Hace exactamente un año, escribí esta reflexión. Las redes sociales me lo recuerdan, no sé con qué fin, pero me pareció conveniente volverlo a publicar porque es lo que nos sigue pasando, y en la medida que mantengamos las mismas posturas extremas, continuaremos repitiendo la historia. "La Democracia se basa en una convivencia social donde todos somos libres e iguales. La Democracia establece que el poder le pertenece al pueblo, y que éste, delega su potestad en personas que emplean la política como herramienta sustancial para llevar adelante una coexistencia, supuestamente, civilizada y respetuosa. Cuando el fundamentalismo prima por sobre la razón, la lógica y el sentido común, no hay forma de encontrar acuerdos, ni diálogos posibles. Un sector de la sociedad argentina se ha vuelto fundamentalista y el fundamentalismo no permite pensar, provoca miedos y los miedos, además de generar temor e incertidumbre, vuelven decadente al conjunto de hombres y mujeres que lo ejercen. Mientras exista gente que expone sus creencias por medio del fundamentalismo, no tendremos manera de encontrar una conciliación verdadera. Y si esos fundamentalistas, utilizan la hipocresía, el cinismo y la perversidad como estandartes, mucho menos, aún, habrá posibilidad de entendimiento. Han logrado que “la grieta” se transforme en un pozo muy profundo, donde si uno se cae, es casi imposible salir". Y agrego hoy: Si va a ser así, entonces, dejemos las tibiezas de lado y vayamos a fondo con lo que creemos y confiamos, de una vez por todas.
MOTIVO
Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)
lunes, 20 de septiembre de 2021
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