No es éste espacio un lugar necrológico, ni nada que se le parezca, pero en los últimos tiempos las muertes de artistas sobresalientes que admiro, hacen que quiera volcar aquí, algo de lo que han significado para mí y dejar registro en este pequeño rincón cibernético, de la dimensión artística y el talento de estas figuras.
Hace cuatro días atrás, pasaba a la eternidad, nuestro querido “Flaco” Spinetta, grande entre los grandes de nuestra cultura argentina, a quien dediqué, humildemente, un recuerdo afectuoso de mi admiración a su obra y su persona y ayer, después de conocerse la noticia del fallecimiento de Whitney Houston, me produjo también tristeza, saber que otra gran artista, en este caso estadounidense, dejaba de existir físicamente a una edad tan temprana.
La vida nos brinda muchas opciones de cómo transitarla, y cada uno de nosotros lo hacemos como nos sale, como queremos y/o como podemos; Whitney conoció lo mejor y lo peor, en todo sentido, en lo artístico, en lo social, en lo comercial y en lo humano. Es muy lamentable perder personas con tanto talento, que se destacan del común denominador y llegan a la gente desde un lugar absolutamente único y diferente. Y mucho más, cuando las partidas se concretan siendo tan jóvenes. Es inevitable hacer referencia a Michael Jackson, que también murió joven y en circunstancias más o menos similares o por lo menos, relacionadas a problemas de adicciones, al igual que Elvis Presley o tantos otros que tienen como denominador común, quizás, el estigma de no poder manejar o no saber cómo afrontar lo que les tocó en suerte: ser nada más y nada menos que “elegidos”, “fueras de serie”, “originalmente extraordinarios” para el resto del mundo.
Whitney Houston es en mi parecer, una de las cantantes más increíbles que haya escuchado, junto con Barbra Streisand, Aretha Franklin, Mariah Carey, Celine Dione y muchas otras, pero ella, además de su inigualable voz, tenía el plus de su “ángel”, de su belleza, de su carisma y su personalidad. Una artista única, magnífica, que tan solo vivió cuarenta y ocho años y que seguramente, se transformará de aquí en más en historia sobresaliente de la música mundial.
Su voz es mágica, era mágica, tenía casi todos los matices que se pueden pedir en una cantante: dulzura, intensidad, calidez, potencia, emotividad, sostenimiento, afinación, color, aire, expresión, interpretación, en fin… rozando la perfección vocal, sumado a la bella presencia física que había heredado, su simpatía, espontaneidad y solvencia profesional. Whitney era puro talento, por eso duele profundamente que se haya ido tan joven, porque indudablemente, nos privó de seguir disfrutándola en toda su plenitud.
Las cifras de venta, los premios y las estadísticas, dan como antecedentes suyos, la dimensión de lo que significó Whitney Houston: 415 premios, entre los cuales se cuentan 2 galardones Emmy, 6 distinciones Grammy, 30 lauros Billboard Music Awards, 22 American Music Awards y más de 170 millones de discos vendidos. Es la cantante femenina que logró el récord de venta de su álbum debut con 30 millones de copias en la historia de la música y se transformó en la primera mujer que más semanas estuvo en la primera posición de las listas de éxitos, durante más de un año. Su canción “I will always love you” se convirtió en el disco simple más vendido de la historia por una artista femenina. En el año 2001, firmó el contrato más alto de la historia con la compañía discográfica Arista por 140 millones de dólares. Incursionó en el cine y su primera película “El Guardaespaldas” junto a Kevin Costner, se transformó en la banda de sonido más vendida de todos los tiempos, alcanzando el puesto número 3 de los 100 álbumes más vendidos en la historia. Números impresionantes que más allá de la frialdad que conllevan estos registros, hablan de la inigualable significación artística que tenía Whitney Houston. Y también demuestran que por más millones, trascendencia, logros, fama y éxito profesional que se tengan, si no nos rodea una familia que nos contenga, la calidez necesaria, el afecto sincero, el amor desinteresado de amigos y parientes cercanos, nada sirve, nada tiene sentido, nada es más importante.
La tragedia de una superestrella
Pasar de oír la inconfundible voz de Whitney Houston en las décadas de 1980 y 1990, a ver su cuerpo adelgazarse y su voz deteriorarse en los últimos 10 años fue una experiencia impactante para todos sus fanáticos.
