MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

jueves, 30 de enero de 2014

¡BOSSI, WIRZT Y 'CARNA' HACEN BIG BANG EN UN SHOW ESPECTACULAR!

Anoche asistí a una función especial que se realizó para periodistas e invitados del nuevo espectáculo del talentoso Martín Bossi, “Bossi, Big Bang Show”, que junto a mi querido Manuel Wirzt, Jorge ‘Carna’ Crivelli, cinco coristas y una orquesta de quince músicos, presentan en el teatro Astral de Buenos Aires.
Una vez más, reitero que no soy crítico de nada, ni intento serlo, solo comparto mi opinión como espectador con todos los que, de vez en cuando, se dan una vuelta por aquí para repasar sentimientos, pareceres y sensaciones personales.
Bossi es un gran artista, un actor que sabe explotar de manera soberbia sus aptitudes y capacidad de trabajo en pos del beneficio propio, pero también del público, porque desde que se levanta el telón hasta que se baja, después de un poco más de dos horas y media de excelente entretenimiento, uno percibe su goce, su disfrute y su placer personal por brindarse a la gente de forma rebosante y plena, hecho que la concurrencia agradece y disfruta completamente.
Sus interpretaciones y caracterizaciones de Ray Charles, Louis Armstrong, Frank Sinatra, John Lennon, Joe Cocker, Rod Stewart, Elton John, Michael Jackson, Freddie Mercury y algunos otros cantantes lo muestran una vez más como un excelente histrión, que sabe absorber y representar como pocos la esencia de los artistas que elige encarnar. No estoy descubriendo nada para aquellos que lo vieron en sus anteriores espectáculos, pero sí puedo asegurarles a los que no tuvieron la suerte de hacerlo aún, que Martín es un extraordinario observador y un magnífico ejecutor artístico.
No quiero ser meloso en el comentario, ni adulador desmesurado de las habilidades que Bossi detenta en escena, pero sí quiero destacar la admiración que provoca verlo desdoblarse en cuestión de segundos por momentos y a lo sumo, en un par de minutos, en otros, cuando cambia de personaje y se transforma mágicamente en voz y presencia física.
La Big Band, orquesta integrada por quince exquisitos músicos y cinco bellas coristas, que sobresalen no solo en lo vocal sino también en lo físico, lo acompañan consistentemente y le dan el marco necesario a nivel armónico, melodioso y rítmico en los variados segmentos donde participan brillantemente conducidos por mi amigo del alma, Manuel Wirzt, que además de ser el verdadero director musical del espectáculo, lo personifica actoralmente, en una participación especial, envuelto en un característico frac de gala que le sirve como armadura para divertir y entretener a los asistentes en varios pasajes del show. Además, Manuel, canta uno de sus éxitos “Donde quiera que estés”, se anima a una interpretación en perfecto italiano y desarrolla una parodia sobre algunos films muy graciosa y ocurrente, que lo presenta de modo cabal como el multifacético artista que es.
Bossi también conversa con los maravillados espectadores y bajo su carisma e ingenio (los textos le pertenecen), acaricia algunos resortes emotivos del pasado, que llegan directos al corazón de los que ya hemos cumplido treinta años para arriba. Justamente, la emoción y la sensibilidad se acrecientan cuando les toca el turno a los “Capo cómicos” que Martín eligió homenajear: desde el ingenuo y querible Pepe Biondi en un video compartido con Garciela Borges y su nietita, pasando por el recordado y analítico Tato Bores con uno de sus brillantes monólogos hasta el inolvidable e inmortal Alberto Olmedo junto al eficaz e imborrable Javier Portales, personificado en forma inigualable por Jorge Crivelli, el popular ‘Carna’, que produjo en mí una sensación única, nunca antes experimentada, de creer ver en escena alguien que ya no está físicamente, pero que parece haber vuelto a la vida durante el tiempo que dura el sketch. Debo hacer una mención especial a la interpretación del querido ‘Carna’, porque es verdaderamente impresionante su parecido, que se asemeja a un clon, y a su rol actoral, que revive movimientos, posturas y tonos de voz casi exactos al fraternal compañero del entrañable ‘Negro’ Olmedo.

