No hay nada mejor para quienes respetamos el libre pensamiento, la vida en democracia y los derechos de cada uno, que poder decir lo que se siente, lo que se cree, lo que se profesa.
El domingo pasado escribí en este espacio cibernético, donde intento reflejar parte de mis pensamientos y pareceres, un comentario surgido a partir de unas declaraciones de Adrián Suar. El texto tuvo difusión mediática y tomó cierta trascendencia popular que originó comentarios, opiniones, coincidencias, disquisiciones muchos llamados telefónicos, mensajes de texto y comunicaciones en redes sociales.
Agradezco a todos los que se acercaron a mí por medio de los recursos mencionados y valoro enormemente sus distintos puntos de vista al respecto, sobre todo porque los diversos criterios vertidos tuvieron como denominadores comunes el respeto, la tolerancia y la consideración. Es muy positivo poder pensar y expresar lo que se reflexiona o percibe de manera independiente y mucho más, cuando se hace dentro de un marco de cortesía, tolerancia y decoro.
La diferencia entre esta observación escrita y otras que realicé, quizás bastante más críticas y duras a la hora de exponer, es que en este caso, a quien me refería era a Adrián Suar, que además de ser alguien popular y representativo del medio artístico, fue mi amigo, un amigo al que quise mucho, de quien, a su vez, me sentí muy querido y que lamentablemente, con el correr de los años, fue cambiando en esencia y actitud.
No voy a ponerme a analizar las conductas y estilos de los demás, cada uno sabe quién es y qué hace con su vida, solo quiero aclarar públicamente que mi amistad con él siempre fue sincera, abierta, franca, leal, generosa, sin intereses de por medio, por lo menos de mi parte, como todas las relaciones de amistad que conservo. En alguna oportunidad, dentro de estos pensamientos volcados aquí, hice mención de la enorme importancia que le doy a mis amigos, porque creo que la amistad es uno de los valores más preciados que tenemos, con el gran aditivo de ser una elección personal, natural, genuina y espontánea, a la cual se suma la sensibilidad y el afecto mutuo de dos personas por el simple hecho de elegirse. Hablo de las amistades verdaderas, sinceras, despojadas de provechos y conveniencias, elementos fundamentales que empleo en todas mis auténticas amistades.
Muchas veces, la gente se muestra socialmente de una manera determinada, que no se corresponde a la verdadera forma de ser, muchas otras, las personas varían sus comportamientos en la medida que van modificando las actividades y los entornos, y tantas otras oportunidades, estos individuos muestran su auténtica naturaleza cuando logran ciertos objetivos y/o posicionarse en lugares o cargos mejores que el que disfrutaban con anterioridad. Existe un dicho popular que dice: “La plata no te cambia, te delata”, esto también puede aplicarse a la fama, el éxito o el poder. Personalmente, la vida me ha brindado la posibilidad de conocer distintas escalas, dispares matices y me ha regalado la experiencia de contar con la suerte en algunos momentos y los contratiempos en otros, y como propia conclusión, destaco la enorme dicha de haber mantenido mi esencia, mi naturaleza, mis valores, los mismos que me acompañaron en las buenas, muy buenas, malas y peores. No todos somos iguales, no todos tenemos los mismos códigos, no todos actuamos similarmente y eso es, justamente, lo interesante de la vida.
Las decepciones son tristes, dolorosas y cuando se trata de amigos que uno quiso, mucho más penosas, pero de las desilusiones también se aprende y sirven para comprender más que nunca que no siempre lo que reluce, es oro (haciendo referencia a otra frase célebre).
Así las cosas, vuelvo al comentario titulado “Nosotros y los miedos” para renovar mi agradecimiento a todos los que se interesaron, opinaron y movilizaron con sus inquietudes, a todos los que se hicieron eco de mi pensamiento al respecto y también a todos los que se quedaron al margen de abrir su juicio; al fin de cuentas, cada uno es dueño de hacer lo que quiere, no?
