Vivimos una etapa de declive social tan marcado,
que ya no existen normas de respeto, cuidado y consideración para nada, ni para
nadie. Todo se iguala para abajo y la degradación general es tal, que cualquiera
ocupa lugares en los medios masivos con el sólo mérito de ser irreverente,
insolente y deslenguado, porque los que digitan los armados de distintos programas
o equipos de trabajo, creen que eso es llamativo o cautivador para cierto
público. Más allá de gustos y pareceres, que personajes de calañas tóxicas,
hirientes y agresivas, advenedizos a la mala fama, ocupen espacios en distintos
medios televisivos, radiales y cibernéticos, intentando trascender por su
supuesto descaro y grosero accionar, da la pauta de lo bajo que han caído
ciertas empresas periodísticas, corporaciones mediáticas y productoras
artísticas. Darle espacio y entidad a gente que hace de la ofensa y la
blasfemia, un estilo de comunicación, es descender a lugares indignos,
repulsivos y despreciables, tanto como los protagonistas que llevan a cabo esos
roles. Cuando alguien basa su trabajo en la burla, el menosprecio, la repulsa,
la subestimación y la mala educación, no hace otra cosa que exponer sus limitaciones
profesionales, la falta de formación intelectual y la impertinencia que
sobrelleva en sus entrañas. Vaya a saber uno qué cargas emocionales y miserias
existenciales llevan adentro para volcar en otros, tanto aborrecimiento y
antipatía explícita. Existen algunos personajes, masculinos y femeninos, que
dan vergüenza ajena. En fin… nada de lo que uno opine o escriba, va a modificar
la esencia de sus deplorables almas y lacerantes espíritus, solo queda la sana elección
de evitar verlos y escucharlos, cada vez que asoman en algún medio gráfico,
radial o televisivo. Depende de cada uno.
MOTIVO
Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)
miércoles, 14 de julio de 2021
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