Los que asistimos anoche a la función, tuvimos algunos ‘regalos’ extra que pudimos disfrutar como la presencia de Adriana Brodsky, emblemática ‘chica Olmedo’ que todos recuerdan como ‘la 'bebota' del Manosanta’ y que ‘Borges y Álvarez’ hicieron subir con ellos para participar de la soberbia evocación que componen y el fantástico momento que la impronta de Bossi creó cuando en el repaso musical de las distintas décadas, haciendo mención de la desaparecida tanda de “lentos” (que los más jóvenes casi desconocen), hizo bajar la característica bola de espejos y levantar al público de sus butacas para que todos los que estábamos acompañados, bailáramos una balada de Roxette aferrados a nuestra pareja; allí, por un par de minutos, pudimos revivir una época ya extinguida en las actuales fiestas y reuniones sociales, estableciendo un instante tan tierno como susceptible al corazón.
Cerrando mi comentario sobre este glamoroso, impactante y exquisito show teatral, hago referencia al mensaje que rescata Martín Bossi tras su máscara de colosal cómico e imitador, dejando una reflexión subliminal sobre los códigos y valores perdidos de nuestra sociedad actual, que coincidentemente concuerda con la nota que escribí hace unos días aquí, que titulé “Mediocridad cada vez más mediocre”.
La cuidada producción general de Diego Djeredjian, asociado a Jonatan Kassir, bien ejecutada por Sol Fariña más el correcto desempeño en la dirección de Emilio Tamer, se suman a un estupendo trabajo de Pablo Vaiana en iluminación y Juan Bar y Matías Fernández en sonido, operado por Gustavo Ledesma y Roberto Reyna, junto a la coreografía de Alejandro Lavallén, el vestuario de Romina Mengarelli, las caracterizaciones y maquillaje de Elena Sapino, las máscaras y prótesis de Vanesa Giordano y la escenografía de Daniel Feijóo. Soy consciente del largo listado de colaboradores que participan en el espectáculo, pero me parece considerado mencionarlos a todos, como reconocimiento a la buena labor de cada uno de ellos: Nelson Gesualdi (arreglos/piano), Francisco Cordima (teclado), Julián Santagada (guitarra), Pablo Giménez (bajo), Juan Cordima (batería), Cristian Torres (saxo), Mauro Bianchinelli (saxo), Iván Barrios (trombón), Nahuel Aschei (trompeta), Alejandro Becerra (violoncello), Pablo Raffo (viola), Catriel Galván (violín), Nicolás Fridman (violín), Gabriela Laguzzi (coros/coach vocal), Paula Tapia (coros), Lila Frascara (coros), Sonia Savinell (coros), Mariana Bugallo (actriz/coros), Christian Petrone (asistente de dirección), Andrea Czarnick (stage manager), Gabriel Martínez López (asesor de magia), Mike Sosa (coach de baile Michael Jackson), Ary Hovassapian (asistente de producción), Victoria Acilu (asistente de producción), Antonella Campaniello (asistente coreográfica), Mariana Laspiur (pelucas), Mariana Del Valle Zabala (vestidora), Melanie Hovassapian (vestidora), Umay Elías (asistente personal de dirección), Camila Torres (asistente de vestuario general), Javier Laureiro (realizador de vestuario), Juleta Tomaselli (asistente de realización de vestuario), Nena López (asistente de realización de vestuario), Raquel Ibarra (asistente de realización de vestuario), Enrique Betancourt (realización de vestuario de Martín Bossi), Rodrigo Para Pana (peluquería y peinados de Martín Bossi), Diego Roselli (pelucas y postizos para el staff), Sergio y Julio Pascoli (realizadores de la Rocola), Javier Grillo (puestista de Leds en iluminación), Andrés Peña (microfonista), Pablo Suárez (utilero), Gerardo Márquez (utilero), Luis Medina (acomodador), Carlos Fernández (acomodador), Víctor Cabello Rivera (acomodador), Juan Carlos Hougan (maquinista), Walter Costa (maquinista), Baldomero Gómez (en boletería), Alicia Mistral (en boletería), Evelia Quintero (en boletería), Cristian Viñals (en boletería) y Alejandro Veroutis (responsable de la prensa y difusión del espectáculo). 
Celebro este show, ensalzo su mensaje, festejo sus creaciones, admiro su talento y aplaudo fervientemente el arte evidenciado por todos los que integran “Bossi, Big Bang Show”.

