La disyuntiva que a veces me planteo entre las apariencias físicas, la juventud, el paso del tiempo, la candidez novel y la experiencia vivida, hace que encuentre un supuesto “ideal” (que a muchos les parecerá delirante… ¡y lo es!, pero no me importa) para que el avance natural de los años, no sufra el declive lógico del cuerpo y a su vez, transcurra el paso del tiempo cronológico sin dar muestras visibles de vetustez. Es inevitable crecer, y bienvenido sea ese progreso por el desarrollo intelectual, pero sería mucho más bondadoso con nuestra fisonomía, mantener las formas físicas de los años tersos y gallardos. Que la vida avance su natural evolución, pero que nos permita vernos medianamente frescos y rozagantes para una devolución placentera a la vista cuando nos miramos al espejo. Puede sonar trivial y ahuecada la utópica idea, pero sería mucho más reconfortante al espíritu, indudablemente. Hay que adaptarse a la realidad y sería absurdo escapar de lo inevitable, (de hecho, lo hago con naturalidad y seguridad), pero, en plan de fantasear, no estaría mal que existiera esa posibilidad para los que quisieran elegirla. Asumo y valoro el tiempo vivido, también venero el actual, pero no estaría mal quedarse con la mejor imagen propia que cada uno quisiera perpetuar de sí mismo. Todo lo demás, que siga su curso natural… La única que transforma la realidad con fantasía es la magia, pero en el fondo, sabemos que es solo una ilusión… esto que comparto, también lo es y hay que aceptar lo que nos toca en suerte. ¡Qué che va a haché! Ja ja ja!
