Un sector de gente en Argentina no quiere cerrar "La Grieta" y está empecinada en ir contra todo lo que no los representa. Buscan la confrontación, el choque, la compulsa constante por medio de la agresión, la embestida y la provocación. ¿Creen que así van a lograr algo fructífero? Evidentemente, no. Es más, producen el efecto totalmente contrario a lo que, supuestamente, dicen querer en su discurso republicano y moralizador. El interrogante que surge al verlos actuar es saber si realmente, algunos, tienen moral. El aborrecimiento está tan arraigado a su pensamiento, que no pueden apartarse de él y los termina transformando en seres oscuros y patéticos. Avalan causas delictivas, defienden personajes nefastos para la Patria, detestan a cualquiera que no piensa como ellos y creen ser los dueños de la verdad absoluta, denigrando, insisto, al que está en las antípodas de sus ideas y pareceres. Nunca me gustó generalizar, porque abarcar un todo es escudarse en el prejuicio, pero este grupo de la sociedad argentina tiene el peor denominador común existente: el odio. Odian sin reparos, sin distinción de clases, sin el menor remordimiento. Odiar es de psicópatas. El odio genera agobio, amargura, ira y dolor, y eso es lo que deben sentir todos los que, penosamente, viven con esa carga dentro. Quizás, este comentario les genere más odio aún y les sirva para seguir descargando su ira… En fin, cuanto más profundo es el odio, más se alejan de la conciliación y el diálogo. Lo lamento sinceramente, por mí, y por todos los que no queremos más hijaputeces, ni golpes bajos, ni especulaciones políticas, mucho menos en esta situación de Pandemia mundial; solo pretendemos una vida digna, lo más honrosa posible y que todos mejoremos el presente que nos toca en suerte.
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