martes, 28 de enero de 2014

MEDIOCRIDAD CADA VEZ MÁS MEDIOCRE

Lamentablemente, desde hace un largo tiempo ya, la mediocridad nos asedia cada día, un poco más. El nivel de capacitación, calidad profesional y relación humana, se ha ido (¿o venido?) deteriorando desde hace unos cuantos años a esta parte con gran fluidez y preocupante relevancia.
Un gran porcentaje de lo que mayormente vemos en televisión está salpicado por la vulgaridad, falta de respeto y chabacanería, circunstancia que nos invade cotidianamente sin reaccionar; Lo que es peor aún, nos vamos acostumbrando a esto, viendo y escuchando conductores, animadores o supuestos formadores de opinión que se comen las eses al hablar, utilizando un vocabulario grosero, limitado, pobre, además de variados supuestos modismos que rozan lo ordinario, como una suerte de comunicación cercana al espectador, más ‘canchera’ y según ellos creen o les hacen creer, como una forma más próxima de encontrar una identificación con el hombre común, trabajador o la mujer ama de casa que está en su hogar observándolos.
Esta mediocridad abarca no solo al mundo televisivo y radial, donde también somos asistentes auditivos de personas con dudosa cultura general, que intentan llevar adelante segmentos propios en el éter acompañados de su rusticidad y tosquedad formativa, sino también en la gráfica, donde mayormente, de manera histórica, los periodistas que la integraban eran destacados profesionales que enaltecían la escritura, la expresión y su sobresaliente redacción. Hoy, tristemente, debemos aceptar el pobre nivel instructivo de una enorme cantidad de supuestos entendidos en la materia que ocupan espacios en los medios, dejando bastante que desear, muy alejados intelectualmente de aquellos comunicadores de décadas pasadas, muchos de los cuales hicieron historia.
En la publicidad, herramienta preponderante en los tiempos que corren, ya que todo o casi todo comienza a tener significativa entidad a partir de su promoción, marketing o comunicación masiva, también influye marcadamente en esta suerte de desdichada realidad en vulgar retroceso que vivimos, porque la creatividad ha ido mutando en dirección a burdos golpes de efecto que en muchos casos rozan el mal gusto, la chabacanería y falta de ética.
Me he criado en un hogar donde la publicidad siempre fue habitual, tema central y hasta eje familiar, podría decir, porque mi padre era un respetado y exitoso publicista, creador de una importante empresa publicitaria de nuestro país, de quien aprendí que la publicidad vende algo más que solo productos, vende valores, imágenes, conceptos y todo eso requiere de una responsabilidad, un compromiso y seriedad. En cierta medida, la publicidad actual nos dice permanentemente quiénes somos y quiénes debemos ser, directa o subliminalmente, y es casi una obligación de los creativos publicitarios emplear la sensatez en sus mensajes, apreciación bastante ausente en los anuncios y avisos que vemos hoy en día.
La mezquindad y el retroceso cultural no solo son patrimonio de los medios de comunicación sino que en otras actividades también se vislumbran descensos sociales, pero prefiero concentrar mi reflexión en el ámbito que me toca de cerca y que afecta tangiblemente el mundo que me rodea a nivel profesional.
