Cuando intentamos lograr un objetivo, una de las características que nos define, es el temple y también la actitud que empleamos mientras lo alcanzamos hasta concretarlo. A lo largo del camino, he visto de todo y me he cruzado con muchos, que con el correr del tiempo, quedan en evidencia, revelando sus mezquindades y sordideces, por más metas conquistadas o dinero obtenido en sus haberes. Por suerte, nunca perdí mi eje, y mucho menos, mi esencia. Podría tener mucho más de lo que atesoro, pero no me quejo porque son decisiones de vida; en definitiva, la existencia es una constante sucesión de decisiones y siempre prioricé el sentimiento ante lo material.
Crucé la meta, y aunque, simbólicamente, hay varios que llegaron delante mío, me quedo con el triunfo interno y personal. El que se la cree, pierde, y el que no, el que en realidad sustenta su naturaleza, más temprano o más tarde, siempre gana. Eso hice, eso hago y eso haré, anteponer siempre mi corazón.