Toda mi vida me he caracterizado por tener un temperamento apasionado, ferviente y efusivo, pero, también, siempre he sido cortés, respetuoso y considerado. Dicen los que hablan sobre horóscopos y signos, que algunas de las características de Sagitario, detentan un importante grado solidario, benevolente y amistoso y yo, que he nacido un 6 de diciembre, puedo dar fe de la certeza de esa afirmación. Me reconozco enérgico, pero transigente, tenaz y vigoroso, tanto como condescendiente y complaciente y, sobre todo, fuerte y firme en mis convicciones, pero amplio y contemporizador cuando me fundamentan las ideas y los pensamientos antagónicos. La paciencia es una virtud y siempre es bueno mantenerla para evitar conflictos y enfrentamientos, pero también hay límites que superan el supuesto temple que uno pueda dominar. Las declaraciones de este personaje grotesco, suspicazmente manipulado y útil a un sector de la política argentina sucia y desdichada, colman la serenidad que, presuntamente, habría que tener para no entrar en su juego. Me despojo de todas las particularidades apacibles de mi signo zodiacal y expreso mi irritación y cabreo, aunque sea casi improductivo e hipotéticamente en vano, para decir que, además de su desinformación e ignorancia, este sujeto, me resulta un tremebundo pelotudo atómico y un ser vergonzoso, al repetir sandeces desde el desconocimiento, que no solo son provocadoras, sino, también, ofensivas, ya que está excusando y justificando a un proceso militar represivo, que secuestró, torturó, desapareció y mató gente. Más allá de todas las figuraciones argumentativas y palabras aclaratorias que él o sus adláteres periodísticos y/o políticos puedan esgrimir, está cometiendo una suerte de apología del terrorismo de Estado que sufrió Argentina entre 1976 y 1983. Este irrespetuoso busca fama y creador de pleitos mediáticos, no merecería el más mínimo comentario, pero sus dichos sí, ya que las nuevas generaciones, que no vivieron esa tragedia del país, tétrica y horrorosa, pueden escucharlo y creer las disparatadas insensateces que semejante papanatas dice. A veces, la afabilidad se desvirtúa con ciertas prepotencias y éste es un ejemplo preciso, que me hace acordar aquella frase que enuncia: “No hay nada más peligroso que un boludo con iniciativa”.
MOTIVO
Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)
viernes, 2 de julio de 2021
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