteligente y ocurrente. Tu gran sentido del humor te caracterizó siempre y fue una de las armas más sobresalientes de tu personalidad, pero fundamentalmente, tu bonhomía y sensibilidad, hicieron de vos alguien justamente inolvidable.
Estoy seguro que tu amado hijo Julián, el día de mañana, cuando el inevitable transcurrir de la vida, aminore levemente el dolor de no tenerte más físicamente, estará orgulloso de vos por todo lo que hiciste como padre.
Como amigo, también comprobará lo que significaste y la mejor prueba que tendrá, serán los interminables testimonios que escuchará en su largo camino a recorrer por este sendero, de todos nosotros, la gran legión de amigos que dejaste huérfana de esos momentos inolvidables que cada uno haya pasado con vos.
Y positivamente sé que las mujeres que amaste y te amaron, lo harán también por siempre.
Personalmente, tengo dos grandes amigos míos que fueron también, parte muy importante de tu vida, el Chino Asencio y Manuel Wirzt y sé que a ellos, también, les faltará algo imposible de sustituir, tu compañía alegre, divertida y compinche. A veces, pienso que no es justo que personas como vos se vayan físicamente tan rápido, en fin... Hasta algún día, Mario querido. Con todo mi cariño y hondo sentimiento.

viernes, 4 de diciembre de 2009

EL TIEMPO ES IMPUNE


Últimamente estoy reflexionando demasiado; no sé si es tan bueno pensar y re pensar tanto las cosas. Creo que lo mejor que existe para la salud mental y espiritual, es decir y hacer lo que a uno le nace en forma espontánea, sin filtros y de manera cruda, aunque eso provoque, muchas veces, reacciones antipáticas y sentimientos encontrados. Por eso, este espacio que utilizo como descarga emocional de diferentes momentos y situaciones que vivo, me produce un enorme placer. Placer que en este caso se puede traducir en malestar, si me refiero a la realidad triste, amarga y desgarradora que vivimos desde hace un tiempo a esta parte.
Todo lo que estamos experimentando como sociedad, hace que uno se vuelva mucho más pensante y recapacite en un montón de situaciones cotidianas que antes minimizaba quizás o pasaban por alto, en el desarrollo natural del día a día. Uno de esos puntos en los cuales me detengo con más atención, es la seguridad ciudadana.
Además de saber que los medios, muchas veces, “machacan” sobre una noticia y hacen de ese hecho, algo único, central y absoluto, soy consciente de que estamos viviendo algo muy serio en referencia al tema inseguridad. Obviamente que esto no es una “sensación” y es algo totalmente real, grave y brutal. ¿Quién no ha pasado por algún incidente o conoce a alguien que le haya ocurrido un robo, un intento de robo u otras consecuencias peores?
Cuando hace veinte años atrás, comenzaba a viajar por Latinoamérica gracias a la trascendencia de mis primeras canciones, veía situaciones puntuales de temor en quienes me recibían, trasladaban y acompañaban por las distintas ciudades que visitaba (Lima, Quito, Guayaquil, Bogotá, Cali, Distrito Federal, entre otras). Sinceramente, nunca imaginé vivir esas realidades en mi país, en nuestro país, Argentina; un lugar, por aquellos años 1985, 86, 87, 88... contenido, armónico, tranquilo, podría decir; con hechos policiales y sucesos delictivos, sí, pero en un contexto medianamente “natural” si lo comparamos con lo que en estos días estamos transitando.
No quiero transformar esta narración en algo oscuro y pesimista, tampoco subirme al tren del alarmismo desmesurado o sin sentido, ni siquiera pienso en acoplarme a la ola de malestar que muchos medios parecieran disfrutar por momentos con tanta mala noticia, delitos de todo tipo y muertes sin sentido que están sucediendo a diario en muchos lugares de nuestro querido país, pero sí hacer referencia al intrincado momento social en el cual todos los habitantes de Argentina, estamos inmersos. Me preocupa porque tengo hijos, porque mañana me puede pasar algo a mí o a alguien querido y cercano y porque no quiero vivir y criar a mis niños en este contexto.
Es muy complejo ponerse a decir qué es lo que hay que hacer, cómo se debe actuar, qué medidas hay que tomar al respecto, pero algo hay que modificar para que esta locura disminuya a corto plazo y en un futuro, desaparezca definitivamente. Las preguntas que me surgen son muchas y deben ser las mismas que todos los que lean estas líneas se harán, también. ¿Se baja o no la edad de imputabilidad delictiva? ¿Sirve de algo esto o pasa por otro costado? ¿Se combate realmente el tema de la droga o es tan grande el negocio que hay muchos cómplices que miran para otro lado? ¿Hay que hacer más cárceles? ¿Se debe modificar la ley al respecto?... o ¿Hay que hacer hincapié en mejorar la educación? ¿Se tienen que tomar medidas responsables y verdaderas con respecto al trabajo de la gente que no tiene oportunidades, en vez de darles planes sociales? ¿Se deben buscar las formas para incluir a la gente que hoy es “marginal”?... No sé, es muy complejo todo, reitero, pero lo cierto es que alguien tiene que tomar las riendas del asunto definitivamente. Sabemos que ninguno de los políticos que tenemos se anima a cargar con el costo, justamente político de esas decisiones, pero los 40 millones de habitantes que somos, necesitamos que alguien deje de lado sus intereses personales, aunque sea por única vez y cambie el rumbo de nuestro destino.El tema central de la duda es saber si existe alguien que esté capacitado para semejante cambio y si éste, realmente se encuentra dentro de los visibles candidatos o tendrá que surgir mágicamente por obra y arte de la fascinación? Lamentablemente, a primer vista, no lo encuentro entre los postulados y postulantes, pero espero que, por el bien de todos nosotros, aparezca algún iluminado y se anime a intentarlo. Después de todo, son decisiones las que hay que tomar, firmes, fuertes, seguras, pero decisiones al fin, que dependen de un espíritu y alma bien intencionados, nada más. ¿Es mucho pedir? Espero que no.

