La existencia es prodigiosa y rigurosa a la vez, como nos regala momentos de alegría y plenitud, también nos presenta situaciones muy tristes y dolorosas. Demasiado tristes y extremadamente dolorosas. Las partidas físicas de las personas amadas son heridas en el alma que no terminan de cerrar nunca, porque, justamente, el cariño, el afecto y el amor que en vida se intercambió con ellas, permanecen, por siempre, en el corazón de los que quedan en el plano terrenal.
Mi hermano y mi sobrinita tendrán su ángel guardián de aquí a la eternidad, que los acompañará con todo el amor que se tuvieron y el enorme valor y fortaleza que mantuvo al enfrentarse a la enfermedad. Las preguntas sobre el por qué suceden ciertas cosas, a veces, no tienen respuestas concretas. No las hay. Solo sé que el cáncer es el más hijo de puta de todos los males, el más cruel de todos.
Únicamente resta resignarse a la desgarradora realidad y confiar en que, alguna vez, en algún lugar, volveremos a encontrarnos con quienes compartieron nuestro trayecto aquí, en esta superficie. Ojalá así sea. Con insondable dolor y profundo amor hacia ella, la mantendremos presente siempre en nuestros corazones.
MARÍA LORENA FALASCA – 1976-2021 – Q.E.P.D.
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