Su serena imagen, que se iluminaba al entonar esa voz majestuosa, se vio trastocada en los últimos años de su carrera y se convirtió en el guión de una historia de suspenso que invadió las portadas de los periódicos sensacionalistas.
Houston nació con unos genes musicales inusuales: era hija de la cantante de gospel Cissy Houston, prima de la diva del pop en la década de 1960 Dionne Warwick y ahijada de la legendaria y reina del soul Aretha Franklin.
Desde que tenía cinco años, Houston estaba entonando canciones de gospel en New Hope Baptist Church, una iglesia cristiana en New Jersey.
Pasó su niñez haciendo las segundas voces de artistas como Chaka Khan y Low Rawls, así como las de su madre.
El acenso
Pronto fue motivo del interés de Clive Davis, dueño de Arista Records, un bar en Manhattan, y, a los 19 años, ya se podía considerar una artista de reconocimiento.
Davis solo dejó que los compositores más prestigiosos hicieran parte del equipo que produjo el primer álbum de Houston, "Whitney Hoston". Cuando fue lanzado, en 1985, se convirtió en el disco más vendido de una artista debutante.
Dio con diferentes éxitos, varios de los cuales ganaron premios Grammy, como "Saving All My Love for You", "How Will I Know", "You Give Good Love", y "The Greatest Love of All".
Houston se dio el lujo de ser más exitosa que los Beatles, al tener siete veces consecutivas el sencillo número uno de las listas estadounidenses.
En 1987 sacó un nuevo álbum, "Whitney", donde se encuentran las célebres canciones "Where Do Broken Hearts Go" y "I Wanna Dance With Somebody".
Para finales de la décad de 1980 ya se había convertido en una de las cantantes de soul más exitosas de todos los tiempos: para ese entonces, había vendido 100 millones de discos alrededor del mundo.
Su poderosa voz, y sobre todo el hecho de que lo hiciera sin esforzarse, también la llevaron a ser actriz de Hollywood.
En 1992 fue la protagonista de El guardaespaldas, la cinta también protagonizada por Kevin Costner que dio con la inimitable "I Will Always Love You", un cover de Dolly Parton.
"Whitney" fue el álbum del año en los premios Grammy y se mantuvo en la cima de las listas durante varias semanas.
La caída
El papel en la película, sin embargo, tenía cierta relación incómoda con la realidad. Por esa época surgieron rumores de que a Houston se le habían subido los humos: decían que era difícil trabajar con ella y que era cada vez más impuntual.
Houston volvió al cine en 1995 y 1996 con Waiting to Exhale y The Preacher´s Wife, dos largometrajes cuyas bandas sonoras también cantó.
Pero, para ese entonces, las noticias sobre abuso de drogas -de cocaína, marihuana y pastillas- empezaron a revelarse y la carrera de la artista empezó su decaída.
Su comportamiento se volvió más y más errático. En 1992, se casó con el cantante de hip-hop Bobby Brown, con quien tuvo una hija, Bobbi Kristina. Pero el tumultuoso matrimonio se volvió un espectáculo público.
Se divorciaron en 2007 y a Houston se le concedió la custodia de Bobbi.
La impecable voz de Houston se volvió áspera y ronca. Además, ya no lograba alcanzar esas notas altas por las que se había hecho famosa.
Entró a rehabilitación dos veces antes de declararse abstemia en 2010, pero durante el proceso, la diva tuvo que cancelar conciertos y fue detenida en un aeropuerto por porte de drogas.
En 2011, en un concierto tributo para Michael Jackson, estaba tan flaca que se dijo que iba a morir al día siguiente.
En una famosa entrevista con Diane Sawyer, en 2002, Houston dijo: "el peor demonio soy yo; puedo ser o mi mejor amigo o mi peor enemigo".
En 2009 grabó un disco, "I Look To You", con el objetivo de volver a la escena y al estrellato, pero su mal momento se evidenció en un concierto que estuvo desafinado tanto en lo musical como en lo personal.
En una conversación con la BBC, el periodista especializado en música Paul Gambaccini describió la voz de Houston como "el manual de canto para todas las artistas durante 30 años. Pero al final ella se convirtió en la víctima de una decadencia que ella misma administró y que tristemente dejó que todo se viniera al piso".
(Fuente: www.bbc.co.uk)