sábado, 7 de noviembre de 2009

ALEJO GARCÍA PINTOS ES WALSH, ES GARDEL Y ES MI AMIGO

Cuando uno se dispone a ir al teatro, se prepara de una manera especial; ya sea por el hecho en sí, de asistir a una función representada en vivo y en directo, donde la magia del actor llega sin filtros al espectador y éste le provoca una devolución al artista, que no experimenta en otro ámbito; por la tradición heredada de nuestros mayores, de saber que el teatro es diferente a cualquier otra manifestación cultural o porque sinceramente, en los últimos tiempos más que nunca, el ejercicio de ver teatro con continuidad, ha quedado para un sector bastante minoritario de nuestra sociedad y uno, no queda al margen de esta equivocada regla del siglo XXI.
Ayer, viernes 6 de noviembre de 2009, fui a ver una función de teatro de la obra que lleva por título “Rodolfo Walsh y Gardel” en el Teatro Nacional Cervantes, marco ideal para disfrutar del ritual al que hago referencia. Digo marco ideal, porque el edificio del Cervantes es tan bello arquitectónicamente y contiene tanta historia teatral, que desde que se ingresa al hall central hasta que se retira, uno se encuentra envuelto del sortilegio que cargan esas paredes.
Ya instalado en la sala Luisa Vehil, del primer piso del edificio y después de haberme reencontrado con la afectuosa madre del protagonista de la obra, me dediqué a disfrutar del momento: primero a observar la escenografía en penumbras que mostraba una habitación con biblioteca, escritorio y una especie de cómoda, después a fijarme en la parrilla de luces sobre el escenario que se encuentra al mismo nivel del piso y en tercer orden, a contemplar a la gente que se acomodaba en sus sillas con circunstanciales comentarios personales. Rápidamente se llenó el recinto y comenzó la representación, que en realidad, con el transcurso de la actuación, se transformó en presentación fiel, cruda y real del personaje en cuestión. Él es, como el título de la pieza lo menciona, el periodista y escritor Rodolfo Walsh, quien se auto definía como un combatiente revolucionario que fue secuestrado y muerto por un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada, según relata la investigadora Natalia Vinelli.
El texto de la obra es de David Viñas, escritor y dramaturgo argentino, amigo de Walsh que creó el monólogo de ficción que se interpreta, la dirección pertenece a Jorge Graciosi, quien demuestra en la puesta una solidez y marcación definida, con matices que van de la mano del espeso clima que narra la última hora de vida del único protagonista del espectáculo.
El actor que le da vida en escena es Alejo García Pintos, que cuenta con una extensa trayectoria dentro del cine, el teatro y la televisión, interpretando disímiles personajes entre los que puedo mencionar a Pablo de “La noche los lápices”, Yeti de “Cenizas del paraíso”, otro Pablo en Campo de sangre”, Carlos en “Los esclavos felices”, Roberto de “Vivir intentando”, Evaristo de “Floricienta”, Bartolomé en “Casi Ángeles”, Pierre de “Chiquititas”, Enzo en “Chúmbale” y tantos otros nombres en programas de tele y espectáculos teatrales como “Los 90 son nuestros”, “Malos hábitos”, “Así es la vida”, “Sueño con sirenas”, “Sábato, Doménica e Lunedi”, “La Banda del Golden Rocket” y “Rincón de luz”.
Su trabajo en “Rodolfo Walsh y Gardel” es simple y natural, crudo y denso, doloroso y decisivo. Simple, porque desde su ingreso a escena, se muestra directo; natural, porque sencillamente se hace carne de quien representa; crudo, porque así lo requiere la letra que va pronunciando; denso, porque es lo que corresponde a la situación por la que atraviesa su interpretación; doloroso, porque transmite dolor real en diferentes momentos fuertes de la obra y decisivo, porque logra un trabajo impecable que estoy seguro, marcará un antes y un después en su carrera actoral.
Quiero y debo despojarme del enorme cariño que le tengo como amigo para narrarle a quien lea este comentario, ya que intento reflejar simplemente lo que me pasó como espectador común, que me conmovió, me impactó y me emocionó.
Por eso el título de este relato, “Alejo García Pintos es Walsh, es Gardel y es mi amigo”, define con exactitud mi conclusión final: es Walsh porque uno ve sobre el escenario a Walsh y no a García Pintos haciendo de Walsh; es Gardel porque además de ser el receptor imaginario del texto en la pieza teatral, es el eje central de esa frase tan nuestra, tan argentina, cuando queremos ejemplificar que alguien es o hace algo de excelencia: “¡Es Gardel...! y García Pintos en este espectáculo, invita a repetirla con ganas. Y es mi amigo, porque tengo la suerte de conocerlo hace más de veinte años y aunque en este último tiempo no nos frecuentamos como lo hacíamos anteriormente, mantengo mi enorme cariño por él, alimento la creencia de que es una persona buena, genuina y fundamentalmente, conservo la seguridad de saber que como yo estuve en momentos difíciles a su lado, de manera espontánea y natural, por ejemplo cuando falleció su padre, él haría lo mismo conmigo, en igual magnitud.
Recomiendo calurosamente que lo vayan a ver; la cita es en el histórico y bello Teatro Nacional Cervantes, ubicado en Libertad 815, de jueves a sábados, a las 19 horas, los domingos, a las 18:30 y el costo de la entrada es de $ 25 pesos. No se van a arrepentir.

