Hoy se celebra el día del Teatro, “Día Internacional del Teatro”, designado por la UNESCO en forma conjunta con el ITI (Internacional Theatre Institute) sin ningún motivo en especial, más que el de estipular su elección en este día desde su 9º Congreso Mundial en 1961 para conformar cada 27 de Marzo el reconocimiento mundial al Teatro. Este arte que los griegos tomaron de la mano de Talía y Melpóneme, musas de la comedia y la tragedia, que llevaban consigo dos máscaras (una sonriente y otra triste), las cuales fueron adquiriendo protagonismo con el correr del tiempo y hoy son los íconos emblemáticos con los que se identifica al Teatro.
Haciendo un rápido repaso de sus orígenes, el Teatro sentó bases en Grecia, como mencioné anteriormente, durante el siglo V Antes de Cristo, sirviendo como modelo tradicional de la tragedia y la comedia en occidente. Al comienzo, las obras se representaban con un actor y un coro hasta que autores como Sófocles y Esquilo, empezaron a hacer Teatro con más actores, motivo que llevó a construir los grandes Teatros de piedra sobre las faldas de las colinas. Desde esa época, se utilizaban una especie de camarines llamados “skené”, en donde los actores se vestían y cambiaban de trajes y además se empleaban máscaras y disfraces como efectos básicos de las puestas.
Los géneros clásicos que desarrollaron ampliamente los griegos son la tragedia, con temas relacionados a sus héroes y Dioses, que cargaban un gran contenido emocional y la comedia, que ya en ese entonces ridiculizaba a los políticos y personajes famosos.
Más allá de mi profesión y carrera musical, yo empecé como actor, originalmente; primero como estudiante de actuación junto a Idelma Nudel, quien después fue la directora de la primera obra donde actué: “Nosotros, los adolescentes”, en el Teatro de La Manzana de las Luces de Buenos Aires. Posteriormente, esa rica experiencia me permitió ingresar a la Escuela del Maestro Agustín Alezzo, de quien tengo el mejor de los recuerdos en esos años de aprendizaje. Un poco más tarde, incursioné en televisión, debutando como el jovencísimo profesor de música de “Señorita Maestra” protagonizado por Cristina Lemercier como la recordada “Jacinta Pichimahuida”, teleteatro de Abel Santa Cruz dirigido por Martha Reguera.
Esta especial circunstancia en mi vida y el hecho de que una gran mayoría de mis amigos más íntimos y queridos son actores, hacen que sienta al Teatro muy cercano y respetado. Me gusta ir al Teatro, me encanta ser espectador, me entusiasma vivir esa magia que se crea entre los actores y el público en ese ámbito cálido y contenedor que sirve para presenciar una representación en vivo.
Mis amigos actores y casi el ciento por ciento de la raza actoral afirma que no hay mejor sensación para el actor que hacer Teatro, por lo que significa el contacto directo con la gente, por la adrenalina que genera cada función y por el ritual mismo del Teatro. Doy fe de esa creencia, porque en mi profesión de cantante, también vivimos algo parecido cada vez que subimos al escenario en los Teatros donde nos presentamos.
Feliz día entonces para el Teatro universal, fundamentalmente por su valor cultural, que tanta falta nos hace en estos nuevos y vapuleados tiempos que corren.
¡Arriba el telón!
Bravo por ti Orlando!!!!!!!!!!! Bravo por el teatro!!!!!!!!!! Bravo por la cultura!!!!!!!!!
ResponderEliminarExcelente homenaje al teatro!!!!! Felicitaciones.
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