
Cuando un gobierno pierde el rumbo, suele construir enemigos internos como estrategia para distraer, polarizar y evitar hacerse cargo de su propio desastre. Están destruyendo absolutamente todo y entre tantas cosas, se proponen romper el tejido social y las distintas áreas medianamente bien constituidas. La cultura es una de ellas y entre semejante calamidad social y económica, van contra todo, incluso contra los derechos que nos corresponden a quienes creamos e interpretamos distintas obras artísticas. A puro decreto (que muchos legisladores que hoy se llenan la boca haciéndose los ofendidos, le votaron), el gobierno vulnera las normas legales constitucionales. Cuando el poder se usa para castigar a la mayoría del pueblo y beneficiar a un sector minoritario que se enriquece cada vez más, profundiza desigualdades que son muy complejas de reconstruir. El autoritarismo, la agresión y la prepotencia no corren más. Los habitantes de Argentina queremos vivir en paz, sin tanta puteada desaforada, sin tanta arrogancia desequilibrada y sin tanto enfrentamiento forzado. Basta de insultar y bastardear a quien no coincide ideológicamente con el oficialismo. La mayor parte de la población quiere convivir en armonía y con tranquilidad, sea lo que sea, peronista, comunista, kirchnerista, macrista, libertario o boy scout. No se gobierna por decreto, despreciando las instituciones y la convivencia democrática. Esto está llegando a un límite y, lamentablemente, será caótico para todos si no reaccionamos. No pasa por ser de un partido determinado, pasa por tener empatía y ser solidarios con los ciudadanos y con los que votaron y no votaron al gobierno. ¡No se gobierna solo para un sector, sino para todo el país!