lunes, 2 de noviembre de 2009

100.000 PERSONAS QUE NO MIRAN A TINELLI


El foro de Facebook que propone reunir 100.000 personas que no miran a Tinelli, me disparó una reflexión que quiero compartir, además de movilizarme a ser parte del grupo.
Muchas cosas son nocivas para nuestra cultura; no solo el programa de Tinelli, pero creo que su mayor culpabilidad en todo lo malo que estamos viviendo a nivel social, es que él, pudiendo realizar mejores productos, sin dejar de ser entretenido, divertido y pasatista, elige un contenido burdo, limitado, grosero muchas veces y de excesivo bajo nivel intelectual. Honestamente, me parece que la televisión es un medio para entretener, fundamentalmente y además puede informar, enseñar y culturizar un poco más a quienes se encuentran del otro lado de la pantalla en sus hogares, sin necesidad de hacer un bodrio de 24 horas de transmisión. Los gerentes que dirigen los canales, podrían compensar un poco más la grilla y no hacer sólo programas chatos, repetidos, sin ingenio, para ver cuántos puntos de raiting alcanzan minuto a minuto.
No está mal que Tinelli siga con la fórmula que le ha dado resultado, en definitiva, ése fue y es su negocio con el cual forjó la buena posición material que ostenta. No se puede negar su sostenida permanencia durante 20 años en los primeros puestos de popularidad masiva, pero lo que sí me parece poco feliz es que con la dimensión que ha alcanzado a nivel empresarial, continúe con la mediocridad del humor fácil, el chiste burdo y las imágenes procaces de manera insistente y reiterada. No quiero ser hipócrita en mi relato y negar que nunca me quedé mirando una buena cola en algún baile del caño, pero más allá de esta confesión naturalmente masculina, él podría ir mejorando la calidad, en vez de empeorarla. Sus defensores podrán contrarrestar que su misión en la tele no es ofrecer una estructura formativa, pero no podrán defender lo indefendible sobre su nulo aporte durante tantos años a los millones de personas que son espectadores de sus shows.
Soy cantante y formo parte del medio artístico desde hace 25 años y nunca necesité estar en los programas de Tinelli para subsistir; nunca he ido ni siquiera como invitado a ninguno de sus ciclos (a lo mejor porque tampoco le interesaba mi presencia), pero a lo largo de todo este tiempo tuve propuestas para aparecer en alguno de sus espacios; tengo muchos amigos que lo han hecho, inclusive que han sido empleados de su productora Ideas del Sur y no los critico, al contrario, estamos en un país democrático y lo mejor de la democracia es que permite la libertad de pensamiento y expresión, pero reconozco que en nuestro medio, la industria se ha modificado mucho y se cerró a un segmento muy limitado de posibilidades concretas de trabajo, entre los cuales se encuentra la empresa de Tinelli.
Sumo a este tema puntual, mi visión sobre él por lo que ha significado a través del tiempo para el desmedro de los artistas, a exponerlos al ridículo una y otra vez sin importarle las consecuencias profesionales, al menospreciar a los cantantes que lo visitaban en “Ritmo de la noche”, después en las grotescas cámaras ocultas de “Video Match” y por último, en el triste papel de jurados de personas que se muestran en disciplinas que no dominan e intentan saciar el morbo ajeno de verlos en lugares donde nunca se mostraron y rozan lo patético, en “Show Match”. Nobleza obliga y tengo que exponer también que muchos han aceptado las reglas del juego y fueron cómplices de ese manoseo del que hago referencia.
Estamos en una época difícil en muchos aspectos y lo artístico, no queda al margen, por eso entiendo que entre las cien mil personas que se sumen al perfil de Facebook, encontremos escasos artistas en su lista. Por las dudas algunos, por temor otros, por convicción otros más, por si mañana necesitan trabajar en alguna novela o programa de entretenimiento y/o musical que Don Marcelo produzca, algunos más..., acepto que haya mayoría de gente que trabaja en otro rubro que no sea el artístico. Pero como siempre pensé que lo primordial es tener la conciencia tranquila y no traicionar los ideales por el mejor postor, me banco lo que digo y escribo en letra mayúscula por no pensar en voz alta, que si estuve 25 años sin depender de Tinelli, con épocas económicas y espirituales buenas, muy buenas, excesivamente buenas, malas, muy malas y exageradamente malas, puedo estar otros 25 años sin cantar, actuar, bailar, nadar y cuanto ar haya quedado, en lo de Tinelli. Y me agrego al perfil de los cien mil que no miran a Tinelli.
* Evidentemente, somos más de 100.000 que no vemos el programa, ya que ahora el sitio cambió su título por "250.000 personas que no miran a Tinelli"; se superó rápidamente la cifra inicial con adeptos a la iniciativa planteada (03-11-09)
** Sin duda alguna, hay muchos más que coinciden en no ver el ciclo, porque el número creció y la apuesta es ahora por 500.000 argentinos que sincronicen en la misma dirección de evitar ser espectadores del producto "tinelliano"(10-11-09)

