Esta reflexión es universal, más allá de las elecciones tan cercanas en Argentina, porque es incomprensible e inadmisible que en el 2023 existan guerras que matan inocentes por temas que, a esta altura de la vida, ya tendrían que estar resueltos. Ningún pedazo de tierra, ninguna opinión encontrada, ninguna puja ancestral, ninguna diferencia religiosa, ningún motivo existente, justifica que hoy haya mandatarios que decidan mandar a matar, malnacidos que continúen fabricando armas, hijos del mal que las sigan comercializando y mal paridos que ejecuten las órdenes de exterminio. Las guerras, además de ser salvajes, crueles, inhumanas y aterradoras, son inútiles, estériles e improductivas, se argumenten como se argumenten. La guerra es sucia, repulsiva y brutal. La guerra es una mierda y como tal no tendría que existir. Nuestra realidad local, deja bastante que desear al respecto, también, porque tampoco comprendo que existan candidatos/as a Presidente, que, por un lado, condenan públicamente las atrocidades cometidas en las guerras, y por el otro, utilizan como ejes de campaña, el exterminio de otra ideología y la amenaza de eliminar al que no piensa como ellos, la motosierra como símbolo emblemático para arrasar con todo lo que no les parece o no les gusta y el miedo, como método de convencimiento para que los voten. Mucho menos entiendo a los millones de personas que, manifestándose compungidos, indignados y doloridos por la gente muerta en las confrontaciones bélicas y religiosas que suceden en la actualidad a nivel mundial, apoyan y votan a semejantes representantes de la agresión, el miedo y el terror para que, supuestamente, comanden nuestro país. Indescifrable. Incongruente. Inconcebible. Inexplicable. El voto es nuestra herramienta más poderosa y hay que utilizarla con la responsabilidad de saber que estamos decidiendo nuestro futuro, nuestra realidad y nuestra vida. No le demos el voto a cualquiera, por más enojados que estemos, porque ese voto es el que puede hacer la diferencia para intentar transformar lo que está mal por lo que debería estar bien. Y aunque, tristemente, muchos piensen que elegimos el mal menor, siempre será mejor que el peor mal.
MOTIVO
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