El hecho puntual de estar rodeados de mediocridad hace que los mediocres comiencen a ocupar espacios de peso y valor que anteriormente desempeñaban personas con mayor capacidad y aptitudes. Los directivos de canales de televisión, empresas de radiodifusión, compañías discográficas, diarios y revistas, en un gran porcentaje, son aquellos que han logrado esas ubicaciones destacadas por habilidad comercial, conexiones sociales, relaciones laborales, simpatías, amiguismos, conveniencias, etc. y no por idoneidad, talento y suficiencia de trabajo. Es un problema cada vez más exteriorizado y demostrado, que justamente produce un bajo nivel de exigencia y aprobación, motivo por el cual se origina un vacío difícil de modificar. De allí que por ejemplo, vemos atrocidades escritas en los ya famosos ‘videographs’ (placas de color con títulos, subtítulos, frases y hechos) que sirven como pie de apoyo a infinidad de programas de TV o errores de información, tergiversación de lo expresado e inclusive ‘inventos’ que se transforman en ‘realidad’ tras la repetición insistente de panelistas, postulantes a serlo y portales de internet desparramando por el ciberespacio el contenido en cuestión.
Mi amigo Gustavo Lutteral, instruido y avezado periodista, un erudito en cuanto a música se refiere, leído, ilustrado y experimentado hombre de los medios desde hace más de 30 años, dice que una de las cosas más interesantes que tiene la comunicación es la sorpresa y que es fundamental para hacerle honor a la profesión, la honestidad y creo que son dos elementos que se han ido diluyendo, o por lo menos, devaluando, ya que los comunes denominadores que hoy rigen a las producciones de los ciclos y a sus integrantes son la reiteración, la poca moderación, la indecencia, el impudor, la desfachatez, la desvergüenza, el escaso respeto, el constante enjuiciamiento y un alto grado de incultura.
Una vieja frase, repetida a lo largo de las épocas, dice: “Los pueblos tienen los políticos y los Gobiernos que se merecen” y me pregunto si esta afirmación se podría adaptar a tal situación, anteponiendo un signo de interrogación: “¿Cada pueblo tiene los medios que se merece?”. Una respuesta, un poco más abarcativa, sería que detentamos muchos años de indigencia mediática y esa carencia nos fue menoscabando cultura, quizás, y eso a su vez, nos fue coartando educación y un pueblo sin buena enseñanza es más fácil de controlar. Por eso creo que en un enorme porcentaje, nosotros somos los responsables de ir cediendo, de habituarnos, adaptarnos a esta circunstancia y solo nosotros corregiremos el camino, aquí en nuestra bendita Argentina y en gran parte de Latinoamérica, porque esta coyuntura es coincidente en muchos otros países de América también.
No hace falta inundar los medios solo con argumentos poéticos, temas instructivos y formativos, ni asuntos didácticos o educativos, simplemente, plantearse seriamente una transformación, aunque sea una intención de cambio, para que dejemos de recibir casi obligatoriamente el torbellino de mediocridad que nos asecha y podamos disfrutar de otras cosas un poco más interesantes sin perder el entretenimiento y la diversión, pero con un poco más de consideración por los que intentamos ofrecerles algo mejor a nuestros hijos más que las notas de ‘color’ en los noticieros, alguna hermosa mujer con buenas tetas como mayor atractivo, devenida en corresponsal y simples ‘fans del espectáculo’ convertidos en ‘Señoras’ y ‘Señores’ periodistas.
Insisto, si no rectificamos nosotros nuestro comportamiento, permitiendo que nuestros niños vean y escuchen cualquier cosa a cualquier hora, ya sea por comodidad o habituación, va a ser cada vez más difícil de rectificar el trayecto que nos arrastra a la mediocridad más mediocre.

viernes, 17 de enero de 2014

FACEBOOK Y LAS "NOTICIAS"