domingo, 11 de octubre de 2009

TRISTEZA

La tristeza se relaciona directamente con la nostalgia, el recuerdo de algo que no se volverá a vivir, saber que nunca más podremos disfrutar la compañía de alguien, asumir que el pasado es eso, pasado e irreversiblemente no regresará jamás... Estoy triste hoy, domingo 11 de Octubre de 2009 porque ayer falleció Luis Aguilé, a los 73 años, de cáncer. Hacía un largo período que no lo veía ni hablaba con él; sabía de su enfermedad desde hace unos meses y en cuatro oportunidades amagué con llamarlo a Madrid, España para escucharlo y decirle que mi afecto por él se mantenía como siempre. Pero no lo hice. El hecho puntual de no comunicarnos desde bastante tiempo, me hacía difícil encontrar la forma de evitar que se diera cuenta del llamado de despedida. Quizás, era más simple levantar el teléfono, discar 0034660139036, decirle lo que sentía y cortar. Pero no lo hice. No sé si estoy arrepentido de no haberlo hecho, a lo mejor sí, pero en otro sentido, pienso que me hubiese dolido mucho escuchar su voz quebrada, sin aire, sumamente desmejorada como me habían dicho que se escuchaba en las últimas semanas.
Prefiero quedarme con el recuerdo de su voz en “Cuando salí de Cuba”, “Ven a mi casa esta navidad”, “Miguel e Isabel” y “A pesar de mi experiencia”, canciones suyas que son la demostración más firme de que él no era solo autor de canciones livianas y divertidas como “El Tío Calambres”, “El Frescales” y “Soy laburante”, por ejemplo, sino que además de su capacidad profesional como compositor y artista tenía un sentido popular que lo hacía generador de temas como “Con amor o sin amor”, "La vida pasa felizmente" y “Amor de flacos”, que después de 30 años, se sigue coreando entre las hinchadas de fútbol con ese estribillo inolvidable que dice: “Flaco no te vayas, flaco vení, quedate un poquitito, no seas así”.
A nivel artístico, es uno de los cantantes pioneros en aquello de las vestimentas llamativas; en sus comienzos, a mediados de los años ´50, se caracterizaba por sus camperas juveniles y pantalones a la moda. En estos últimos años, las nuevas generaciones lo asumían como símbolo pintoresco por sus variadas y coloridas corbatas, su acento tan personal y su postura simpática ante algunos que lo tomaban “a la chacota”, cosa de la que él era partícipe con el gran buen humor que lo caracterizaba y ensamblando esta característica en la última película que protagonizó junto a Diego Capusotto, “Soy tu aventura”. Más allá de esta imagen bizarra que se mostraba de él tanto en Argentina como en España, ha sido un hombre muy culto e inteligente, además de un gran showman, de los que ya quedan pocos. Ha escrito varios libros interesantes y fue finalista de los Premios Planeta dos veces, en 1984 y 1989. En una obra muy poco conocida a nivel masivo, de la que soy testigo de años de trabajo suyo, musicalizó el poema narrativo gauchesco Martín Fierro de José Hernández y escribió diversas obras de teatro, comedias y musicales.
Mi relación de afecto con Luis, data desde que yo era muy chiquito, ya que su amistad con mi padre, hizo que lo conociera a muy temprana edad; con los años y cuando decidí dedicarme a la música, él estuvo cerca en mis comienzos y hasta me escribió una canción para el primer disco que grabé. Más adelante, actuamos juntos varias veces, una temporada conjunta en Mar del Plata, una gira por Latinoamérica, un valsecito peruano de su autoría que grabamos a dúo e infinidad de momentos compartidos fuera de los escenarios que acrecentaron nuestro común afecto. Yo lo quería mucho y sé que él también a mí y a toda la familia; su entrañable cariño por mi viejo, que también lo sentía muy cercano, su bondad de siempre hacia mi madre (la de él y su mujer Ana) y la sensible expresión cariñosa que expresaba cuando se refería a mis hermanos.
Podría seguir volcando sensaciones propias, anécdotas y frases del querido Luis, pero me parece mucho más elocuente, reproducir gráficamente algunos mensajes que encontré en los comentarios que dejaron algunos lectores en distintos portales de diarios argentinos y españoles para reflejar lo que Aguilé dejó en aquellos que lo conocieron personal y artísticamente:
- Es una lata el trabajar, todos los días tener que madrugar..." Entrañable el hombre. Miembro de los Amigos de La Gran Vía de Madrid y autor de una canción universal que ya consta con letras de oro en la historia de la música popular: "Cuando salí de Cuba". En fin, a todos nos llega el momento. Que Luis sea feliz donde esté. Se lo deseo de corazón.
- Descansa en paz, "tío simpático y enrollao".Era muchísimo más inteligente y más artista genial de lo que nos quiso vender el sistema otrora.
- No solo fue cantante, también fue escritor y dos veces finalista del premio planeta Descanse en paz, querido Luis.
- Me trae recuerdos muy tiernos de mi infancia. D.E.P.
- Luis, tú fuiste un referente de distensión, alegría y risa para muchos españoles que por aquellos años éramos jóvenes o empezábamos a hacer nuestros pinitos en el estado adulto. Tenías la gracia a raudales. Siempre la tendrás. Y a pesar de lo que algunos miserables -los menos- decían por allí y querían ridiculizarte, siempre te recordaremos con cariño. Descansa en paz Luis.
- Gracias por tus canciones y por tu carácter; te recordaré y te seguiré admirando cada vez que oiga, “Dile”, “Fanny”, “Miguel e Isabel” y tantas. Gracias y allá donde estés, tararea tus canciones.
- Se nos ha ido un cachito del corazón a todos los que éramos chicos cuando escuchábamos sus canciones infantiles.
- Para mí, por encima de las parodias más o menos afortunadas que siempre se hicieron de él, un auténtico fenómeno. En mi discoteca sentimental tienen un lugar de honor dos de sus canciones: "Camina, camina", un auténtico antídoto contra depresiones; y un tiernísimo pseudovillancico, "Ven a mi casa esta Navidad". Esta Navidad y siempre te recordaremos, Luis.
- Guardaré siempre un magnífico recuerdo de Luis Aguilé. Mis condolencias a sus allegados y que descanse en paz. Descanse en paz un gran artista, cuyo único propósito siempre fue el de entretener.

