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Últimamente, tengo sentimientos encontrados que
me hacen considerar cosas que antes no estaban en mi cabeza. Será la adultez,
serán los episodios políticos, las injusticias sociales, los atropellos
económicos que nos afectan a todos, será la vorágine cotidiana, será el
desconcierto y la confusión actual que no nos dejan proyectar, ni desarrollar
tranquilos las iniciativas, no sé… solo sé que me miro hacia adentro y si bien
me siento dichoso de lo realizado en la vida, plena de emociones, de canciones
que se mantienen en el cariño de mucha gente en Latinoamérica, de
reconocimientos afectuosos, apoyos populares, premios, discos de oro, de
platino, estadios colmados, teatros rebosantes, (también de los otros,
desnutridos y carentes), trascendencia internacional y gente maravillosa que he
conocido, lo que hoy me moviliza y estimula es un beso de mis hijos, la risa de
un amigo, la charla con mi hermano, momentos con seres amados, cercanos, el
silencio compartido con quien quiero y me quiere de verdad… La vida ha cambiado
mucho, los valores, los códigos, las prioridades… Pareciera ser que hoy todo
gira en torno al éxito económico, a la apariencia, a lo inmediato, y, sin
embargo, para mí, lo esencial sigue siendo el afecto, lo simple, lo sincero, lo
humano. Hoy valoro más que nunca a quienes están cerca sin condiciones, los que
me quieren por lo que soy y no por lo que obtuve y logré. Tal vez sea una
invitación a mirar un poco más hacia el alma, a recuperar la importancia de lo
genuino, de lo humanitario. Gracias a los que me acompañan desde el corazón, la
sencillez y la franqueza.
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