Me caracterizo por ser un tipo siempre
positivo, activo, constructivo, pero hoy me siento con una mezcla de
impotencia, bronca, tristeza, angustia, pesadumbre y agotamiento, porque no nos
merecemos vivir y morir de la forma que nos toca. Esta perversa Pandemia, nos
acorrala, nos abruma y nos abate desde lo corporal y también desde lo mental. Todos
estamos acorralados y sin medios para resguardarnos, más que los cuidados que
ya sabemos (barbijos, máscaras, lavado de manos y alcoholes varios). Nuestros
hijos, a quiénes muchos engendramos pensando en darles un mundo dichoso y
próspero, dentro de las posibilidades de cada quien, están sobrellevando un ‘encarcelamiento’
con privaciones e incertidumbres que, seguramente, les producirá efectos, vaya
a saber uno de qué magnitud, psicológicas y físicas. Todos estamos inmersos en
una situación vacilante y desconocida, que nos provoca infinitas posturas,
pensamientos y determinaciones, pero la única realidad es que este
acorralamiento al que hago referencia, tiene un trasfondo maquiavélico, que
hace que millones de personas pierdan la vida, sea por el contagio de COVID-19
o por distintas consecuencias de salud que el virus y la misma situación aceleran. La realidad es una sola y hay que afrontarla
como viene, pero a veces, se hace muy cuesta arriba viendo muchos allegados que
sufren y tantos otros conocidos que se van. Tratemos de cuidarnos de la mejor
forma, porque, aunque suene trillado y redundante, si nos cuidamos individualmente,
cuidamos a nuestros semejantes… claro está, si somos fraternos y solidarios.
Los que no lo son, allá ellos con su pobre conciencia y desdichada alma,
lástima que nos joden a todos y no a ellos solos…
MOTIVO
Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)
martes, 27 de abril de 2021
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