sábado, 8 de agosto de 2009

ESTAMOS EN EL HORNO


La frase "Estamos en el horno" ha dejado de ser una simple mención irónica a nuestro presente social para convertirse en una triste y cruda realidad. Entre las horrendas presentaciones de este señor desequilibrado que se hace llamar Zulma Lobato, al que una manga de inescrupulosos, que han logrado contagiar a otra yunta de imberbes (por no decir imbéciles, que suena un poco más fuerte, aunque no alcanza el grado de agresión verbal que se merecen), que se transforman en cómplices para divertirse y creer que divierten al público (cosa que lamentablemente muchas veces sucede, hago mea culpa de quedarme viendo anodadado ante el aparato de TV las inverosímiles situaciones, dichos y acciones de "este viejo loco", según lo denomina Lucho Avilés) y la anunciada venta de entradas anticipada para la obra de teatro que producirá Javier Faroni y protagonizará Jorge Rial, con libro y dirección de Manuel González Gil (¡Por favor! ¡Estoy podrido que con la justificación de que "hay que comer" o "hay que mantener a la familia" se acepte cualquier propuesta para justificar una acción por lo menos dudosa, culturalmente hablando), estamos, literalmente, "en el horno".

Un horno que viene a fuego lento desde hace muchos años y por el que han comenzado a ingresar personas y personajes, todos mezclados entre sí, formando parte de un conglomerado de feria, que se ha transformado en lo que pareciera ser lo único que da resultado al tan ansiado rating por el cual se desesperan los directivos de los canales de televisión.

Muchos de los que hoy se encuentran involucrados recorriendo este ríspido camino hacia la fama y penosa trascendencia masiva, son los que en otra época criticaban y/o ponían en tela de juicio esta clase de especimenes mediáticos. No me estoy refiriendo, por supuesto, a intelectuales ni mucho menos, pero sí a muchos hombres y mujeres del medio que con posturas “progre”, intentaban diferenciarse de ellos, anteponiendo una distancia moral y ética, que hoy se ve revuelta como en una licuadora y plantea una pregunta: ¿Todo está permitido por lograr dinero? Yo creo que no, por lo menos es lo que mis padres me han enseñado a lo largo de la vida y lo que intento inculcarles a mis hijos en estos días. Porque sino, con este criterio mercantilista que hoy predomina la escena social al que hago referencia, todo estaría permitido. Cualquiera se corrompería por dinero, cualquiera se prostituiría por dinero, cualquiera se vendería por dinero, con tal de alcanzar la meta material deseada. Y no es así, lo afirmo desde mi humilde lugar de ciudadano y también de artista.

