MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

miércoles, 6 de septiembre de 2023

INSTRUIRSE, AVERIGUAR, SABER...

Cuando quiero expresar un sentimiento político o una opinión que esté relacionada con algún personaje del ámbito de la política, me planteo si publicarlo o no. Muchas veces lo hago, muchas otras, no, y cuando lo llevo a cabo, por distintas circunstancias y/o misterios de los algoritmos o vaya a saber uno qué poder mágico del más allá, se “ausentan” o quedan “aislados” sin repercusión alguna. Soy totalmente franco y transparente; A veces me digo a mí mismo: - ¿Para qué? - Y me respondo internamente: - Bueno, porque es una manera de compartir pensamientos personales que quizás hagan reflexionar a alguien -. Después, me vuelve la duda y desisto en postear. Me contradigo permanentemente, pero, más allá de la supuesta ‘estigmatización’ que produce volcar pareceres personales relacionados a la política por una gran cantidad de gente dedicada a maltratar, ofender, difamar, calumniar e injuriar, por momentos, necesito desahogarme cibernéticamente con quienes tienen interés genuino y bienintencionado de compartir ideas, percepciones y sensaciones que se generan día a día. Soy consciente que mis reflexiones no van a modificar el voto de nadie, pero, aunque sea insustancial y hasta candoroso mi parecer, espero que, llegado el momento de votar en octubre, el raciocinio, el sentido común, la sensatez, incluso, el individualismo de preservarse a sí mismos, hasta por el solo hecho del egoísmo propio, no tomen esta elección como un juego de mesa o un partido de barrio, y piensen que se decide la vida que tendremos desde los próximos cuatro años en adelante. Entiendo todo, la bronca, la decepción de un gobierno que no cumplió con lo que se esperaba, que la plata no alcanza, que estamos hartos de las promesas, de todo lo que ya sabemos, pero también alcanzo a discernir que ni el odio, el desprecio, la aniquilación del que no piensa como uno, ir por todo o nada, hacer explotar por el aire ministerios, bancos e instituciones, vender armas, órganos y niños, dolarizar la economía con una fantasía inexistente, eliminar de la faz de la tierra todo lo que se cree erróneo, reprimir al que no está de acuerdo con las ideas propias, y otro cúmulo de atrocidades delirantes, brutales y desmesuradas, no van a solucionar los problemas existentes, al contrario, producirían un cataclismo social muy difícil de sobrellevar. Los que ya hemos vivido ciertas épocas oscuras, sabemos las consecuencias de gobiernos déspotas y especuladores, y los que no han pasado por esas sistemáticas fórmulas equidistantes del bien común, tendrían que instruirse o, por lo menos, averiguar los resultados obtenidos.

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