Hace varios días que rondaba por mi cabeza, escribir algo sobre lo que últimamente me provocan las redes sociales, las noticias, la forma en que se manejan las mismas, el trato que el medio periodístico les da en televisión, la importancia que ha adquirido internet, el significado que produce en la gente común la posibilidad de dar a conocer todo los que le pasa por sus vidas, etc, etc, etc.
Hoy, leí lo que mi querido amigo Pablo Novak escribió de manera brillante e ingeniosa en su blog pablonovak.blogspot.com.ar y encontré que era exactamente lo que siento al respecto. Se los comparto, destacando su talento, perspicacia, gracia, agudeza, comicidad e inteligencia para el relato; disfrutenlo:
FACEBOOK Y LAS “NOTICIAS”

“Todo vivir humano ocurre en conversaciones y es en ese espacio donde se crea la realidad en que vivimos.” (Humberto Maturana)
Uno va eligiendo cuáles son sus temas. Eso “de lo que todo el mundo habla” se puede esquivar y enturbiando la vista puedo buscar lo que me interesa. Pueden mis ojos hacer oídos sordos a los “Trending topics”. Aunque, claro, al almorzar con mamá será inevitable que me ponga al tanto del noviazgo de Wanda o los millones facturados por shows de coreografías acuáticas. Noticias que no me quitan el sueño (si no todo lo contrario); son spam en mi cerebro. Facebook y Twitter están atestados de eso: allí todos somos jefes de redacción, y decidimos lo que es noticiable; y por supuesto no hay criterio sano, ni justo. (Tampoco lo hay en los jefes de redacción.)
La buena noticia es que las noticias ya no son importantes para todos. La sobreinformación y la puja entre los grandes medios nos hicieron perder el interés en ellos y las redes sociales tomaron el asfalto cocinando nuevos estilos de comunicación. Levantando noticias oficiales, sí, pero reinterpretadas por “civiles con onda”; allí cada uno esgrime con su impronta una defensa o ataque peculiar. Quien es activo, intenta darle al tema una vuelta de tuerca personal, y así sale del anonimato. Así le dice al mundo: “este soy yo, y si bien estoy en desacuerdo igual que ustedes con todo eso, yo lo expreso en color fucsia.”
Que las noticias son necesarias, se podría discutir. No lo son como el agua o el aire, claro. Pero sin enunciado alguno viviríamos como en la película “Náufrago”; inventándonos un Wilson para comunicarnos. La noticia al comentarse, genera “hermandad”. Nos es útil como punto de referencia, para saber quiénes somos. Si Tom Hanks no le dibujaba la carita a la pelota para hablarle, iba a olvidar quién era él mismo. Sin conversaciones, sin lenguaje, podía volverse loco.
Pero las redes sociales han venido a dar color; a agregar nuevas formas de relacionarnos. Hoy la hermandad es real: siempre va a haber alguien que me palmee la espalda con un “me gusta” cuando cuente mis cosas, mi uña encarnada, una buena nota, o el aumento de mis leucocitos. Facebook me referencia con los otros en espacio y tiempo, me clasifica por afinidades o desprecios; allí, como mínimo, estoy conectado.
Cuando no hay noticias se las inventa. En los pequeños pueblos donde no pasa nada se andan diciendo cosas como “lo vi al Rubén con la bicicleta” o “había un ternero suelto por allá”. La red nos convierte hoy en generadores de noticias aldeanas que pueden girar por el mundo. Infinidad de botellitas con mensajes esperando ser vistas.
Confesiones íntimas, chistes o blasfemias. Por cada nota que brota en los diarios o la tele, nacen millones de noticias bebés que corren por la orilla como tortuguitas hacia el mar. Las que sobreviven y crecen, pueden hacer famoso a su autor, al menos en su barriovirtual.
También existen grupos que se twittean todo el tiempo, quienes incluso ni se conocen en persona pero se acompañan con opinión homogénea y critica permanentemente a terceros, como los viejitos en el palco en los Muppets.