Permanentemente nos están enviando mensajes equívocos desde los medios gráficos, radiales y televisivos que marcan estereotipos complicados, ejemplos poco sanos y morales dudosas que determinan parámetros difíciles para los más jóvenes (o por lo menos, eso es lo que nos quieren vender desde el marketing y la publicidad). Creo que existen muchas personas, la gran mayoría podría decir, que tienen claro cuáles son los lineamientos normales para inculcarles a los niños y adolescentes de hoy. No soy moralista, ni mucho menos (mis amigos más cercanos son testigos de que no), pero me parece que debemos tomar conciencia los que entramos en los cuarenta y los de treinta también, que el futuro nos depara algo mejor y no peor. Sería muy triste, creer que lo que viene es caótico, desesperanzador y negativo, todo lo contrario; creo que el destino que tenemos que lograr es optimista, esperanzador y positivo. Está en nosotros, los ya adultos (por decirlo de alguna manera) revertir esta creencia errónea. Y la mejor manera de hacerlo es con hechos, con acciones y concreciones de esas acciones.

Deberíamos reacomodar los roles (me aparto de lo general y vuelvo al tema puntual que inició este comentario) y separar las necesidades. En el medio artístico, siempre hubo diversidad de propuestas y variedad de elección; todos tienen derecho a expresarse de la manera que quieran y puedan, pero cuando la confusión es tal, comienzan a desvirtuarse esos lugares a los que creo deberíamos acomodarnos nuevamente. El que es actor, es actor, el que es cantante, es cantante, el que es conductor, es conductor, el que es bailarín, es bailarín y así continuar enumerando la inmensidad de alternativas que existen dentro del arte. No quiero decir con esto que el que actúa no puede conducir, ni que el que canta no puede actuar, ni que el que baila no puede cantar, sino que sería mucho más armónico para el público y el medio mismo que cada uno se ubique en el espacio al que corresponde.

No nos vamos a engañar, siempre hubo de todo y para todos; el talentoso e inolvidable Enrique Santos Discépolo escribió en 1934 lo siguiente:
Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé...(¡En el quinientos seis y en el dos mil también!). Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublé... Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldá insolente, ya no hay quien lo niegue. Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos... ¡Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor!... ¡Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador! ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! ¡Lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, ¡da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón!... ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón! ¡Cualquiera es un señor! ¡Cualquiera es un ladrón! Mezclao con Stavisky va Don Bosco y "La Mignón", Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín... Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remaches ves llorar la Biblia contra un calefón... ¡Siglo veinte, cambalache problemático y febril!... El que no llora no mama y el que no afana es un gil! ¡Dale nomás! ¡Dale que va! ¡Que allá en el horno nos vamo a encontrar! ¡No pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao! Es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata, que el que curao está fuera de la ley...

Dejemos de ser tan hipócritas (un poco, bueno... pero tanto, es demasiado) y hagamos entre todos un medio mejor, no peor. Actuemos, cantemos, bailemos, animemos, escribamos, dirijamos, recitemos, compongamos, produzcamos, publicitemos, en fin, hagamos todo lo que sabemos y podamos hacer, pero en un marco de respeto, sensibilidad y criterio artístico noble y natural. Quizás es muy ingenuo de mi parte pedir una concientización general de todos los que participan de esto, pero a lo mejor, algunos revierten el envión curvilíneo que iniciaron y enderezan el trayecto recorrido a tiempo.

viernes, 19 de junio de 2009

TODO TIEMPO PASADO ¿FUE MEJOR?


Son tiempos de escasas novedades musicales, demasiados tributos al pasado y promocionados regresos de bandas emblemáticas. La industria de la música vive un momento de profunda incertidumbre creativa que pone en evidencia un estigma recurrente que tiende a reflexionar sobre la importancia del talento y la creatividad artística de otras épocas sobre las actuales. El público se adapta a las circunstancias de pocos talentos presentes y mucho reciclaje de lo ya creado y se deja llevar por las corrientes que el medio le propone, bajo una resignada adaptación de críticos y especialistas.

La aparición de la tecnología en el siglo XX, fue el factor determinante para que la difusión masiva de la música se transformara en el eje mundial de los ruidos. La realización ejecutiva de las creaciones artísticas, volcadas en grabaciones experimentales en un comienzo, perfeccionadas progresivamente con el correr de los años y logrando un nivel de calidad extraordinario en la actualidad, hicieron que la radio en una primera etapa, los equipos de audio, después y la televisión más tarde, permitieran el acceso masivo a los innumerables sonidos creados bajo la bandera del arte musical.

Las distintas danzas se transformaron en protagonistas absolutos de las relaciones humanas y sirvieron para que millones de personas se interrelacionaran por medio de cadencias y movimientos inspirados por esas diversas melodías que golpean almas, mentes y corazones, provocando infinitas sensaciones emocionales que no se pueden explicar con palabras, justamente porque la música contiene esa magia especial de transmitir sentimientos que logran transportarnos en el tiempo, produciendo huellas espirituales intraducibles. Cuando niño, mi padre siempre me repetía una frase que hoy yo le traspaso a mis hijos: "la experiencia no es transferible" y es muy cierto; por más que uno se desviva en querer volcar las vivencias propias en otros, es imposible que ese otro las aprenda sino las sufre en carne propia y la música logra a la perfección la esencia de esa expresión, solo el que la vive, en distintas circunstancias y momentos, sabe lo que le produce internamente.

