Atravesar la enfermedad de COVID-19 genera un montón de sensaciones que
no son fáciles de describir porque, no solo producen incertidumbre y
desconocimiento inicial, sino que también, provocan efectos orgánicos y
emocionales intransferibles, propios de cada ser. El que no lo vivió, no puede
opinar, estimar, ni juzgar, no está capacitado, por más que piense lo que
piense, crea lo que crea y obre como obre. Sobrellevar el virus es una mierda
en toda su dimensión, sea de la manera que sea. Todos los que hablan sin
haberlo tenido, no tienen autoridad de ninguna índole para considerar nada y
mucho menos, dictaminar, sentenciar y/o decretar. He escuchado, leído y
observado muchas burradas y sigo presenciando demasiadas insensateces de
aquellos que descreen, minimizan y subestiman los contagios; ojalá nunca los
alcance el Coronavirus y tengan la suerte de esquivar el virus, pero solo sepan
que, además de los 200 millones de infectados y casi cuatro millones y medio de
muertos en todo el mundo, los que la pasan mal son muchos, los que sufren
consecuencias paralelas, otros muchos más y los que quedan con desenlaces
complejos de salud, tantos más aún. Piensen lo que quieran y hagan lo que les
plazca, pero no sean tan arrogantes, ni impertinentes de subvalorar a los que
toleran el contagio, resisten las secuelas y/o agonizan y fallecen. No sean tan
presuntuosos con los demás, tan imbéciles consigo mismos, ni tan despreciativos
con la vida en general.
MOTIVO
Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)
domingo, 29 de agosto de 2021
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