El nuevo estreno de “Beatnik” cumplió sobradamente las
expectativas de los que ya habíamos visto la versión anterior. Los que por
primera vez asistieron al Teatro Maipo para descubrir la obra escrita y
producida por Francisco Scarponi y dirigida por Osvaldo Laport, se encontraron
con una historia que roza el drama, la libertad y el amor con total desenfado y
atrevimiento.
La palabra ‘beatnik’ fue acuñada por Herb Caen, un popular
periodista nacido en San Francisco, Estados Unidos, ganador del Premio
Pulitzer, para referirse a la generación ‘beat’, fusionando los términos ‘beat’
y ‘sputnik’, para evidenciar a ese grupo intelectual de la década del ’50, como
algo no estadounidense, ya que el Sputnik fue el primer satélite artificial
lanzado por la Unión Soviética que generó una ola de temor masivo entre los
americanos, ya que significaba una amenaza de destrucción nuclear para USA, en
el marco de la Guerra Fría.
“Beatnik” describe puntualmente el universo de un grupo de
poetas que viven en Nueva York, despojados de los parámetros frecuentes y ordinarios
de aquella sociedad tradicionalista, implementando sus normas, sin sometimientos
ni opresiones. Son escritores que anhelan cambiar la visión de un mundo en el
que la prosa del arte era presa de la bipolaridad característica de esos
tiempos oscuros y conviven libres e independientes, abordando el sexo, la droga
y la muerte de una forma cruda y descarnada.
Los textos y la dirección de mis queridos Francisco Scarponi
y Osvaldo Laport, se ensamblan y articulan de manera sólida, compacta y fecunda, brindando un espectáculo intenso, audaz e insolente, donde el
espectador se involucra con los personajes desde las distintas características personales.
Las actuaciones son precisas, concretas y definidas, destacándose notablemente Sebastián
Franccini en su rol de Lucien Carr y Rodrigo Esmella como William Burroughs.
Florencia Prada personifica a Joan Vollmar con solvencia y arraigo actoral, al
igual que Nahuel Mutti, Alejo Ortiz y Martin Urbaneja en las pieles de Allen
Ginsberg, Jack Kerouac y David Kammerer respectivamente.
La puesta, la escenografía y la iluminación le dan el clima
ideal al ámbito que habitan los seis protagonistas de la obra, que pareciera
especialmente diseñada para la sala del Maipo Kabaret, donde el saxo tenor de Matías
D´Angelo, en vivo, ofrece pinceladas jazzeadas al esquema sonoro del
espectáculo.
Muy recomendable teatro argentino, que engalana la cartelera
porteña con magnetismo, estilo y nobleza, brindando una celebración artística
capaz de lograr atracción, entretenimiento e interés desde el trabajo respetuoso,
el compromiso intelectual y la capacidad profesional.
Felicitaciones a todos los que integran “Beatnik”, muy
especialmente a mis talentosos amigos Francisco Scarponi y Osvaldo Laport.
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