La necesidad de creación y recreación sobre esa enorme cantidad de expresiones musicales existentes, hace que la renovación haya sido una constante en la búsqueda de nuevos sonidos y lenguajes rítmicos durante gran parte del siglo pasado, pero a partir de los inicios de la nueva era, pareciera que un pozo gigante de vacío creativo haya absorbido a gran parte del ámbito musical y el talento quedara adormecido entre lo que fue y lo que es. Las nuevas búsquedas siempre son bienvenidas y mucho más en un clima tan amplio como el de la música, pero esos caminos investigativos sobre nuevas variantes y alternativas, se vieron empantanados por una corriente moderna, que hizo hincapié en modificar esencias por creencias y comenzó a mencionar, como ejemplo simbólico de esto que señalo, "tocar" a "pasar" música.

"Todo tiene que ver con todo", recalca un conocido amigo conductor (Pancho Ibáñez) y los cambios sociales, políticos, culturales y psicológicos que acompañaron el transcurso del tiempo y la evolución (¿o involución?) del mundo actual, hacen que la música no quede al margen de esas modificaciones. El enorme proceso de cambio y de poca creatividad, entró en una meseta a partir del nuevo milenio (casi podríamos decir que desde la última década del siglo pasado) y nada indica, por ahora, que este lamentable hecho vaya a revertirse, por lo menos, rápidamente.

Para no volcar toda la culpa sobre la falta de sorpresa y/o talento de los artistas, es justo aclarar que la industria del disco tiene mucho de responsabilidad en todo esto, ya que cada vez son menos las compañías discográficas que producen y apoyan nuevas iniciativas, escudándose en temas económicos y de piratería masiva debido a los sitios de internet que, según el medio, está acabando con la industria en sí y para ser honestos, si reflexionamos un poco, nada más, nos daremos cuenta que ellos mismos fueron los que incentivaron el negocio paralelo de venta a menor precio, ya que un disco no puede valer en el mercado legal, 10 veces más del costo original de producción, por más que la excusa de los directivos de los sellos más representativos siempre sea la misma: el gasto de realización y promoción que conlleva cada disco editado.

Frente a este panorama desalentador, muchos empezaron a echar mano sobre el pasado y canciones que en otras épocas sonaron a rabiar, se hicieron conocer masivamente y consagraron a centenares de artistas, vuelven a grabarse en las interpretaciones de esos mismos artistas o en otros, que REversionan los temas, con aires REciclados, apoyándose en esos éxitos que vuelven a serlo para las nuevas generaciones que los descubren y las antiguas que los REdescubren. En su gran mayoría, todo lo que en la actualidad suena es REcuperado, REconvertido o REgenerado y sacando algunas contadas excepciones de fusión interesantes y timbres experimentales, de nuevo, casi nada y de esto, muchos, ya estamos REpodridos. Y lo digo yo, que estoy preparando la edición de un disco con nuevas versiones de mi amigo Leonardo Favio, con motivo de un tributo que quiero rendirle en vida.

Como en tantas otras circunstancias de la vida que nos toca transitar, somos testigos de una paradoja casi insólita; como pocas veces, la industria de la música mueve fortunas (de manera legal e ilegal, por supuesto) y las cifras de ventas de música grabada, aún con el flagelo de las copias "truchas", son impresionantes. El público, en forma multitudinaria, se moviliza de estadio en estadio y teatro en teatro para escuchar música en vivo, cualquiera sea la oferta artística (infantil, adolescente o adulta) y deja en las arcas de los empresarios organizadores de espectáculos, cifras millonarias en dinero constante y sonante.

Muchas cosas se han modificado desde la época donde brillaban las grandes orquestas de jazz o las típicas de tango y tantas otras se transformaron en cuanto a la relación de los músicos en general con respecto a los directivos discográficos y empresarios de la industria, que mantenían una ríspida relación por posiciones encontradas referente al negocio en sí y que hoy, lavando asperezas, poco importan a unos y a otros en pos del bien común, en cuanto a conveniencias económicas se refiere. Los únicos que se encuentran desorientados y confusos son los críticos especializados, por no poder analizar los discos y shows con amplitud de opinión, ya que se encuentran frente a la dificultad de tener que repetir conceptos debido al sonido estandarizado de una gran mayoría de artistas, que reiteran fórmulas producción tras producción y espectáculo tras espectáculo.

Si nos ocupamos del público, tenemos que hacer referencia al conformismo que prima en ellos, ya que si de cantantes melódicos hablamos, no descubrimos nada si decimos que Luis Miguel, Ricky Martín, Chayanne, Alejandro Sanz o Ricardo Arjona reinciden en métodos utilizados hace mucho tiempo atrás por ídolos populares como Sandro, Palito Ortega, Leonardo Favio, Dyango, Nino Bravo y Julio Iglesias, por mencionar algunos de los más representativos del género. En el rock, las bandas actuales se siguen pareciendo a lo que hace años iniciaron Los Beatles, Los Rolling Stones, Génesis o Queen, con la diferencia que la gran mayoría carece del talento original de aquellas formaciones de avanzada. En cuanto a tango se refiere, somos testigos de la poca creatividad que reina en el ambiente y la vuelta al ritmo del 2 x 4 de los años ´20, ´30, ´40, ´50 y ´60 de los que quieren "renovar" la tradición de la música que únicamente fue innovada de manera brillante por el inigualable Astor Piazzolla. El jazz es el único rasgo de vitalidad que existe hoy dentro de la música, intentando recorrer nuevos horizontes, a través de muchos intérpretes con cierto grado de investigación y evolución, sin perder de vista que otra gran cantidad de grupos, formaciones y big bands continúan con los modelos que inventaron sus maestros hace 60 o 70 años atrás.

