MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

lunes, 6 de enero de 2025

SIN CONFRONTACIÓN... CON ENTENDIMIENTO

El pensamiento que dictamina la diferencia entre “trabajar para vivir y vivir para trabajar” se hace cada día más presente en la actual sociedad universal. Lamentablemente, la realidad se apoya más en la segunda opción, que en la primera y creo que, si el ser humano fuera un poco más audaz y valeroso, esta situación puntual, podría revertirse. Encontrar un equilibrio entre la vida laboral y personal se hace cada vez más difícil, porque el sistema instalado en el cual estamos inmersos nos abruma, nos angustia, nos oprime y nos sofoca. Se hace, realmente, muy complejo poder transformar la existencia sin sentir preocupación, fastidio, sufrimiento y opresión. No voy a ponerme a filosofar al respecto, solo quiero compartir una sensación que percibo desde hace mucho y cada vez más, en la que no encuentro reacción, ni oposición, ni rebeldía. Es muy penoso y en cierto modo, triste, también, darse cuenta que nos dejamos dominar sin siquiera intentarlo modificar. Vivir para trabajar puede ser satisfactorio en ciertos aspectos, pero, a su vez, es demasiado demandante y estresante. Trabajar para vivir, ayuda a mantener un cierto equilibrio personal, pero, a la vez, provoca insatisfacción y falta de propósito. ¿Entonces, qué hacemos? Las dos opciones tienen sus variantes y afectan nuestra vida social, familiar, personal y de salud. Es muy complicado solucionar esta disyuntiva porque el mundo está convulsionado, la economía va camino al colapso y la brecha entre el que tiene muchísimo, el que tiene mucho, el que tiene poco y el que no tiene nada, cada vez es más notoria. No tengo la solución, aunque me encantaría descubrirla, pero, mientras tanto, lo que sí veo como alternativa paliativa, es empezar a tomar conciencia que debemos dejar de seguir los parámetros que nos inculcan cotidianamente, dejar de actuar como ovejas de un corral orientadas hacia un lugar incierto, dejar de confiar en premisas falsas y profetas embaucadores, dejar de odiar al que no piensa como uno y tratar de comprender sus razones para proyectar un bien común. Quizás suena algo ingenuo y cándido, pero creo que, si no reaccionamos de manera firme, sólida y concreta, aunque sea paulatino y gradual, nuestro futuro como sociedad, va a ser infausto e injustamente desdichado, con presunciones de tragedia en muchísimos casos. Cada uno desde su espacio, desde su profesión, desde su lugar, puede contribuir a cambiar este hecho concreto, pero a conciencia y con discernimiento. Sin confrontación y con entendimiento. A pesar de los escépticos y desesperanzados, para mí, es la mejor opción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario