Sin duda
alguna. el mundo cibernético ha modificado nuestra forma de vida, nuestros
movimientos, nuestros tiempos, nuestras costumbres… Hoy, todo sucede, o por lo
menos casi todo, a través de una computadora. El universo está internetizado,
la tecnología ha irrumpido de tal manera en nosotros, que el sistema
globalizado actual, permite comprar y cobrar en red, pagar cuentas on line,
realizar transferencias bancarias, obtener elementos a distancia, reservar
pasajes para viajar, archivar historias médicas en instituciones sanitarias,
encontrar o reencontrar personas, intercambiar ideas con gente de países
lejanos como si estuvieran a la vuelta de la esquina , informarse,
entretenerse, instruirse virtualmente, conocer lugares que quizás nunca visitemos
“in situ”, efectivizar en mayor o menor medida, casi todo lo que uno imagine o
quisiera originar con un simple ‘click’ ejecutado.
Si bien
la tecnología avanza minuto a minuto y cada día existen más posibilidades de acceder
a cuanta idea, comunicación y conocimiento nos plazca en distintos formatos
(CPU´s, notebooks, netbooks, celulares, Ipods, Ipads, iphones, etc), aún no se
encuentra procedimiento ni estructura electrónica existente que supla la
educación de los maestros de carne y hueso.
Sabemos
que hay libros, manuales y enciclopedias que se pueden leer en portales
literarios subidos a internet, conocemos el modo potencial de buscar estudios y
datos en el ciberespacio, nos hemos acostumbrado a explorar cualquier inquietud
desconocida que tengamos, por medio de la compu; ya nos es común a todos ‘googlear’
personas, testimonios y factibles dudas para disipar rápidamente la ansiedad que
nos abruma, pero insisto, nada de todos los avances informáticos existentes pueden
suplir la educación de los profesores humanos.
Hoy, en
Argentina, es el día del maestro y estas fechas simbólicas que se estipulan
socialmente para festejar un día especial “dedicado a …”, sirven básicamente
para tomar consciencia y refrescarnos la memoria sobre la real importancia que
tienen ciertas profesiones como la educativa, por ejemplo.
Los
maestros son fundamentales para la formación estructural de todos nosotros, son
los que nos guían en nuestros primeros años de vida con juegos y enseñanzas
pedagógicas en el jardín de infantes, los que nos marcan las reglas y las
formas en el nivel primario, los que nos inculcan responsabilidad y esfuerzo en
el secundario y los que nos exigen compromiso y participación si elegimos el
nivel terciario en universidades y escuelas técnicas.
Ser
maestro es ser bueno, noble, solidario, porque desear enseñarle al prójimo es
tener un alma generosa, leal, bondadosa, sentir la necesidad de transmitir conocimiento
a otro, es un acto asociado al desinterés, a la formación por la formación
misma, y en cierto grado, a la colaboración de un mundo mejor. El hecho de atesorar
la vocación de educar, permite a quienes la eligen, aportar un granito de arena
fundamental en la enorme playa de la estructura social y son los artífices esenciales
de nuestros valores y méritos.
Mis padres, Orlando y Celia
En lo personal,
puedo mencionar como maestros principales a mis padres, Orlando y Celia, que
como todos progenitores, se transformaron en mis ‘maestros’ sin saber cómo
hacerlo, basados en la intuición y el instinto que el mismo destino propone,
pero que al mismo tiempo, me dieron su enseñanza de respeto, honra y buen
proceder; después, recordar y agradecer a todas las maestras y maestros que
tuve desde la niñez hasta mi adolescencia, ya que cada uno de ellos ha sido
importante para forjar el hombre que soy hoy; como homenaje a quienes me
ayudaron en el aprendizaje, menciono a los que tengo más presente como la
Señorita Lilita y Miss Graciela del jardín de infantes, a Guillermina Piñeiro,
Susana Bence Pieres, a Teresita (no me acuerdo su apellido), entre otras, de primaria,
al profe de gimnasia, López, a Stella Maris de ‘Biología’ (de quien tampoco
recuerdo como se apellida, pero mantengo vigente su cariño), a Alberto Spada de
‘Dibujo’, a Nélida Nadale y Margarita Montanari, aunque en aquél momento las estigmatizáramos
como del bando de las “malas”, en secundaria, y a todos los maestros que he
tenido como alumno en el Instituto Lange Ley, el Colegio Domingo Faustino Sarmiento y
el Instituto Argentino de Enseñanza Superior, instituciones a las cuales asistí
durante mi etapa estudiantil.
Miss Graciela en Jardín de infantes del Lange Ley
Guillermina y Teresita en 6° grado del Instituto Lange Ley
Federico Pedrido
A
Federico Pedrido, quien trabajaba como creativo y jefe de redacción en la
agencia de publicidad de mi viejo, además de ser un hombre de la cultura, escritor,
intelectual, académico lunfardo y hombre de vivencias heterogéneas que marcaron
mi juventud con su cálida amistad y simbólica consideración, a pesar de la gran
diferencia de edad que nos separaba.
Idelma Nudel, mi primera maestra de teatro
Agustín Alezzo, querido maestro actoral
Y en lo
profesional, primero a mis maestros de teatro, Idelma Nudel y Agustín Alezzo, que
generaron en mí la confianza de iniciarme en el arte desde el lado histriónico
de la actuación, a la enorme cantidad de ‘Maestros’ que he conocido a lo largo
de 28 años de trayectoria musical, que me posibilitaron un aprendizaje
artístico desde la paridad, el afecto y la admiración como Luis Aguilé, Roberto
Goyeneche, Víctor Manuel, Juan Carlos Baglietto, Nito Mestre, Ángel Cárdenas, Luis Alberto Spinetta, Pappo, Armando Manzanero, por mencionar
solo algunos.
Luis Aguilé
Roberto Goyeneche, "El Polaco"
Y a mi maestro más inspirador dentro de la profesión artística que he elegido, Leonardo Favio, que motorizó sin ser consciente quizás, la elección más esencial de mi camino, al darme el incentivo y entusiasmo para adoptar la música y el canto como medio de vida.
Leonardo Favio
¡Feliz
día del Maestro a todos aquellos que sienten la educación desde y hacia el
corazón!
que lindo orlando , muy emotivo , me encanto !!!!!!!!!
ResponderEliminarVos sos un maestro, Orlando!!! Lindisimo todo lo que eswcribis. Dios te bendiga.
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