Ayer, miércoles 29 de Agosto, fue
un día muy especial para mí porque acompañé a mi entrañable Leonardo Favio al
Congreso de la Nación Argentina
para recibir un reconocimiento por su trayectoria y representación cultural, ofrecido por el Presidente de la
Cámara de Diputados, Julián Domínguez, quien entregó la
distinción de honor en el salón de los Pasos Perdidos del histórico e imponente
edificio del Congreso.
Sumado a esta emoción, el hecho
de haber podido llevar a mi madre, que tanto lo quiere y mantiene presente
cotidianamente por haber vivido junto a mi viejo, a él y a Carola, infinidad de
momentos a través del largo tiempo que se conocen, redondeó una tarde
inolvidable. No solo por el motivo central del encuentro, sino porque
particularmente disfruté de verla a mi vieja, reencontrarse con su amiga del
alma, Carola, con su hijos postizos, Nico y Pupy, mis hermanitos también,
frutos del amor entre Leonardo y Carola.
Todo fue muy emotivo, desde el
ingreso al salón de los Pasos Perdidos, cuidadamente ambientado con distintos
paneles a los costados del ingreso de la gente, donde en cada uno había
fotografías ampliadas de Favio director cinematográfico y televisores
empotrados en los mismos murales que reproducían de manera autónoma, imágenes
de cada película filmada por Leonardo. Allí se podían ver, separadamente, “Crónica
de un niño solo”, “El romance del Aniceto y la Francisca ”, “El
Dependiente”, “Juan Moreira”, “Nazareno Cruz y el lobo”, “Soñar, Soñar”,
“Gatica, el Mono”, “Perón, sinfonía del sentimiento” y “Aniceto”; siguiendo por
el entusiasmo de volver a reunirme con gente querida que hacía tiempo no veía
como Ernesto Beúnza, Horacito Labraña, Elizabeth Lettner, Roberto Quirno, Bebe Mauro,
Cacho Fontana, Jorge Jacobson, Eduardo Calvo, María del Carmen Bello e Ignacio
Copani. También estuvieron Graciela Borges, Virginia Innocenti, Edgardo Nieva,
Horacio Verbitsky, Alfredo Carlino, Martín Andrade, Carlos Galettini, el
Secretario de Cultura Jorge Coscia y varios políticos, entre otros; hasta el
entusiasmo de ver a Leonardo en el centro del escenario montado, con una gran
gigantografía suya detrás como única escenografía y a su lado, contemplarla a
Carola, conteniéndolo y acompañándolo como siempre. Me gustó mucho verlos
juntos, ahí, en el centro de la escena, me sensibilizó aún más de lo que
estaba, me dio ternura y me hizo entender un poco más que el amor es más fuerte
que todo. Vicisitudes y/o discusiones cotidianas, hechos poco afortunados,
enfrentamientos inesperados, distintos puntos de vista, incompatibilidades,
circunstancias difíciles o inútiles malos entendidos, son banales e insensatos
cuando existe el verdadero amor. Leonardo y Carola son el fiel reflejo de este
pensamiento y el ejemplo acabado de lo sólido que es el amor cuando el sentimiento
es genuino y natural como el de ellos.
En uno de los párrafos
mencionados por el Presidente de la
Cámara de Diputados, dijo: “Leonardo Favio es un hijo del
pueblo que retrató con su arte las mejores convicciones de los argentinos. Su
obra es ya patrimonio del pueblo argentino, porque representa de una manera muy
fuerte toda nuestra historia política, social y cultural, y creo que ése es el
principal motivo que tenemos para agradecerle a este argentino con convicciones
intransferibles”. Y yo agrego que él, además de ser un mito viviente, entre
otras cosas por haber alcanzado algo que muy pocos logran: ser un artista
popularmente intelectual e intelectualmente popular, ya que su obra
cinematográfica y musical, lo posicionan como un referente casi único que ha
sabido llegar al corazón de ambos mundos, de manera natural, es también símbolo
de una época venturosa y próspera, donde su figura sobresalió a fuerza de
talento e intuición.
Favio es un artista singular que
supo aunar siempre el arte con el compromiso social y esa característica, lo
hace aún más infrecuente y privilegiado.
Su fibra y valía personal y
artística tiene continuidad en su hijo Nicolás, mi Nico querido, que ha
heredado no solo su capacidad creativa sino también su misma sensibilidad
humana.
Para cerrar este hermoso momento
vivido ayer, vuelvo a reflejar públicamente mi enorme alegría por haber podido
estar acompañándolo junto a mis adoradas Carola y Pupy, con quienes estuve
sobre el escenario a su lado y mi abundante orgullo por saber que formo parte
de su núcleo de cariño más íntimo y sincero, dejando de lado los egocentrismos y
apariencias que muchas veces rodean a ciertos personajes de nuestra profesión.
Celebro esta evocación generada
por la Cámara
de Diputados de la Nación
y brindo por mi querido Leonardo Favio, su pasión, su obra y su vida.