Habiendo tanta ferocidad, tanto salvajismo, tanta crueldad, tanto vandalismo, tanta atrocidad, tanta perversidad y tanto cinismo en las sociedades del mundo, se hace muy difícil intentar un tránsito dichoso, próspero y bienaventurado. Es imposible abstraerse y seguir como si nada ocurriera. No me refiero solo a la barbarie de los crímenes y atentados delictivos, que, sin dudas, están cargados de maldad y depravación, pero también conllevan ignorancia, incultura y un extremo contenido de abandono, apatía y desprotección por parte de quienes tienen la responsabilidad de llevar adelante la inclusión, el amparo y la seguridad del Estado. No solo es pedir la pena de muerte para los asesinos hijos de puta que matan; también es hacerse cargo de las falencias sociales y políticas de un sistema que además de putrefacto por la corrupción, está descompuesto por la falta de solidaridad con el prójimo. Cagarse en la educación, en la salud, en la seguridad, en los jubilados, en los trabajadores, en la gente de bien que trabaja honestamente, también es ser responsables de la miseria humana que nos abate, oprime y angustia. Sería muy valioso que los indignos políticos de turno que manejan los destinos del país, hoy, además de hacer sus negocios multimillonarios y sumergirnos en una agobiante e insensible economía, que provoca no solo pobreza sino también ultraje y vergüenza, procuren revertir esta despreciable y triste realidad. Tienen todas las herramientas para mejorar nuestra existencia; ojalá las pongan en práctica, de una vez por todas, aunque sea, para seguir alimentando de billetes sus ya atiborrados bolsillos y cajas de seguridad.
MOTIVO
Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)
jueves, 18 de octubre de 2018
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