Confianza, empatía y sentido común son las prioridades elementales para cualquier organización que se precie de tal. Los humanos conformamos una sociedad civil que intenta constituir una entidad colectiva, donde, hipotéticamente, las reglas se aceptan dentro de un marco de respeto, consideración y tolerancia. Cuando un segmento de la ciudadanía se empecina en contra de todo lo que se decide y/o resuelve, perdiendo la prudencia, la sensatez y la lógica, por el solo hecho de estar en desacuerdo, sí o sí, con quien no comparte sus ideas y pensamientos, no hay forma posible de encausar ningún diálogo. A esta altura de las circunstancias, ya es absurdo e incongruente tratar de conversar con aquellos que son fundamentalistas. Es tiempo perdido y energía desperdiciada. Preservar las convicciones propias, acompañar los ideales sin titubear y apoyar el esquema político que mejor nos representa, es desterrar esa sensación que intentan inculcar desde ciertos medios periodísticos, de hacernos creer que solo estamos para elegir “el mal menor”. Bregar por lo que uno confía, siendo solidario, compasivo y fraternal con el otro, es colaborar en procura del bien común, no solo para unos pocos especuladores, egoístas y mezquinos, sino para la gran mayoría de la gente que habita nuestra querida Patria. Se votan diputados y senadores para que los mismos, supuestamente, propongan leyes para mejorar nuestra realidad, no para ir “en contra de” por el solo hecho del aborrecimiento y la antipatía. Votar analizando lo que se vota y a quién se vota es decidir nuestro beneficio o nuestro perjuicio, aunque a muchos, en definitiva, les interese poco el tema en cuestión. Más allá de todas las conjeturas políticas y las distintas ideologías, votar es un derecho fundamental que nos da la Democracia. Si lo hacemos con real conciencia que somos los que decidimos nuestro futuro, según lo que elegimos, podremos empeorar o mejorar nuestras vidas. El ser humano es el único animal capaz de pensar, calcular, creer, opinar y razonar. Apliquemos estas capacidades en favor nuestro. No hay nada más inferior que votar "en contra de" y nada más productivo que hacerlo "en favor propio". Yo, por lo menos, voto pensando en mí y en los que quiero, pero también, en la utilidad de mi voto para todas y todos los que hacemos el país. Ser solidario no es solo regalar una camisa y un pantalón a quien lo necesita o aportar dinero para una institución humanitaria, también se lo es votando en beneficio del bien común y no a merced de los manipuladores, codiciosos y rufianes de siempre. Votar reflexionando lo que se vota es la mejor opción.
MOTIVO
Espacio dedicado a toda clase de comentario libre y espontáneo, despojado de intereses de cualquier tipo (y mujer)
domingo, 14 de noviembre de 2021
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