MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

lunes, 8 de diciembre de 2025

JUVENTUD INTERIOR

Hace unos días escuché al periodista español Iñaki Galibondo decir algo sobre la vejez que me llamó la atención. Reflexionaba con inteligencia y lucidez sobre el envejecimiento y lo denominó como un proceso de despedidas; uno está permanentemente despidiéndose, inmerso como en un juego de despedidas. Vamos despidiendo algunas capacidades físicas que tuvimos y se van disipando, vamos perdiendo amigos, gente que hemos conocido, cosas que hemos vivido, ilusiones que nos hacían soñar, en fin, poco a poco, vamos despidiéndonos. Por supuesto que hay que saber despedirse con dignidad y serenidad, es lo más apropiado. También vamos despidiéndonos de la capacidad de fascinación, de asombro, de idealización, porque a medida que crecemos, ya casi no nos deslumbra, tanto, nada. Y el dilema que yo veo en todo esto es que las despedidas, casi siempre, tienen un sabor nostálgico, melancólico, triste, doloroso y es algo que no quiero para mí. Amo la juventud y todo lo que implica ser joven: tener audacia, coraje, fuerza, energía, descaro, inconsciencia, desparpajo, atrevimiento, decisión… El hecho de crecer cronológicamente no significa que uno tenga que añejarse intelectualmente, por eso trato de mantener mi espíritu movilizado, mi cabeza impulsada y mi alma estimulada sin pensar en los años que voy cumpliendo. Algún analista agudo podrá pensar que estoy intentando negar lo inevitable, que es hacerse adulto mayor; al contrario, creo que el hecho de nutrirse de esperanza, ánimo y deseo, es sustentarse a sí mismo desde el crecimiento natural, pero fortaleciendo la esencia de la juventud interior. Cierro el comentario con mi agradecimiento sincero a todos los que me saludaron desde antes de ayer, de distintas formas, en mi cumpleaños. Gracias, de verdad.