Existen responsabilidades que no se pueden obviar. La de los políticos, es hacer lo mejor para el pueblo que los elije… siempre y cuando no tengan ciertas características específicas que identifican a algunos personajes advenedizos que, desde hace varias décadas ya, han logrado inmiscuirse en el poder para delinquir con impunidad y la aceptación de un gran segmento ciudadano, más la complicidad de un enorme espectro del periodismo, llamado a sí mismo, “independiente”. Para lograr ser un buen político o, al menos, intentarlo, no debería ser:
CÍNICO: [persona] Que miente con desparpajo y defiende o practica de forma descarada, impúdica y deshonesta algo que merece general desaprobación.
SINVERGUENZA: [persona] Que obra o habla sin comedimiento o respeto, con sumo descaro y se comporta de manera inmoral.
MITÓMANO: [persona] Que posee un trastorno psicológico que consiste en una conducta repetitiva del acto de mentir.
HIPÓCRITA: [persona] Que finge una cualidad, sentimiento, virtud u opinión que no tiene.
DELINCUENTE: [persona] Que comete un perjurio, infracción, tropelía o malversación, especialmente el que lo hace en forma habitual.
Hay muchos que sobrellevan estas particularidades sobre sus hombros y muchos más los que se hacen los desentendidos, o emplean métodos despreciables que incluyen la soberbia, la indiferencia, los oídos sordos y la vista gorda a la hora de votar. Espero que seamos más los que, más allá de los problemas existentes actuales, utilicemos la memoria, el análisis criterioso y la conciencia de saber que nuestro futuro depende de nosotros mismos, una vez más.
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