La sensibilidad es la facultad que permite sentir, experimentar una sensación. A través de un arduo trabajo de años y años, los que manejan la tecnología mundial, lograron hacernos creer que la vida ya no es sensorial, que lo importante es relacionarse por medio de las computadoras y los celulares; que lo táctil, solo es importante si es a través de las pantallas, que las relaciones humanas, que, en realidad, son las que se establecen y sostienen con otras personas en procura de satisfacer necesidades, conocimientos y sentimientos, son algo riesgosas por ciertos posibles contagios virales y que es mucho más conveniente vincularse cibernéticamente porque evita probables contingencias infecciosas. ¡Hasta eso nos hicieron pensar! Todos, todas, todes, todis, todus, estamos inmersos en esta encrucijada en la que nos han metido y somos rehenes de un sistema que domina nuestra cotidianidad, la cual es difícil de modificar, a esta altura de las circunstancias. A pesar de esta verdad lacerante, si uno quisiera y tomara la real decisión de hacerlo, podríamos desvincularnos de las redes sociales, los chats, las publicaciones diarias y los infructuosos ‘emojis’ para volver al contacto personalizado, al roce individual, a los besos manifiestos, a los abrazos explícitos y a las conversaciones directas, mirándonos a los ojos. Sin duda alguna, muchas/os tendrían que tomar valor para llevarlo a cabo, porque, lamentablemente, pareciera ser que hoy es casi imposible vivir sin esta comunicación regulatoria y artificial, pero en caso de decidirse, pienso que sería un adelanto (valga la contraposición) para nuestras emociones, ya que volveríamos a lo primitivo y esencial: el contacto sensible, receptivo y perceptible, que, en definitiva, es lo que nos moviliza, activa y une.
MOTIVO
Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)
domingo, 10 de julio de 2022
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