MOTIVO

Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)

domingo, 20 de enero de 2013

NOSOTROS Y LOS MIEDOS


En 1982, un programa de Canal 9 dirigido por Diana Álvarez, donde actuaba entre otros grandes actores, Ricardo Darín, se llamaba “Nosotros y los miedos”, bajo una temática comprometida que desarrollaba situaciones cotidianas, conflictivas y que por aquella época, tenía gran aceptación y trascendencia televisiva. Por esos años, el protagonista del comentario de hoy, concretaba sus primeras experiencias en TV. Hace un par de días, tras las declaraciones de Adrián Suar sobre el tema que han instalado los medios en las últimas semanas entre dichos del propio Darín y la carta que, como respuesta, escribió la Presidenta argentina, se volvió a posicionar la palabra ‘miedo’ en los títulos de las entrevistas a Suar, que tuvieron como eje esta “polémica”.
Adrián Suar, que más allá de ser un actor popular, empresario artístico, dueño de la productora Pol-Ka, ciudadano de la Ciudad de Buenos Aires, inversionista inmobiliario, es también  gerente de Canal 13, perteneciente al Grupo Clarín, dato no menor a la hora de analizar sus palabras contra el Gobierno y la Presidenta, reproducidas en distintos canales televisivos, diarios, revistas gráficas, portales cibernéticos y radios de todo el país.
Entre muchas notas brindadas con motivo del lanzamiento de una nueva telenovela de su productora, que protagoniza con Natalia Oreiro y que emitirá a partir de mañana el canal que dirige, le preguntaron su opinión sobre el tema en cuestión y en diversas entrevistas manifestó distintas apreciaciones: - “Critico el estilo con el dedo levantado; eso nunca me gustó, me parece violento”, “Muchas veces los diarios han criticado cosas mías y no por eso me la agarro con los periódicos. Muchas veces no estuve de acuerdo con lo que escribió ‘Clarín’, pero me callo y reflexiono sobre ciertas cosas”, “No me parece mal que el Gobierno controle, pero que diga: ‘vos sí, vos no’, eso me da mucho miedo, porque no sé dónde para”, “Tengo amigos con los que hay temas que no puedo hablar. Y eso es el aporte que ha hecho el kirchnerismo. La cosa se puso brava… O estás en contra del Gobierno o a favor”, “Yo he aprendido mucho al lado del Grupo Clarín, me siento orgulloso de pertenecer a él. El Grupo Clarín, en lo personal, nunca me ha dicho absolutamente nada, me ha dado la mayor libertad y el mayor crecimiento. Y eso lo agradezco”, “La señora Presidenta es una mujer muy ‘polkiana’… Es bonita y tiene una fibra dramática. Es recontra actriz. Le habla a la cámara y llega a la gente. En Pol-ka podría estar muy bien”.
Hago un paréntesis en los conceptos de Suar y reflexiono: ¿No es violento faltarle el respeto a la investidura presidencial de la manera que él lo hace, tratando a la Presidenta en los términos que se refiere? Recuerdo, hace unos cuantos meses atrás, en un programa de TN, ampliar estas sentencias sobre Cristina, jugando con el doble sentido, haciendo hincapié en el “histrionismo actoral” de la Presidenta, en su figura, maneras, movimientos y posturas. ¿No es violento todo lo que se dice de la Presidenta por parte de los que la odian, detestan, aborrecen y desean su muerte? ¿No es violento el establishment, con la agresividad constante que utilizan en pos de vapulear a los que no comparten su punto de vista o manera de pensar? Cierro paréntesis ( ) y continúo.
No puede hablar con algunos amigos suyos por el “aporte” de antinomias que instaló el kirchnerismo, dice él, y yo me pregunto nuevamente, si ¿puede hablar con aquellos libretistas, productores, actores y creadores que le han llevado ideas, programas ‘pilotos’ e historias de ficción, que después de rechazar o guardar en un cajón, reflotaría (lo menciono en potencial, porque legalmente no se ha podido demostrar) como “ideas originales” haciendo cambios narrativos o variaciones descriptivas?
No quiero entrar en el facilismo de ser K o anti K, solo expongo mi pensamiento sobre alguien que conocí bastante como a Adrián Suar, del cual me sentí amigo personal en una época de nuestras vidas, a quien quise mucho durante la fuerte amistad que mantuvimos largo tiempo y a quien hoy desconozco absolutamente, no solo por su notorio alejamiento de la frescura y simpatía natural que lo caracterizaba, sino también por su marcado distanciamiento de la persona que traté casi familiarmente.
El tiempo pasa, la vida nos va llevando por diversos senderos, uno va forjando su camino y el destino nos posiciona, muchas veces, en los lugares que hemos anhelado y tantas otras, en sitios impensados. El importante espacio profesional que hoy ocupa Adrián, se lo ganó a fuerza de empuje, inteligencia, simpatía, habilidad, capacidad, tacto, solvencia y astucia, entre otras particularidades de su personalidad. Alguna vez, Gastón Pauls dijo de él en forma cruda y rigurosa: “Suar tiene las paredes de Pol-ka empapeladas con la piel de los actores” y más allá de la rudeza de sus palabras, esconden una visión que muchos comparten y que en su momento, también muchos, no exteriorizaban por temor o “miedo” a quedarse sin trabajo. Porque no hay que olvidarse que Suar y su productora Pol-Ka también fueron partícipes de un estilo monopólico en la industria de la ficción argentina. Y de eso nadie habla, nadie lo recuerda. Por eso, incluso, me cuesta entender de qué tiene “miedo” Adrián Suar.
