Cuando observo algunos hechos
encarnizados de la sociedad actual, me entristezco.
Cuando asisto a la ignorancia y mediocridad que crece y avanza, me angustio.
Cuando presencio la
hipocresía y el cinismo imperante, me indigno.
Y cuando reflexiono sobre la
compleja realidad que nos toca en suerte, me lamento.
Mucho, mucho…
Toda la
sociedad argentina tiene que reflexionar sobre lo que estamos viviendo, y
basados en esos pensamientos, empezar a modificar nuestro accionar.
No existe otra
forma.
La educación es clave para intentar mejorar la desgraciada realidad,
pero tendríamos que dejar de lado colosales egoísmos y desmedidas ambiciones
que dominan nuestra era bajo el mando de perversos políticos, ruines,
mentirosos, miserables.
Sé que es muy complejo, casi utópico, pero es la única
forma de empezar a regenerar valores y códigos de respeto, tolerancia y
comprensión, para revertir la degradación en la que estamos sumergidos; de lo
contrario, nuestro futuro será trágico y calamitoso.
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