La naturaleza de la vida y la constitución espiritual del hombre llevan
en sí una tentación de necedad, aturdimiento y avidez que últimamente, cada vez
más, vislumbro en muchos comentarios políticos. Algunos votantes que
indefectiblemente están inmersos en “la grieta”, fundamentalista, torpe y ciega
grieta, defienden lo indefendible y apoyan acciones y decisiones muy poco
democráticas y completamente absolutistas, inclusive, justificando hechos que
atentan contra sí mismos. Inexplicable, incomprensible, indescifrable.
No encuentro argumento ni esclarecimiento prudente a que alguien avale o
acredite actitudes totalitarias que hasta implícitamente van en contra de sus propios
intereses económicos y/o sociales. No hallo un razonamiento lógico a la actitud
de ciudadanos argentinos comunes que se sienten eufóricos, alegres o
satisfechos por la desgracia de otros coterráneos a los cuales despiden de sus
trabajos y balean impunemente por reclamar sus derechos o manifestarse
públicamente con reclamos y demandas comunitarias.
Dadas las reiteradas idas y venidas políticas e ideológicas a lo largo
de la historia, la idiosincrasia argentina es compleja, evidentemente; vamos de
un extremo a otro sin medir las consecuencias y ese vaivén emocional inestable,
produce un resultado dañino, nocivo para la sociedad en su conjunto. Estamos
inmersos en un mundo hipócrita y materialista e inevitablemente, el país no
queda al margen de esa estructura globalizada, que de manera lamentable, nos
arrastra cíclicamente, en reiteradas ocasiones, a cometer errores categóricos y
determinantes, que van en contra de nuestra Nación y en consecuencia, de
nosotros mismos.
En los jóvenes 200 años de historia que tiene Argentina, existen muchos
antecedentes de entrega y traición a la Patria, enmascarados de renovación y
modernidad, los cuales en algunos casos han sido y son avalados por el voto
popular. En muchos otros, tristemente, fueron impuestos por medio de la fuerza
dictatorial, el despotismo y la represión. La actualidad política argentina se
encuentra en la encrucijada de volver a cometer los mismos errores económicos que
en distintas épocas hemos transitado penosamente y que hace tan solo 15 años, nos
han llevado a la peor crisis de nuestra historia, con gente estafada y personas
suicidadas por perderlo todo.
El Gobierno actual de Macri impulsa, entre otras controversiales
decisiones, un nuevo endeudamiento externo con la excusa de definir la
situación con el 7% de los Fondos Buitre de una vez por todas y bajo esa justificación,
volvería a sepultar a Argentina en una nueva deuda millonaria que además, pone
en riesgo lo ya acordado con el 93% restante. No voy a emplear terminología
técnica ni mucho menos porque primero, no soy economista, ni especialista en
materia de finanzas públicas, y segundo, sería muy árido y tedioso entrar a
pormenorizar números y datos; pero sí rápidamente y de manera sencilla puedo
resumir el tema puntual: En 2001, 81.000 millones de dólares cayeron en default,
el 93%, ingresó a los canjes de los años 2005 y 2010 por 75.000 millones, de
los cuales se pagaron, de común acuerdo, 40.000 millones en nuevos bonos. 6.000
millones no aceptaron ninguna de las ofertas. Ahora bien, el actual Gobierno
ofrece 13.000 millones por bonos que en 2001 valían 2.500 millones, los que se
pagarán “cash”, en efectivo, 8.100 millones por el 4,5% de los bonos en manos
de los Fondos Buitre, que no ingresaron a los canjes.
El riesgo mayor, que no manifiestan ni tampoco contemplan Macri y sus
economistas, es la posibilidad de que el 93% que ya acordó, quiera acoplarse al
mismo tratamiento y Argentina deba pagar nuevamente a todos, alcanzando una
deuda cínica y estrambótica que alcanzaría los 500.000 millones de dólares
aproximadamente, hecho que provocaría el desmoronamiento definitivo del país por
generaciones enteras venideras.
Todos somos conscientes que, lastimosamente, la clase política en los
distintos gobiernos se ha abusado del poder y en muchos casos, algunos
integrantes de los diferentes equipos, han aprovechado sus puestos de mando
para incrementar sus cuentas bancarias desproporcionadamente y todos, los que
estamos de un lado y otro, sabemos que la corrupción domina, en forma
deplorable, voluntades e intenciones. Espero que éste no sea un ejemplo más y
que el día de mañana, los ciudadanos no tengamos que sufrir las consecuencias de
otro grupo de inescrupulosos, usufructuando el dinero de todos en beneficio de
unos pocos.
Citando al lúcido José Ingenieros, puedo condensar la realidad argentina en dos de sus pensamientos sobresalientes: "Cuando las miserias morales asolan a un país, culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal no han sabido amarlo como patria: de todos los que vivieron de ella sin trabajar para ella" - " Y así como los pueblos sin dignidad son rebaños, los individuos sin ella son esclavos".
Es la locura del poder; cadena perpetua sobre todos nosotros...
ResponderEliminar