Vuelvo a hacer mención de las posturas políticas que parecieran anteponerse a casi todas las opiniones o comentarios que uno puede formular en la actualidad, ya que no comparto el lineamiento que muchos pontifican de ser solamente K o anti K. No necesariamente uno tiene que estar volcado a un determinado pensamiento absoluto para comprender, valorar y exponer una consideración determinada, sino que se pueden afirmar razonamientos y apreciaciones desde el sentido común, sin dejarse llevar por el fanatismo y la hilaridad que varios emplean hoy a la hora de pensar y decir. ¿Se entiende lo que quiero observar? ¿Queda claro? Lo explico para que aquellos que todo lo pasan por el aborrecimiento, tirria y desprecio, ciegos de lógica, dominados de ira y no entienden que por hablar a favor de algo puntual, no se está compartiendo plenamente todo lo que se hace, no se confundan.
- “Me solidaricé mucho con Ricardo (Darín). Lo llamé porque me sentí con miedo. Yo, personalmente, me sentí con miedo”, “Se me heló la sangre cuando leí la carta de la Presidenta”, “Me parece que la Presidenta no estuvo bien. Yo creo que Ricardo es una persona que no quiere confrontar. Me lo ha dicho en forma privada millones de veces a mí, que lo conozco y soy amigo. Ricardo no quiere un país dividido como yo tampoco quiero y no le va a seguir tirando leña al fuego y seguir confrontando”, “No considero a Darín como un pelotudo, como lo definió Federico Luppi”, “Nadie se anima a decir nada porque se instaló el miedo en la Argentina. Yo no tengo miedo, por eso estoy hablando. Yo no creo que pase nada. La libertad de hablar siempre con respeto a la investidura, pero esto pasaba en otro momento del país y yo creo que hay una cadena de actores saliendo a decir ‘cómo lo van a acusar a Ricardo como se lo acusó’ y no dijeron nada. (Darín) Se preguntó sobre el patrimonio de los Kirchner como de tantos otros. Yo también me lo pregunto. Todos hacemos el acting porque somos todos cínicos, ponemos “cara de” porque nos da miedo. Cuando leí la carta, me dio miedo, a mí me dio miedo”.-
Vuelvo a preguntar: ¿Miedo de qué? ¿Miedo a qué? ¿De qué tiene miedo Adrián Suar? ¿No puede hablar, no está diciendo lo que piensa, no expresa su sentimiento y su parecer? Él es gerente de programación de Canal 13 desde 2001 y lo sigue siendo hasta hoy, también durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Estamos en un país totalmente libre, donde cada uno tiene, justamente, la libertad de decir lo que se le da la gana y si no hubo una “cadena de actores” reclamando por Darín, será porque no habrán sentido hacerlo, no porque tengan “miedo” como él dice.
No quiero mezclar las cosas y apelar al pensamiento que aflora espontáneamente cuando uno razona el verdadero miedo que había que tener cuando vivíamos en los años del Proceso, donde había gente que desaparecía y no regresaba nunca más. No lo mezclo, reitero, y espero que quienes lean estas líneas, tampoco lo hagan, porque simplemente me estoy refiriendo a algo preciso que no alcanzo a entender sobre las reflexiones que hizo Adrián Suar. ¿Tiene miedo? ¿De qué tiene miedo? ¿Por qué tiene miedo?
Miedo podemos tener de los delincuentes, miedo a que nos asalten, nos lastimen y nos maten. Lamentablemente estamos inmersos en una sociedad viciada de criminalidad, donde la droga, la falta de cultura y educación provocan, cada vez más, una seguridad vulnerable, frágil y desamparada. Pero ése es otro tema mucho más complejo y engorroso de solucionar. Mi interrogante se origina desde lo intelectual, desde la duda que me produce el “miedo” que siente Adrián.
El diccionario determina que la palabra ‘miedo’ es una sensación de angustia provocado por la presencia de un peligro real o imaginario, un sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea. Y a mí me parece, con toda humildad, desde mi sencillo lugar de artista, de cantante “de vuelo rasante” (parafraseando a mi querido Leonardo Favio), de ciudadano, que también quiere un país sin confrontaciones, tanto como Ricardo (Darín), como Adrián (Suar) y como tantos millones de argentinos, que detrás de estas declaraciones cargadas de ‘miedo’ por parte de Suar, de Adrián Schwartz Kirzner, tal su verdadero nombre y apellido, existen intereses de poder y dinero, que van más allá de las opiniones vertidas. Quizás, muchos de nosotros como simples habitantes de esta querida tierra y alejados de esos intereses, esos poderes y esos dineros, ignoramos la dimensión de la verdadera ‘pelea’ y siento que esta ‘disputa’ de un lado y del otro, arrolla a todo aquel que opina y se compromete de alguna manera; de hecho, yo, al escribir esto, me expongo a que muchos que no comparten mi parecer al respecto y a lo mejor sienten cierta simpatía por lo que hago artísticamente, o vivieron un lindo momento con alguna canción mía, modifiquen su sentimiento, o cambien su juicio sobre mí, pero angustiosamente estamos en una época donde todo se mezcla, todo se confunde y más que nunca la letra de Discépolo en “Cambalache” toma relevancia: “… Vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo, todos manoseados. Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador. ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor…”.
Me queda la conciencia tranquila de seguir diciendo lo que pienso, de dejarle el legado a mis hijos, de algo tan cándido y elemental, quizás, como la honestidad intelectual, la libertad de pensamiento, en un país hermoso como es Argentina, donde los únicos que hacemos las cosas mejores o peores, somos nosotros mismos. Y qué mejor que llevarlas adelante sin enfrentamientos, sin provocaciones, sin combatividades, sin acorralamientos, sin mezquindades, sin ataques, sin violencias, y sin “MIEDOS”.

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