Personalmente no termino de comprender el fenómeno en el cual alguien llega a ser una celebridad virtual y nadie conoce su cara ni su nombre real. Existen muchos de esos casos; tal vez por ser actor me cueste digerir que alguien, pudiendo hacerse famoso por su talento creativo, elija el anonimato. En definitiva, el posicionamiento social no es para despreciar y ser populares nunca estuvo mal visto, salvo para Las Divinas en la tira Patito Feo.
Twitter y Facebook son bien diferentes. En ambos se genera contenido propio, aunque también hay pasivos, que no postean nunca nada. (Suelen ser casados, o faltos de confianza. O las dos cosas.)
Facebook es un club relativamente pequeño. Admite hasta 5000 socios, pero es raro que un civil llegue a esa cifra, a menos que haya puesto la foto de Anne Hathaway y/o acepte a cualquiera.
Tiene más privacidad, si sabés usarlo. Nadie tiene porqué enterarse de quiénes son tus contactos. Twitter, en cambio, te expone; deja “todo al aire”. Se enteran a quién seguís. Te manda al frente con algo tipo: @LizSolari -Seguida por Pablo Novak y otros (pajeros, faltaría que pusiese).
Lo que se torna insufrible tanto en uno como en el otro, es la publicación de cualquier cosa, sin discernimiento. “Hoooliss” todos los días, puede generarte enemigos. No sos un portero baldeando, para decir “Buen díaaaaa” todos los santos ídems.   
De tener onda a ser un plomo hay pocos pasos.
No está bueno publicar “Me acabo de lavar la cabeza”, o “El centro está embotellado”; no agrega nada. Son noticias spam. A nadie suma un “Ay, me re corté afeitándome” o un “Me está por venir y me duele todo”, por campechano que sea el propósito.       
También incinera el post “enigmático”; ese dirigido a alguien que tal vez ni figura entre los contactos: “A mal puerto fuiste por leña!” o “Lo que te perdiste…” o un menos sutil: “Pelotudo de mierda!”
Esa descarga solo afecta a quien la profiere. Y más de lo que cree. La catarsis sentimental sin medir consecuencias, es prensa negativa y uno queda como quien hierve el conejo tras un abandono.
“Entendí que yo era demasiado para vos.” – postea alguien. A los cuatro minutos agrega: “Al verte con tu novio, me di cuenta que es lo que realmente te merecías.”
Es claro; la vergüenza ajena y sus genéricos nos brotan como soja en facebook.
Son moneda corriente también, representando la contracara de los abandonados, otros entusiastas latosos: los amantes arrebatados, chorreando melazas como: “Sos lo mejor que me pasó, te re amo”… “Juntos hasta la muerte, mi amor, mi cómplice y todo!”… “Gracias por las flores y la noche que me distes”… - entre fotos con sábanas de seda.
Para que al mundo le quede clara su felicidad, ostentar su bienestar sexual les parece obligatorio. El tortolismo facebookiano, claramente insufrible, merece otro análisis. Porque cualquier epístola amorosa podría (y debería) manifestarse por vía privada. Cuando el show-off se hace necesario, probablemente es porque hay que corregir algo; si no, es presumir; contar plata delante de los pobres. La sobreactuación denota una falta; ningún alma sensata se ufana de lo que le sobra.
Es clásico en comedias románticas el sermón amoroso del muchacho a la chica ante miles de personas en un estadio. Eso cree hacer quien publica“Nadie me hizo sentir así” en el boletín oficial de su media naranja. Pero el efecto que consigue no es el aplauso del estadio; sépalo: la gran mayoría no lo estamos admirando sustancialmente.
Más allá de los abusos, Facebook generó una revolución en el lenguaje; donde hay compañía, conversación, segmentación por afinidades, y feedback. Es como un gran recreo. Y adictivo, además. Y tentador para el creativo. Miles de millones en el planeta consumen las boludeces que anoticiamos minuto a minuto los civiles. El desafío viene siendo decir o hacer la mejor boludez de la red.
Andy Warhol lo predijo en 1968 “En el futuro todo el mundo tendrá sus 15 minutos de fama”. Y colgando un video porno, ni te cuento. (Chicos, no hagan eso en sus casas).