MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

viernes, 26 de abril de 2019

SIN ODIO ES MEJOR

Tratar de ser moderado, respetuoso y equilibrado en cuanto a política se refiere, es un arduo trabajo que, desde hace un largo tiempo, intento llevar a cabo para evitar confrontar con aquellos que se dedican a fustigar, maltratar, vapulear a todo aquel que se digne a opinar en contra de su pensamiento. Pareciera ser que todo artista que expresa sus ideas o evidencia su ideología, es un mal nacido, un comprado o un vendido, un nefasto ciudadano, una persona deleznable que ya no merece ser reconocida por su arte, por el solo hecho de manifestarse. Es una difícil tarea mantenerse al margen, porque, como todos los seres humanos, los artistas también tenemos sangre en las venas, conservamos sentimientos, atesoramos sensibilidades, y, con menor o mayor entusiasmo, en ciertos momentos, la pasión aflora; sobre todo cuando se tiene algo de conciencia social, sentido de la solidaridad y empatía por los derechos de las personas. Si bien, sería mucho más simple, quizás, o cómodo, (¿por qué no?), observar la realidad argentina desde afuera de la contienda, no estaría siendo sincero conmigo mismo, porque mi temperamento, personalidad y forma de ser, confrontan con la apaciguidad, quietud y apatía. Lo que estamos viviendo en Argentina es definitivamente espantoso. La decadencia moral es total en todos los órdenes de la sociedad. No entro en el terreno de los porcentajes anteriores o actuales de la pobreza, porque sería desviar y trastocar el tema central, me concentro en la insensibilidad social absoluta que existe, la falta total de valores, la indiferencia categórica hacia los niños, los viejos y los más necesitados. El cinismo, la hipocresía y la simulación constante, hacen de todas las mentiras obscenas que formularon y siguen sosteniendo, algo tan extremo, que hasta superan la imaginación más disparatada. Me duele mucho ver a mi país sumergido en la procacidad, en la indecencia y en la deshonestidad, pero mucho más me lastima, asistir a la angustia, tristeza y miseria de infinidad de personas, que no pueden o no saben qué y cómo hacer con sus vidas, con la complicidad de muchos, que, tras su beneficio personal, convicción indolente y/o ambición inescrupulosa, hacen la vista gorda al desastre en el que estamos inmersos y al que nos enfrentaremos de aquí en adelante. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio y el odio lleva al sufrimiento. Percibo mucho odio en un sector importante de la ciudadanía, y, si no cortamos con el odio, lamentablemente, seguiremos sufriendo.

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