Tomar posición, dialogar, participar, reaccionar, manifestar e
involucrarse con el contexto y con lo que acontece en el país, es muy válido y
constructivo para cualquier ciudadano; No es diferente el compromiso de una
persona que no es artista a la que sí lo es. Expresarse abiertamente, es una
decisión personal que en esta era cibernética, donde cualquiera dice y opina
cualquier cosa de cualquiera, es, por lo menos, aventurado y fortuito. Cuando
uno define lo que quiere como ciudadano, también lo hace como artista, y
viceversa, y me resulta positivo, más allá del juicio de quienes disienten con
mis pensamientos, porque creo que la libre expresión es la herramienta más
noble que tenemos para relacionarnos. A esta altura de mi vida, priorizo mis
afectos y mis sentimientos, lo demás es incidental. Los que mezclan las cosas
dejando de simpatizar con un artista por las diferencias de conceptos,
priorizan el fanatismo ante la razón, se dejan cooptar por el fundamentalismo
ideológico, quedan al margen de mí.
No hay que "gastar pólvora en chimangos",
dice una frase popular. “Basta de ‘malasangre’, no vale la pena”, me repito
interiormente muchas veces. Aquí, me dirijo a quien lea esto con sentido autocrítico
y emplee su sensibilidad en pos del bien común, sin egoísmos ni necedades, con
solidaridad y fraternidad. A los otros, ni cabida. Cuidá tu salud, que por más
que te 'embronques', ellos seguirán llenando sus bolsillos de dólares a costa
nuestra. La plata no lo es todo, ayuda, asiste, impulsa, refuerza, pero no lo
es todo. Igualmente, por más que la roben, la evadan, la escondan o la ‘repatrien’,
cuando les toque la hora que a todos nos llegará, en los cajones mortuorios no
les entrarán tantos millones. Anhelo un mundo sin más miserias humanas; brego,
cotidianamente, desde mi humilde lugar de ciudadano y artista por la conquista
del bien sobre el mal y sueño por llegar a ver una humanidad sin hipocresía;
quizás soy un iluso, un absurdo idealista o un tonto esperanzado, pero aunque
por momentos me parezca muy difícil el logro, vuelvo sobre mí y persevero en la
confianza, la fe y la esperanza. Por nosotros y por nuestros hijos.
Ya sé que es muy difícil cerrar “la
grieta”, pero si los que están de un lado y del otro de esta famosa fisura, que
el mundo mediático estimula desde hace años, se dieran cuenta que, justamente,
son los protagonistas centrales de la zanja que se amplía cada vez más, esa
renombrada fractura social, se terminaría en un instante. Los que incentivan
sistemáticamente la confrontación colectiva, son los que obtienen más rédito
económico y aprovechan la funcionalidad crédula de algunos, que “compran” la
fracción estigmatizada y otros que, fanáticamente, defienden posturas y modos
casi inamovibles. Los deshonestos, delincuentes y miserables que roban nuestra
plata al Estado desde hace décadas y décadas, son los que generan, cada vez
más, esa “riña” de la comunidad argentina, generando odios y resentimientos,
que no llevan absolutamente a nada, más que a seguir gestando divisiones y
asperezas ideológicas. No hablo de ceder a las convicciones, me refiero a no
ser funcionales a los ladrones de turno. Ayer, fueron unos, hoy, son otros, y
mañana llegarán otros más, con la misma metodología y propósito: llevarse el
dinero de todos nosotros, bajo consignas de honestidad, justicia y equidad, que
nunca cumplen ni cumplirán, porque su esencia es el mercantilismo y sus propósitos,
egoístas y ruines. Lamentablemente, son hipócritas, impostores y engañosos, que
bajo manejos estudiados y preparados, manipulan a las masas bajo máscaras
ocultas que poseen un único fin: EL DINERO. Insisto, no hablo de dejar de lado
las creencias, las opiniones y los principios en los cuales podemos confiar;
declamo un poco de análisis y atención al desmembramiento y fragmentación que
se ha generado, en pos de capitalizarlos únicamente en beneficio de sus propios
intereses. “El pueblo unido, jamás será vencido”, reza el cántico y es una gran
verdad. No nos dejemos cooptar por los cínicos y maquiavélicos codiciosos de
siempre, que tras el enfrentamiento de la gente, obtienen beneficios solo para
ellos y sus bolsillos. No seamos serviles a los dueños de la doble moral;
abramos los ojos y démonos cuenta que el poder está en nosotros, que somos los
que votamos y elegimos a la clase política para que nos represente. Muchos de
los que hoy detentan el poder, son los mismos que llevaron al país a la peor
crisis de la historia y hubo gente que murió y se suicidó por sus prácticas
indecentes. No nos olvidemos, no perdamos el foco del eje en cuestión. El
enfrentamiento de la sociedad nunca es positivo, solo es favorable a los
perversos inescrupulosos. A tenerlo en cuenta y no caer en la trampa.