Para no cerrar esta nota con un gusto desagradable en el paladar, quiero dejar en claro que soy ante todo optimista de las fuentes creativas jóvenes y que esos músicos que quizás hoy no tengan espacio visible dentro del medio, en algún momento, saldrán a la luz de una forma u otra porque el talento, muchas veces, se puede ocultar de diversas maneras, pero jamás se puede matar, por más que algunos “comunicadores” se esfuercen por demostrar lo contrario.

jueves, 18 de junio de 2009

CHAU FER














Es un día raro para mí, bastante raro. La palabra raro, según el diccionario de la Real Academia de la lengua española, significa algo que se comporta de un modo inhabitual, extraordinario, poco común, escaso en su clase o especie. Y yo, hoy jueves 18 de junio de 2009, me siento así: raro.
Ayer falleció un amigo mío de la infancia, Fernando Peña, con quien viví infinidad de momentos, compartí navidades, años nuevos, juegos, tardes, noches, mudanzas, salidas, alegrías, tristezas…
Nuestros padres (José Gabriel “Pepe” González Peña y Orlando De Benedetti) eran íntimos amigos, nuestras madres (María José “Malena” Mendizábal y Celia Marta Lombardo) no lo eran tanto pero tenían un grado de relación que podría catalogarse de cotidiana, afable y hasta confidente, en muchas oportunidades.
Mi afinidad con Fernando y su hermano Federico era natural, casi familiar; nuestros padres compartían relaciones personales y negocios en común, por ende, estábamos mucho juntos. En su casa, en la mía, fines de semana enteros en “Embrujo”, una pileta que competía con “Sunset” en la zona norte de Buenos Aires, que era propiedad de mi viejo, paseos inolvidables al “Ital Park”, mañanas que para nosotros eran interminables en estudios de radio donde su padre conducía y el mío producía, horas correteando por canales de televisión como el 7, 9 y 11 en distintos años, mientras nuestros viejos grababan programas como “Esta Noche” o “El Ancho Mundo de los Deportes”, salidas pre adolescentes al cine y después a comer la pizza de “Kaskote”, carreras de bicicletas por las calles de La Lucila, en fin… un montón de momentos que a esa edad se viven como deben ser: frescos, naturales, libres, sin preocupaciones y hoy, después de muchos años, se recuerdan con cariño, ternura y nostalgia.
No voy a volcar en este texto detalles personales, anécdotas íntimas, algunas que he compartido, otras que conozco por su voz y algunas otras por sus padres y los míos.
Tampoco me voy a referir a su historia artística, ya que mucho se ha conocido en estos años y mucho más se ha escrito en estos días en diarios, revistas y páginas de Internet.
Simplemente quiero volcar mi sentir y dejarlo escrito. El sentimiento de la ausencia es indescriptible; yo la he vivido intensamente y aún la sufro desde hace exactamente 20 años, cuando murió mi padre. Obviamente, no son iguales las sensaciones que se perciben tras la muerte de un padre a la de un amigo, pero sí el vacío produce algo similar; en otra dimensión, con otra intensidad, desde distintos lugares, pero con el mismo efecto desolador.
En honor a la verdad, con Fernando no nos frecuentábamos seguido, pero cada vez que nos veíamos, nos envolvía ese halo mágico que cargábamos desde niños con tantas cosas compartidas y nos repartíamos cariño, calidez y amor. Me lo expresaba de diferentes maneras, con invitaciones a su “Parquímetro” en radio La Metro para apoyarme artísticamente desde su lugar, con sus modos, sus personajes inigualables, irrepetibles, anteponiendo siempre respeto y por sobre todas las cosas, afecto, que era lo que yo sentía las veces que estuve en el estudio o salí al aire por teléfono en el programa. Con la alegría de dejarme entradas para sus espectáculos, en Buenos Aires o Mar del Plata, con el cariño hacia mi madre cuando la volvió a ver después de tantísimos años, con las llamadas o mensajes que nos dejábamos a través del teléfono, con las charlas que mantuvimos en sus anteriores internaciones, con su ternura al recibirme junto a mi hermano en el camarín y emocionarse por verlo tan grande a Lucky, con sus actitudes de generosidad artística, cargadas de amor genuino al referirse a mí en sus espectáculos, con su emoción franca al conocer a mi hijo Luca, en fin… podría seguir, pero no quiero aburrir ni aburrirme entrando en lugares comunes. Simplemente, dejar testimonio de mi tristeza, de mi profunda pena por saber que no lo volveré a ver más y que nos quedamos sin un artista único, inimitable, despojado de toda hipocresía, seriamente crudo, extremo, inteligente, creativo, irreverente, sensible, tierno, contradictorio y apasionado.
Chau Fer, que en paz descanses.