La hipocresía es un síntoma de los seres humanos que no me gusta nada, si hay algo que NO soy, es ser hipócrita y lamentablemente, cada vez más, descubro esta característica en la sociedad que conformamos. El hecho de ser sincero, frontal, directo, muchas veces molesta, incomoda y genera inquietudes no queridas, que pueden producir reacciones contrarias y perjudiciales, de las cuales uno debe hacerse cargo. Somos adultos y sabemos que las palabras y los pensamientos, cuando se expresan libremente, tienen también devoluciones libres, por eso es tan linda la libertad, porque permite sentirse pleno en todos los aspectos. La libertad implica dejar de temer, sentir que se puede hacer todo, jugarse por lo que se quiere. Si bien, la libertad es un concepto abstracto bastante difícil de definir, vivir en libertad nos hace más íntegros, nos despoja de las opresiones; decir lo que se piensa y se siente con total libertad nos concede la dicha de no tener ataduras intelectuales y esa sensación es única e invalorable.
Para cerrar este agradecimiento, reproduzco unos conceptos que escribió Facundo Cabral, que reflejan además de su notable talento, inteligente lucidez e ingeniosa y aguda profundidad, lo maravillosa y fascinante que es la libertad al pensar, decir y hacer.
Me
gustan los que callan y me gustan los que cantan,
y
de tanto andar conmigo me gusta lo que me pasa.
Me
pasan cosas como ésta, aunque no tenga importancia
andar
contándole a todos, todas las cosas que pasan.
Porque
uno no vive solo y lo que a uno le pasa,
le
está sucediendo al mundo, única razón y causa.
Pues
todito es tan perfecto, porque perfecto es Dios
que
se mueve alguna estrella cuando arranco una flor,
por
eso si hay uno, hay dos.
Supe
del diablo la noche que al hambriento dije no,
también
esa noche supe que el Diablo es hijo de Dios.
Ando
solo por la vida con un tono y dominante,
modestamente
cantor sin pretensión de enseñar,
porque
si el mundo es redondo, no sé qué es ir adelante.
Andar
y andar, siempre anadando, nada más que por andar,
no
vine a explicar al mundo, solo vine a tocar.
No
quiero juzgar al hombre, al hombre quiero contar…
mi
condición es la vida y mi camino cantar,
cantar
y contar la vida es mi manera de andar.
Un
día llegué a Tandil y conocí a un anciano
que,
a falta de inteligencia, se le dio por ser muy sabio.
Le
pregunté por Jesús, una noche al lindo viejo
y
ahí mismo lo conocí cuando me alcanzó un espejo.
Yo
bailo con mi canción y no con la que me tocan,
yo
no soy la libertad, pero sí el que la provoca.
Si
ya conozco el camino, pa´que voy a andar acostado,
si
la libertad me gusta, pa´qué voy a vivir de esclavo.
Elegir,
yo siempre elijo más que por mí, por mi hermano,
y
si he elegido ser águila fue por amor al gusano.
Prefiero
seguir a pie y no en caballo prestado,
alguien
por una manzana pa´siempre quedó endeudado.
Siempre
se llega primero el que va más descargado,
el
día que yo me muera no habrá que usar la balanza
pues
para velar a un cantor con una milonga alcanza.
Doy
la cara al enemigo, la espalda al buen comentario
porque
el que acepta un halago empieza a ser dominado,
el
hombre le hace caricias al caballo pá montarlo.
Perdón
si me propasé y me puse moralejo,
nadie
puede dar consejos, no hay hombre que sea tan viejo,
me
pongo el sol al hombro y el mundo es amarillo.
Me
gusta andar, pero no sigo el camino
pues
lo seguro ya no tiene misterio.
Me
gusta ir con el verano muy lejos,
pero
volver donde mi madre en invierno
y
ver los perros que jamás me olvidaron
y
los caballos, y los abrazos que me dan mis hermanos.
Facundo
Cabral
Biutiful brother...
ResponderEliminarGenio!!!!!!!!!!!!!!, no me equivoque!!!!!!!!! sos lo mejor!!!!!!!!!.....
ResponderEliminarNice
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